Castilla y León remata 19 meses de estrés político tras tres citas electorales

En esta prueba de estrés ha tenido que ver también el resultado de esas autonómicas. «Castilla y León va a ser el piso piloto para el futuro de España», decía Santiago Abascal tras consolidarse el relevo de socios del PP de Mañueco: de Ciudadanos a Vox. El primer Ejecutivo de coalición PP-Vox en una comunidad autónoma. Con unas directrices que, como se ha visto después, han marcado los pactos posteriores entre ambas fuerzas tras los comicios autonómicos y municipales del 28 de mayo. Vox pidió entonces Agricultura, Industria y Empleo, Cultura y una Vicepresidencia. Sus exigencias en otros territorios han ido por derroteros similares: departamentos desde los que plantear la batalla cultural y la pelea frontal con los sindicatos. Y ha valido igual para gobiernos autonómicos que para ayuntamientos.

Así que desde mayo de 2022, cuando empezó a funcionar el Gobierno autonómico, hasta un año más tarde, cuando la alianza se ha repetido en la Comunidad Valenciana o Extremadura y en municipios importantes, Castilla y León se ha sometido al escrutinio nacional.

Así, en el Congreso se ha utilizado el pacto autonómico para atacar al rival en clave nacional. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, replicó así a Iván Espinosa de los Monteros: «Uno predica dando trigo. [...] ¿Qué han hecho ustedes en Castilla y León? Se lo voy a decir: en Castilla y León han pasado ustedes, desde que son vicepresidentes, de un gasto en asesores del 20% a un 33%, lo han incrementado. Han pasado ustedes de un número de altos cargos de 81 personas a 99 y tienen ustedes una vicepresidencia que no tiene ningún tipo de función».

A la contra, Patricia de las Heras (Vox) replicaba a Ferrán Bel (PDeCAT): «Mientras ustedes tienen problemas de identidad, nosotros mantenemos el mismo discurso en toda España, en Castilla y León, en Baleares, en Cataluña y, por supuesto, también en Andalucía».

Encontronazos dialécticos que han pasado por momentos cumbre a raíz de algunas iniciativas del Gobierno autonómico, como ese protocolo antiaborto –o 'provida', como lo definía Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta– que provocó debate y polémica en toda España. El 12 de enero, Gallardo lo presentó en rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno. Unos días más tarde, el Gobierno central enviaba un requerimiento a la Junta para que se abstuviera de aplicarlo. Y apenas un mes después, Iván Espinosa anunciaba en el Congreso que Vox iba a presentar la misma propuesta a nivel nacional. Una proposición no de ley para pedir que «todas las regiones de España adopten las medidas impulsadas por laJunta de Castilla yLeón» respecto al aborto.

La tuberculosis bovina ha sido otro de los motivos de colisión entre ejecutivos. El Gobierno limitó el movimiento del ganado bovino en Castilla y León «para evitar poner en riesgo el nivel sanitario de la cabaña ganadera española y comunitaria», según el comunicado que hizo oficial el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Lo hizo después de que la Junta apostara por «flexibilizar los controles» sanitarios a las explotaciones.

La continuidad de la central nuclear de Garoña o los vestigios franquistas que se quieren declarar Bien de Interés Cultural también han provocado que la comunidad autónoma se colocara bajo el foco mediático y político. Durante un año, el primero de este Gobierno de coalición, la tensión ha sido constante.

Hacia finales de 2022, los partidos entraron ya de lleno en los preparativos de las elecciones municipales, que por primera vez en Castilla y León se celebraban sin urnas autonómicas. En enero, el PP encontró al fin candidato para Valladolid tras un proceso de selección muy complicado. Jesús Julio Carnero, consejero de Presidencia, fue el elegido.

La precampaña fue larga y la campaña, intensa. El resultado del 28M dejó al PSOE tocado tras perder, en la práctica, Ponferrada, Burgos,Valladolid y Segovia y a pesar de recuperar Palencia. El día 29, Pedro Sánchez convocó elecciones generales para el 23 de julio. Yde inmediato comenzó la precampaña. Al PSOE se le entrometió Ferraz en Valladolid para imponer a Javier Izquierdo en la papeleta del Senado. El PP se encontró con que los números 1 y 2 de las municipales por Valladolid se convertían en los números 1 al Congreso y al Senado. La bronca interna de las designaciones terminó por estresar el periodo de 'entreurnas'. «¡Qué larga se ha hecho la campaña!», confesaba un socialista en el parque Ribera de Castilla, a pie de cierre. Normal, ha durado 19 meses.