Imparables en Huerta del Rey

La victoria ante el equipo de Antonio Rama no fue de esas para cumplir el expediente, se convirtió en una apisonadora que convirtió –de nuevo– Huerta en un fortín en el que público y equipo disfrutaron durante casi treinta minutos de un Recoletas con velocidad de crucero.

No hubo paliativos del Granollers, que se rindió ante la superioridad local y que quizá acusó el desgaste físico de jugar competición continental. Se le vieron las costuras a los catalanes en la segunda mitad –demasiado–, pero ya el final de la primera parte dejaba entrever que como el choque se fuese a la velocidad de pies y a cámara rápida, saldría perdedor. Lo que no pensaban los visitantes es que se quedarían sin opciones en el minuto... ¡39! con más de veinte por disputarse y con un claro (29-21).

Nada que objetar, tras una salida en tromba de los de Pisonero en la segunda mitad, amparados en Juan Bar en la portería, que cerró los palos para no recibir un gol en los primeros seis minutos de la segunda mitad, y terminar con 18 paradas, 13 tras pasar por el vestuario.

Se le hizo de noche a Montoya o Antonio García, a los que la gasolina apenas les duró 25 minutos. Eso sí, menuda clase la de los dos jugadores visitantes. De lo mejor que ha pasado por Huerta esta temporada, en una primera mitad en la que los catalanes mandaban, incluso llegaron a hacerlo de tres goles (3-6, min. 8).

Entonces apareció Alejandro Pisonero, nada por aqui, nada por allá, y balones a toda la primera línea, incluso a los extremos para Dime y D'Antino, que se hincharon al término de la primera media hora, para darle la vuelta al choque e irse al descanso con un 22-19, que ya dejaba entrever que los pucelanos iban en Ferrari y al Granollers no le daba para subir de escudería desde la Fórmula 3.

Aguantaron lo que le duraron las paradas de Roberto Rodríguez. Cuando el Recoletas acertó la diferencia se fue a ocho goles con ovación tras ovación. ¡Qué siga la fiesta!