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Santiago Hidalgo Chacel
Sábado, 13 de agosto 2016, 14:02
ra un prometedor lateral izquierdo con un guante en su pierna hábil que, además, hacía lo que no hacen muchos futbolistas que juegan en su demarcación: poner buenos centros en condiciones favorables para los delanteros. El avilesino Santi Cuesta (11-8-1971) se forjó futbolísticamente tomando sidra y fabes de Grado hasta que en época juvenil recaló en el Real Valladolid y luego en el Promesas, para acabar jugando tres temporadas en el primer equipo. Entre medias, en 1992, firmó por el Espanyol de un José Antonio Camacho que bebía los vientos por él antes de tenerlo en el equipo, pero que luego sorprendentemente no le dio ni bola.
Eso fue en el año 1992. Antes, ese verano, fue convocado para la preselección sub-23 que iba a participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, la selección olímpica de fútbol. Al frente de la misma, Vicente Miera, que en los arranques del periodo preparatorio había confiado plenamente en Santi Cuesta para el lateral izquierdo. La concentración del combinado nacional iba a tener lugar en Cervera de Pisuerga y el equipo llegaba en un buen momento.
La fuerza de ser organizadores y el empuje de Barcelona hacían pensar que la entonces llamada Furia Española podía llegar lejos, aunque no que se lograra un oro olímpico. Fue en Amberes en 1920 cuando el fútbol español estuvo más cerca del éxito olímpico, con una medalla de plata. Mucho había llovido y escampado.
En aquel equipo de 1992 estaban los guardametas Toni Jiménez y Santi Cañizares, y los futbolistas de campo Albert Ferrer, Lasa, Billabona, Paqui, Berges, Juanma López y Solozabal (los centrales del Atlético de Madrid), Luis Enrique, Abelardo, Manjarín, Vidal, Miguel Hernández, Guardiola, Amavisca, Alfonso, Kiko, Pinilla y Soler. Pero en la preselección aparecían otros tres más, El guardameta Rafa y los defensas Armando y Santi Cuesta.
Cuando restaban pocos días para concluir la preparación había que hacer tres descartes para cerrar la convocatoria definitiva del equipo y el técnico cántabro pero con raíces muy fuertes en Asturias (no en vano entrenó a Oviedo y Sporting) Vicente Miera, haciendo patria o justo lo contrario, decidió prescindir de los tres asturianos: Rafa, Armando y Santi Cuesta.
A Cuesta fue el delegado del equipo quien le comunicó que no se contaba con él, después de agregar que en su opinión esta era una decisión que no entendía ni compartía muy bien. Santi se había medido en los partidos previos con Lasa y Rafa Berges y por allí podría tener sus sitio.
Sin embargo, Santi se quedó sin la experiencia de participar en unos JJ OO y sin la consecuente medalla de oro, ya que el combinado español, que había arrasado en la fase de grupo y en las eliminatorias, se plantaba en la final frente a Polonia sin marcar un solo gol.
El 8 de agosto de 1992, ante 95.000 espectadores que llenaron el Camp Nou, España vencía 3-2 con el famoso gol in extremis de Kiko Narváez a una buena selección polaca. Con la victoria llegaba el ansiado oro olímpico.
Santi Cuesta se limitó a ver ese partido por la televisión, quizá soñando que nunca más cerca había tenido al alcance de su mano una medalla de oro.
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