Un modelo basado en la rentabilidad del socio y la sostenibilidad

Han pasado más de 60 años desde que un grupo de remolacheros decidió dar un paso adelante y unirse en la defensa de sus intereses. Ese modelo cooperativo que surgió entonces «sigue siendo la clave de todo», dice el director general de Acor, José Luis Domínguez, «por encima de todo está la rentabilidad del socio».

La cooperativa se mueve al compás que dictan los tiempos y su evolución ha derivado en «un complejo agronidustrial potentísimo», certifica el propio Domínguez, con una planta de aceites que, en un principio, tuvo carácter biodiesel y que evolucionó a aceite alimentario de colza y girasol; y con la planta azucarera que está catalogada como «la más moderna, eficiente y de mayor tamaño de la Península».

Los números dan una idea de la solvencia. Solo durante el ejercicio económico 2022-2023, Acor obtuvo un beneficio antes de impuestos de casi 25 millones de euros, lo que supone triplicar y multiplicar por diez, respectivamente, los resultados positivos de 2021/22 y 2020/21.

La clave del éxito, con los conocidos vaivenes en el precio del azúcar, está en el «gran trabajo y equilibrio entre los socios y los trabajadores». Acor suma más de 500 empleados, «el 75% vive en el medio rural», matiza Domínguez, quien recuerda el compromiso social de la cooperativa asentado en un modelo de sostenibilidad económica, medio ambiental y social. «Tenemos un compromiso muy fuerte con los jóvenes para conseguir que el campo sea atractivo para ellos, también tenemos políticas de igualdad, conciliación y mejoras salariales para los trabajadores». De hecho, ya están trabajando en su siguiente plan estratégico «que no consiste en desechar todo lo anterior, hay que revisar, pero en el que estamos trabajando en nuestra obsesión por el agua». En este sentido, su modelo de sostenibilidad ha conseguido reducir un 40%, en solo un año, la emisión de CO2, sin olvidar el secado de pulpa al sol, la instalación de placas solares o la reducción de la huella hídrica a través del punto 0 de recepción de remolacha en seco o la depuración de agua que «la necesitamos para nuestro proceso, pero la devolvemos en mejores condiciones».

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