El Atlético Tordesillas obra otro milagro
Un gol de Torres y una resistencia hercúlea coloca al cuadro rojiblanco en la final del 'play-off'
Juan Díez regidor-adg
Almazán
Sábado, 7 de mayo 2022, 22:14
El Atlético Tordesillas estará en la final del 'play-off' de la fase territorial por el ascenso a Segunda RFEF. Se dice rápido, pero se ... suda lo indecible para poder pregonarlo. El último capítulo, como los cinco anteriores, se escribió de rojiblanco con todo merecimiento cuando, al menos hasta el inicio, pintaba de otro color.
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Los jugadores del cuadro vallisoletano derribaron todos los muros, a cada cual más alto. Llegaban como el equipo peor posicionado. Jugaban en el campo de su rival, lleno hasta la bandera. No les valía el empate. Y, por si fueran pocas adversidades, visitaban a un oponente que no había perdido ni una sola vez en casa en toda la temporada. Vaya día eligió para hacerlo.
Almazán
Alberto; Losi (Íñigo, min. 74), Checa, Anto, Víctor; Elvi, Plaza (Héctor, min. 68), Dani Martínez, Albitre; Pablo (Garcés, min. 63) y Edipo
0
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At. Tordesillas
Farolo; Jony, Cachuli, Ivi, Abraham, Fede; Miguel, Héctor (Villa, min. 77), Torres; Campos (Camilo, min. 68) y Ayllón (Beni, min. 88).
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Gol: 0-1 Torres (min. 7).
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Árbitro: Del Bosque García (Burgos). Amonestó a los locales Anto, Elvi y Edipo, y a los visitantes Campos, Villa y Fede.
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Incidencias: La Arboleda. 2.500 espectadores, con presencia de unos 400 desplazados desde Tordesillas
No había prisas al inicio porque la clave era el control del encuentro más allá del marcador. La primera declaración de intenciones la firmó el Almazán con dos saques de banda colgados al área. Expuso sus argumentos pronto, pero su contrincante tampoco era manco a balón parado. Y aplicó la misma medicina. En un saque de banda la pelota le cayó a Torres después de ser peinada, la controló en soledad, sin nadie que le molestara, y la envió a la jaula. El ariete puso la primera piedra de su mejor partido hasta la fecha.
Puede que sus cifras este curso no lo avalen, pero el fútbol es más que números. Torres, que se marchó al Cristo para probar fortuna sin mucho éxito, aplicó aquello de mejor volver donde a uno le quieren. Y nadie puede poner en duda que sin él, el Tordesillas habría visto este choque por la tele. Su nombre no resuena –y eso que su apellido vender, vende– pero campo que va, campo donde deja hasta el hígado. Por La Arboleda seguirá.
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Siete minutos y botín conseguido. Un poco pronto ciertamente, pero la victoria no aparece preguntando por ti. Hay que desearla. Tras el gol, el protagonismo se trasladó a las defensas.
El Almazán quería deshacerse de los nervios que lo asediaban, y lejos de ello, se acrecentaron con el paso de los minutos. La presión los asfixiaba, los pupilos de Miguel de la Fuente se habían empeñado en que nadie recibiera cómodo, conscientes de que los anfitriones con la pelota eran endebles. Cómo será que hasta el descanso no probaron a Farolo.
Solo hubo una acción donde los locales encontraron un hueco por la derecha, pero Elvi remató mal. Nada más. El Tordesillas había firmado una primera parte excepcional, que habría sido de matrícula si hubiera aprovechado las contras.
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El peligro adnamantino, Edipo, se mantuvo muy lejos de la portería. Sus compañeros no lo encontraban. Su equipo no se encontraba. El monólogo con la pelota solo convencía a quien quería convencerse porque sus espesos ataques siempre iban con paréntesis: la defensa del Torde no regalaba una.
Y cuanto más se acercaba la hora crítica, más desguarnecida quedaba la retaguardia del Almazán. Ayllón mandó el segundo a las nubes a falta de media hora. El Torde estaba condenado a sufrir, pero logró convertir la agonía en comodidad. Ivi y Cachuli eran una taladradora de despejes, cada balón aéreo casi suponía un alivio para los rojiblancos. El Almazán era incapaz, y cuanto más lo sabía, más se desesperaba. Fueron siete de añadido, pero como si hubieran sido catorce.
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No capituló, aún así, y estalló de júbilo con el pitido final. Eso sí, el epílogo hubiese sido más tranquilo si Alberto no hubiese llegado a evitar el segundo de Camilo. Ese, el perdón, fue el único debe de los rojiblancos tras una resistencia hercúlea, de la zaga y también del centro del campo, con Miguel y Héctor incansables. Y ahora, a la final territorial, contra un rival que por clasificación volverá a ser favorito, aunque como para decir eso después de todo... Que sea lo que el fútbol quiera.
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