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A. B. E.
Lunes, 9 de febrero 2015, 08:12
La empresa vallisoletana de robótica, automatización y mantenimiento industrial DGH ha suministrado al Grupo PSA el primer robot colaborativo que el fabricante francés de automoción ha integrado en una de sus fábricas a nivel mundial. En concreto se tata de un robot para la automatización de la lectura de los códigos de barras situados en varias de las diferentes piezas que conforman el tren delantero de los vehículos Citroën Berlingo, Peugeot Partner, Citroën C-Elysèe y Peugeot 301, en la factoría de Vigo.
En los dos años y medio transcurridos desde que DGH, con sede en el Parque Tecnológico de Boecillo, puso en marcha su departamento de Innovación y Tecnología, la empresa tiene ya a pleno funcionamiento uno de los proyectos en los que, en palabras de su consejero delegado, Santiago Salado «está el futuro de la industria a medio plazo».
A diferencia de los robots convencionales, «que necesitan mucho espacio y obligan a acometer grandes cambios en las líneas de producción, además de tener que estar aislados en recintos donde no hay personas», los colaborativos «no tienen por qué tener una separación física y se coordinan con los trabajadores porque son capaces de tener en cuenta el entorno en el que se mueven», explica Guillermo Martín, director de Innovación y Tecnología de DGH.
Tecnología aplicada
«Han sido muchos los caminos que hemos explorado, orientados a la localización de procesos que puedan ser optimizados mediante las técnicas y tecnologías de vanguardia», señalan los responsables de DGH. En estos años, la empresa que tiene cuatro delegaciones en España, más una en Lisboa y centros de trabajo en 18 provincias españolas con personal fijo explica que la colaboración con una serie de socios tecnológicos han aportado «esfuerzo y experiencia para definir soluciones en los procesos más complejos e innovadores de la producción». La compañía de ingeniería y mantenimiento industriales comenzó como proveedora de robótica y automatismos de los principales fabricantes de automoción, pero en la actualidad trabaja también con las mayores firmas del sector de la alimentación, el ferroviario y la aeronáutica. Desde hace unos años, también con las del sector de la madera.
«La implantación de robots colaborativos es una apuesta de futuro para facilitar las tareas de las personas en los procesos productivos explican. Asumen tareas de apoyo y servicio en todos aquellos casos donde la seguridad o la falta de ergonomía suponen un inconveniente para el desarrollo de su trabajo».
Estas máquinas están equipadas de visión artificial, unos sensores que permiten contactos leves con los trabajadores con quienes colaboran, pero se detienen automáticamente cuando su funcionamiento puede suponer un peligro. «Tienen, por así decirlo, sentidos», detalla Guillermo Martín, que dirige un departamento «no de I+D experimental, sino de innovación y tecnología aplicadas a necesidades concretas de la industria».
Para los responsables de DGH, «el resultado positivo de la experiencia piloto» llevada a cabo con el Grupo PSA Peugeot-Citroën «y el desarrollo de otras implantaciones experimentales de robótica colaborativa» que actualmente ya están en marcha refuerzan su convicción «de estar dando los primeros pasos firmes ante la realidad de la colaboración hombre-máquina».
«Es el preámbulo de un futuro que puede abarcar a todo tipo de procesos industriales que supongan una carga o tengan una particularidad que haga que sean excesivamente repetitivos o, sencillamente, inviables para las personas», comenta el consejero delegado.
Precios competitivos
La empresa DGH, que cuenta con una plantilla de 300 empleados en sus dos áreas de trabajo (ingeniería y mantenimiento industriales), diseña y modeliza las piezas de sus robots mediante tecnología 3D, algo que les permite «proyectar con ellas cualquier tipo de sistema de control que sea necesario para el guiado de robots», señala Salado.
«El robot es un elemento mecánico que por sí mismo no hace nada explica. Requiere de una ingeniería, que le dote de sensores, elementos de visión, elementos de manipulación, etc, que nosotros le introducimos mediante programas y medios de manipulación específicos para que pueda realizar cualquier tipo de operación. Sin todo esto, el robot es un conjunto de hierros con motores».
Las aplicaciones para la industria son de lo más diverso. «La visión en tres dimensiones permite localizar un objeto en el espacio y facilita la realización de operaciones muy complejas, en posiciones de diferente geometría añade. Capacita al robot para trabajar en el producto o en la pieza de la forma que sea precisa».
Tras años de desarrollo en centros tecnológicos, la robótica colaborativa «tiene una proyección tan extraordinaria que ya hay fabricantes que se dedican a ella en exclusiva», ya que «hace poco más de un año que se puede producir a precios competitivos», concretan desde DGH, donde ya trabajan en otros proyectos de estas características.
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