El resurgir de un goleador: diario de un renacido

Tras casi tres días solo en el hospital y con más dolores en la espalda que en la rodilla por no poder moverme de la cama, ambulancia y para casa. Una vez en mi cama he podido descansar mejor, pero con dolores en la rodilla y el gemelo está bastante inflamado. Las sensaciones son raras. Nunca me he encontrado en una situación parecida y no sé si las sensaciones son normales o no.

Los dolores han aumentado, la pierna está muy hinchada y tengo algo de fiebre. Apenas puedo levantarme del sofá. He tenido que ir a Urgencias para descartar posibles infecciones. Los médicos me han relajado y me han dicho que puede ser normal, pues no llego a la semana de la operación y lo primeros días son duros.

He podido disfrutar del último partido de mi equipo en La Albuera y de las bromas con mis compañeros. Además, me han quitado la mitad de las grapas, gran noticia pues las heridas están cicatrizando adecuadamente. La posibilidad de poder hacer vida más o menos normal y de salir de casa es algo que se agradece, pues he estado 10 días encerrado y sin apenas moverme de la cama.

Hoy ha sido el primer día de rehabilitación. He ido con ilusión y ganas. Una vez allí me he sentido cómodo y tranquilo con el fisioterapeuta y me ha animado en este proceso de recuperación. Soy consciente de que la lesión es de larga duración y que no se puede avanzar más de lo que se debe.

Dos semanas de rehabilitación: incertidumbre. La recuperación va más lenta de lo normal por unas adherencias que se han formado en la rodilla y que dificultan su movilidad. El rehabilitador me ha contado que si la rodilla no progresa lo suficiente hay posibilidades de volver a operar. Sería una operación más sencilla, pero volvería a quirófano, cosa que me preocupa bastante.

Tras un mes y medio de poca mejora y malas sensaciones, esta semana he conseguido grandes avances como apoyar la pierna con todo el peso corporal o superar los 90 grados en la movilidad de la rodilla. Estos días han sido todo emociones positivas pues al poder andar más o menos normal he tenido más libertad.

La rodilla ha mejorado, pero no lo suficiente. La doctora me ha dicho que si en tres semanas no consigue más movilidad tendré que volver a pasar por quirófano para hacer una pequeña limpieza. La noticia ha sido dura y me ha traído malos recuerdos.

Una muleta menos, un paso más. A pesar de la mala noticia, sigo mejorando y hemos conseguido quitar una muleta. La sensación ha sido de alegría y me ha ayudado a aumentar la motivación para mejorar. Poco a poco vamos alcanzando pequeños objetivos.

Empiezo una nueva fase de mi recuperación con muchas ganas e ilusión, pero sin perder de vista la revisión en Majadahonda dentro de diez días. Durante el entrenamiento me he sentido con algo de miedo, ya que es la primera vez en mucho tiempo que hago ejercicio en los que se implique la rodilla. Sin embargo, Pablo, el entrenador, me transmite total confianza a la hora de realizar los diferentes ejercicios.

¡Adiós muletas! Nada más superar los dos meses tras la operación, Manu, el fisioterapeuta de rehabilitación, me ha dado una gran noticia: me quitan las muletas. Poder andar con total normalidad me ha supuesto una gran alegría. Aun así, soy prudente. Esto es una maratón y no una carrera de velocidad.

El viaje hacia Madrid ha sido tenso, ya que me podría enfrentar a una nueva operación. Una vez en la consulta, el traumatólogo me ha hecho una revisión y por mis sensaciones y por sus gestos todo parecía ir bien, pues había conseguido mejorar bastante. Tras la revisión, me comunica que no tengo que pasar por quirófano. El viaje de vuelta a casa ha sido más alegre.

Estas últimas semanas he compaginado las sesiones de entrenamiento en Human Perform con las de rehabilitación y con las de entrenamiento en piscina, puesto que todo va según lo previsto. Mi cuerpo ha acusado estos meses de parón y la fatiga y las agujetas son enormes.

Esta revisión ha sido más tranquila que la anterior, pues las sensaciones al entrenar son muy buenas. Sin embargo, siempre tengo algo de tensión ante estas revisiones por lo que pueda pasar. Durante la consulta, la traumatóloga me dijo que todo iba bien y que podía empezar a trotar. Ha sido una gran noticia pues llevo cuatro meses sin poder dar ni una sola carrera.

El inicio fue bastante duro, pero la recuperación sigue por buen camino. Muestra de ello es el empezar a trotar por el campo. Despacito y con cuidado he comenzado a correr con el preparador físico en pequeñas series para ir acostumbrando a la pierna. Estoy muy contento de poder volver a correr y las sensaciones han sido muy buenas. No he notado nada de dolor, aunque siento que me falta fuerza en la pierna.

Lo primero, quiero dar mil gracias a los fisioterapeutas de Fremap Raquel y Carlos, pues siempre han estado pendientes de mí y me han ayudado en este proceso. Y en especial a mi fisio Manuel, que no solo ha ejercido su profesión, sino que también ha hecho el papel de psicólogo e incluso de amigo durante estos tres meses. Termina esta fase y comienza una más bonita.

Estos cuatro meses de recuperación han sido un reto para mí, pues puede haber semanas de grandes avances físicos, pero también de estancamiento, donde parece que la lesión se recupera muy lentamente. Ahora me encuentro en días de buenos avances y es que las sensaciones en cada entrenamiento son mejores. La carrera es mucho más natural y rápida y además estoy comenzando a dar pequeños saltos. La rodilla responde adecuadamente y la pierna cada vez está más fuerte. No obstante sé que la paciencia tiene que ser una de mis mayores virtudes.

Como suele ser normal antes de las revisiones he estado algo tenso. Sin embargo he ido con más confianza, pues soy consciente de que el trabajo de estas últimas semanas ha sido bueno y las sensaciones físicas y psicológicas han sido muy positivas. Primero tocaba ir a la resonancia de control y después ir a ver a la traumatóloga para comunicarme los resultados. Estos han sido muy positivos: el ligamento cruzado anterior está intacto y el menisco no presenta ningún defecto. El trabajo durante estos últimos meses va dado sus frutos. También la alimentación y el descanso.

Tras 154 intensos días desde la operación llegamos a la recta final de la recuperación. Ya puedo empezar a entrenar con el equipo de forma progresiva, desde las cosas más sencillas, como un rondo, hasta llegar a jugar un partido. No siento ningún dolor y ahora solo queda ir quitando el miedo. Agradezco el trabajo que está haciendo los entrenadores de Human Perform conmigo, en especial a Pablo, pues toda la planificación de campo me la está organizando él.

Proceso de adaptación: primeros entrenamientos. Son días con mucha ilusión e incluso nervios porque me he vuelto a sentir uno más del equipo, completando los entrenamientos casi en su totalidad. No obstante, la prudencia, el control y la moderación también han estado muy presentes porque soy consciente de que todavía no estoy al cien por cien, aunque las sensaciones son muy positivas y el dolor no existe. También me voy a tener que adaptar a mi 'nueva rodilla' y a convivir con esas nuevas sensaciones, pues nunca va a volver a estar como la otra.

Recibo el alta médica, un objetivo simbólico (no voy a empezar a jugar de forma inmediata) pero que quiere decir que los plazos se van cumpliendo adecuadamente. Por otro lado, las sensaciones en los entrenamientos son cambiantes. La falta de confianza y la inseguridad en determinadas acciones o tareas van a tardar en quitarse, algo que suele ser normal en estas lesiones de larga duración. Cada vez estoy más convencido de que el aspecto mental y emocional es más importante que las sensaciones físicas, de tal forma que la capacidad de ser positivo, tener confianza y ser constante en tu trabajo siempre va a estar por encima que cualquier otro elemento.

Tarde o temprano tenía que suceder. Tras muchos meses de inactividad las lesiones musculares han aparecido y aunque no es nada grave (una pequeña molestia en el glúteo), me han hecho parar el ritmo de entrenamientos que estaba manteniendo. Lo enfoco como algo positivo, pues toca reducir el ritmo y descansar algo más para encarar la recta final de la mejor forma física posible y sin molestias.

Como durante todo el proceso de recuperación hay semanas donde parece que no avanzas o incluso que sientes que estás peor, mientras que hay otras en las que te sientes capaz de todo. Esto no ocurre solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico. Por eso, a veces el cuerpo te pide dar un paso hacia atrás para después dar dos o tres hacia delante. Este último mes es un claro ejemplo de ello, pues los primeros días tenía molestias, no me encontraba bien y estuve varios días sin entrenar. Sin embargo, ahora estoy entrenando ya como uno más del equipo y las sensaciones son inmejorables. Cada vez falta menos para hacer lo que más me gusta.

En el fútbol todo puede pasar. Que un equipo remonte, que un equipo gane tras casi dos meses sin saborear la victoria, que un equipo salga del descenso con una goleada, que un jugador vaya convocado por primera vez después de más de ocho meses de lesión, vuelva a jugar y además meta un gol en apenas dos minutos... Todo esto es lo que pude vivir en La Albuera, con mi gente y de la forma más inesperada posible, por lo que adquiere mayor valor.

Sin embargo, hay que retroceder unos cuantos días atrás para conocer el comienzo de esta pequeña historia. El martes anterior, 24 horas antes del partido de Copa del Rey, pregunté al preparador físico, al presidente y al gestor si había posibilidad de ir convocado al partido frente al Mallorca. Hacía falta hacerse un test de antígenos, el cual debía haberse realizado de 48 a 72 horas antes del partido por lo que era imposible estar en el banquillo. Aún con esta pequeña decepción seguí insistiendo para ver si era posible ir convocado cuatro días más tarde contra el Marino de Luanco. Me queria sentar en el banquillo porque había varios jugadores sancionados y lesionados y quedaban varios sitios libres para entrar en convocatoria. El jueves me hice el test y durante los siguientes días mi idea solo era estar en el banquillo y apoyar al equipo desde allí (mejor que desde la grada), sin ninguna expectativa de poder jugar.

El día del partido estaba siendo un día normal, aunque tenía esa pequeña ilusión de hacer la mochila, coger las espinilleras y meter las botas para ir a jugar, cosa que no había hecho en los últimos ocho meses, El partido lo viví con ilusión por estar con mis compañeros, pero también estaba lleno de nervios, pues las cosas no empezaron bien (el equipo empezó perdiendo) aunque poco a poco fueron mejorando, con una gran segunda parte.

No tenía ninguna expectativa de jugar, pero rozando el minuto 75 de partido el entrenador (Manu González) me mandó calentar, lo que suponía que seguramente podía jugar unos minutos. Consciente de ello calenté bien, siguiendo esas pequeñas manías que un lesionado adquiere durante este proceso. En el minuto 89 llegó el momento que tanto había estado esperando. La felicidad, la ilusión y también, porque no, la rabia de no haber realizado lo que me gusta inundaban mis pensamientos, sin dejar de lado la concentración que se debe tener en un partido.

Un par de minutos después de saltar al campo el equipo recuperó un balón. Me desmarqué en profundidad y mi gran compañero Álex Conde me dio una asistencia que nunca olvidaré para poder marcar gol.

Lo que más recuerdo de aquella celebración es la rabia. Y también la emoción con las felicitaciones de todos mis compañeros. Este momento es y será uno de los más especiales de mi vida y como es lógico nunca lo olvidaré. Fue un sueño hecho realidad. Una tarde perfecta para volver.