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El escritor vallisoletano, muy sonriente, con su inseparable bicicleta en el pueblo burgalés de Sedanoo. Fundación Miguel Delibes
Vida y obra en sintonía

Vida y obra en sintonía

Coherencia ·

Los tres pilares de su perfil biográfico lo son también de sus libros: fidelidad a la tierra; compromiso ético y estético, y creación de personajes

Ramón García Domínguez

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:55

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El 17 de octubre de este 2020, se cumplieron cien años del nacimiento del escritor vallisoletano Miguel Delibes. Estamos conmemorando, pues, el centenario de uno de los nombres más sobresalientes de las letras españolas del siglo pasado y, sin duda alguna, de toda la historia literaria escrita en la lengua de Cervantes. Que también se llamaba Miguel.

Delibes nace en Valladolid en 1920 y muere en Valladolid en 2010. Y siempre hizo suya la proclama de un personaje de su primera novela: «Soy como un árbol que crece donde lo plantan».

Trazar, pergeñar la biografía del escritor es partir del axioma de que vida y obra son en él una misma cosa. Biografía y obra discurren en Delibes prácticamente en paralelo. Miguel Delibes escribe como escribe porque es como es. O viceversa, tanto da.

Con palabras del propio escritor: «Desde que yo empecé a escribir, me propuse que mi literatura y mi tierra irían siempre imbricadas, asociadas». Y no solo en su literatura narrativa, novelística, también en su escritura periodística. Una y otra podemos calificarlas como escrituras de territorio. Una literatura periodística castellana, vivencial, pegada a su tierra y a sus moradores, por y para su Castilla natal.

Ambas escrituras nacen casi al tiempo. En 1943 empieza a escribir en prensa, en su periódico vallisoletano El Norte de Castilla, y cuatro años más tarde inicia su primera novela. Vida y literatura al unísono. Periodismo y narrativa codo con codo.

«La narrativa eclipsó y sigue eclipsando al periodismo, pero lo cierto es que en ambos campos es ejemplo y paradigma»

Ramón García Domínguez

También inseparables en Delibes son la estética y la ética. Así, dijo: «A mi aspiración estética –hacer lo que hago lo mejor posible– he enlazado siempre una preocupación ética: procurar un perfeccionamiento social. Sé que una novela que quede para la posteridad quedará por sus valores literarios, al margen de la preocupación moral del autor. Pero a pesar de esa convicción, yo no he podido desprenderme de ella e, incluso, estoy por asegurar que sin una norma ética como guía, es muy posible que mi obra literaria, buena o mala, no se hubiera realizado».

Tercer puntal sine qua non en la vida y obra de Miguel Delibes: Sus personajes de ficción. En la reflexión final del discurso de agradecimiento del Premio Cervantes en Alcalá de Henares, en abril de 1994, explica: «Pasé la vida disfrazándome de otros (...) Veía crecer a mi alrededor seres como el Mochuelo, Lorenzo el cazador, el viejo Eloy, el Nini, el señor Cayo, Azarías, Pacífico Pérez, seres que eran yo mismo en diferentes coyunturas. Ellos iban redondeando sus vidas a costa de la mía. Ellos son, pues, en buena parte, mi biografía».

Ya tenemos, pues, los tres pilares de este perfil biográfico delibeano: fidelidad a la tierra; compromiso ético además de estético, y creación de personajes alteregos del propio escritor.

Y todo ello con el hilo conductor de cuatro fechas y 20 novelas que van a ir entrelazadas, al menos desde que, ya periodista en ejercicio, publica su primer título narrativo con 27 años: 'La sombra del ciprés es alargada'.

Título con el que, además, gana el prestigioso premio Nadal en su cuarta convocatoria, y arranca así su carrera literaria. El premio se falla en 1947 y la novela sale a las librerías en 1948. A este título seguirán otros 19 culminando, medio siglo redondo después, en 1998, con 'El hereje'.

Novelas arropadas por libros de viajes, de cuentos, periodísticos, de caza y campo, memorialísticos y autobiográficos, misceláneos... que suman una cuarentena de nuevos títulos y conforman un corpus literario de una rara excepcionalidad en las letras españolas del siglo XX.

Primera etapa

De 1920 a 1947

Miguel Delibes Setién nace en Valladolid el 17 de octubre de 1920, el tercero de ocho hermanos. Su infancia transcurre entre los jardines y veredas del Campo Grande, aledaño a la vivienda familiar, y el colegio de Lourdes, regentado por los Hermanos de la Salle, donde cursará el Bachillerato. El perspicaz apunte del profesor de Sicología en la 'Memoria' brinda una idea bastante precisa –a juicio del propio interesado– de la personalidad del niño: «Tiene la mirada lánguida y un poco tristona, y es Miguel, sin embargo, el más alegre y juguetón del grupo». «Sí, yo era simultáneamente juguetón y triste. Fui un neurótico precoz que pasaba sin transición y sin causa aparente de la exaltación a la melancolía. Era un chico extremadamente sensible, reservado, apartadizo, aunque al propio tiempo, irónico y burlón», confesó al autor de estas líneas.

En 1936, año en que comienza la Guerra Civil española, Miguel, con 15 años, ha terminado el Bachillerato y, al hallarse cerrada la universidad, ingresa en la Escuela de Comercio de Valladolid, que alterna con clases de modelado y dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. El dibujo comienza a apasionarle, y sigue cultivando la caricatura, afición que le viene del colegio. En 1938, y visto que pueden movilizarlo en cualquier momento, el joven Delibes, con 17 años, decide enrolarse en la Marina.

El novelista, mirando hacia abajo reflexivamente..
El novelista, mirando hacia abajo reflexivamente.. El Norte

Termina la contienda y regresa a Valladolid. Sigue con sus estudios de Comercio y se matricula en Derecho. Son ocho hermanos en casa y hay que buscarse la vida. Solicita un «préstamo sobre el honor» para estudiantes, en la Caja de Ahorros de Salamanca, de 10.000 pesetas, que deberá devolver en tres años a partir del primer sueldo.

En 1942 ingresa por oposición en el Banco Castellano, donde gana 189 pesetas mensuales y le sirve para conocer los entresijos de las finanzas y opositar a una Cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio.

Comercio, Derecho y ... dibujo. Como dibujante y caricaturista ingresa Miguel Delibes en El Norte de Castilla el 10 de octubre de 1941, a punto de cumplir 21 años. Da comienzo su vocación y profesión periodística, tan decisiva y significativa en su vida e incluso en su literatura. La narrativa eclipsó y sigue eclipsando al periodismo, pero lo cierto es que en ambos campos es ejemplo y paradigma. Aunque no será hasta 1944 cuando entre en plantilla como redactor.

En 1945 gana Delibes las oposiciones a la Cátedra de Derecho Mercantil y obtiene plaza en la Escuela de Comercio, remplazando en el puesto a su padre, y compaginando la docencia con el ejercicio del periodismo.

Y llega otra fecha clave: su matrimonio con Ángeles de Castro, el 23 de abril de 1946. Se habían hecho novios en uno de los permisos de Miguel de su periodo militar y Ángeles se convertirá, desde ese momento, en «la mejor mitad de mí mismo», como le gustaba repetir al novelista, que calificó su unión como «la decisión más acertada de mi vida».

Los dibujos y caricaturas los firma con el seudónimo de MAX, siendo la M la inicial de Miguel, la A la de Ángeles y la X la de la incógnita del futuro de ambos. El matrimonio asienta al inquieto profesor-periodista, y es cuando comienza a leer y escribir en serio, convirtiéndose en novelista casi por azar. El propio Delibes lo confesó en más de una ocasión: «Cuatro determinantes distintos pero concurrentes, hicieron realidad mi vocación literaria: el 'Curso de Derecho Mercantil' de Joaquín Garrigues, El Norte de Castilla, mi esposa Ángeles y el premio Nadal por mi primera novela. De haber faltado cualquiera de ellos, mi rumbo profesional y biográfico no sé qué derroteros hubiera seguido».

Segunda etapa

De 1947 a 1974

Delibes está ganado para el mundo de las letras. Con el gran y definitivo espaldarazo literario que supone el Premio Nadal arrancan 27 años fundamentales, significativos y decisivos. Entre 1947 y 1974 es, probablemente, el periodo más fecundo de la biografía y bibliografía delibeanas. Publica once de las 20 novelas que dio a luz en sus 90 años de vida. Pero también es cuando se desarrolla prácticamente toda su actividad periodística.

La historia y ejercicio periodístico de Miguel Delibes se circunscribe prácticamente a El Norte Castilla, y abarca de 1941 a 1963. 22 años en los que desempeñó diferentes tareas de redacción y ocupó los cargos de subdirector y director (de 1958 a 1963), dimitiendo por razones de conciencia profesional y enfrentamientos con las autoridades de prensa de la dictadura.

El compromiso con su tierra le llevará a ejercer un periodismo batallador y reivindicativo en defensa de Castilla, y muy particularmente, del medio rural. Y empiezan a llamarle al orden. «Cuando a mí me prohíben la campaña de prensa en denuncia del abandono del campo castellano, escribo 'Las ratas', que es un alegato mucho más duro que los reportajes periodísticos», explicó el novelista. Lo llamaba «cambiar de instrumento».

Otro de los logros, como director de El Norte, de los que Miguel Delibes se sintió más satisfecho fue el de aglutinar en torno a él a un grupo de profesionales, de periodistas y escritores, que conformaron un plantel verdaderamente excepcional: Francisco Umbral, Manuel Leguineche, J. Luis Martín Descalzo, José Jiménez Lozano, César Alonso de los Ríos, Fernando Altés, Javier Pérez Pellón... El periódico 'La Croix', de París, afirmaría que El Norte de Castilla era la publicación más independiente de la España de aquellos años.

Doce años antes que 'Las ratas' Delibes había publicado 'El camino', que para él fue el descubrimiento de su auténtica manera de novelar. La crítica especializada la saluda como un auténtico fenómeno literario. Y Delibes la había escrito en tres semanas, a capítulo por día, en el verano de 1950. «Es cuando me doy cuenta de que para mí es más fácil ser fiel a uno mismo, escribir como uno es», confiesa.

En 1955 publica otra de sus novelas fundamentales, 'Diario de un cazador'. El escritor defendía que «sin mi habitual práctica cinegética, nunca para mí accesoria sino sustantiva, yo no atinaría a escribir. Soy un cazador que escribe, no un escritor que caza. Y quien dice cazador dice hombre de campo». Se trata de una novela de calidad literaria intrínseca. Para el hispanista irlandés Leo Hickey, es la obra maestra de Delibes, y constituye su más novedosa aportación a la novelística española.

«El periódico 'La Croix', de París, afirmaría que El Norte de Castilla era la publicación más independiente de la España de aquellos años»

Ramón García Domínguez

«Su maestría consiste en hacer hablar a un hombre de la calle de escasa cultura, exactamente como hablaría un hombre de la calle de escasa cultura. Hay un coincidencia exacta del lenguaje hablado con el escrito».

¿Podemos considerar a Lorenzo, el cazador protagonista, como el alter ego más fiel de su creador Delibes? El propio novelista lo proclamó así más de una vez. Sin embargo, mientras Delibes fue siempre un neurótico propenso al pesimismo, Lorenzo es el prototipo del optimismo por antonomasia y del disfrute de la vida. No hay personajes optimistas –a excepción de Lorenzo– en la narrativa de Delibes, en efecto. Y podemos colegir que no los hay por la actitud del novelista frente a sus entes de ficción. «Yo he tomado en mi literatura una deliberada postura en favor del débil. En todas mis obras se da un acoso del individuo por parte del entorno, de la sociedad, y siempre es esta quien gana, quien se impone», apuntó el autor.

Delibes, castellano de raíz y de vocación, fiel a su paisaje y a su paisanaje de por vida, también se echó de cuando en cuando «por esos mundos» de Dios y nos contó sus andanzas en varios libros de viajes. Todos ellos fueron primero crónicas de prensa, publicadas en El Norte de Castilla y otros periódicos españoles, y responden, en propio testimonio, a la voluntad de dejar constancia de sus vivencias.

Tercera etapa

De 1974 a 1990

El tercer periodo comienza el 22 de noviembre de 1974. Ese día sufre Miguel Delibes un grave contratiempo: la muerte prematura de su esposa Ángeles, a causa de una fallida intervención quirúrgica de un tumor cerebral. La vida y la obra del escritor experimentan un cambio radical. Queda sumido en una profunda postración. «Pasé unos años –evoca él mismo– sin hacer apenas nada, ni por supuesto, novelas. Planear y escribir una novela requiere una mente en blanco, una profunda concentración, y yo, en aquellos años, era incapaz de concentrarme».

Al año siguiente, 1975, Delibes ingresa en la Real Academia de la Lengua, y escoge intencionadamente para pronunciar su discurso el 25 de mayo, cumpleaños de Ángeles, desaparecida seis meses antes. «Vais a permitirme –se arranca diciendo a los académicos– un inciso sentimental íntimo. Desde la fecha de mi elección a la de ingreso, hoy, en esta Academia, me ha ocurrido algo importante, seguramente lo más importante que podría haberme ocurrido en la vida: la muerte de Ángeles, mi mujer, a la que un día, hace ya 20 años, califiqué de 'mi equilibrio'. He necesitado perderla para advertir que ella significaba para mí mucho más que eso: ella fue también el eje de mi vida y el estímulo de mi obra pero, sobre todas las demás cosas, el punto de referencia de mis pensamientos y actividades».

Ángeles de Castro y Miguel Delibes en una fotografía de juventud.
Ángeles de Castro y Miguel Delibes en una fotografía de juventud. Fundación Miguel Delibes

'El sentido del progreso desde mi obra', título que dio a sus palabras, deja bien en claro sus intenciones: más que hablar de su obra en sí misma, habló de la Naturaleza y de su defensa, actitud que se desprende precisa y meridianamente de toda su narrativa. El credo delibeano al respecto no puede ser más clarividente: «Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente es retroceder».

Delibes rompió su prolongado silencio literario con la escritura y publicación de 'El disputado voto del señor Cayo' (1978), novela motivada por las elecciones generales españolas de 1977, las primeras democráticas tras la muerte de Franco. En el libro se contraponen dos modos de vida y, sobre todo, dos lenguajes, el urbano y el rural.

Casi una década después, en 1987, se publica 'Madera de héroe', que sin duda merece ser considerada la más autobiográfica en su intención y argumento. Tanto el protagonista, Gervasio García de la Lastra, como el novelista participan en la Guerra Civil. Ambos se enrolan en la Marina y permanecen el mismo periodo de tiempo, de abril de 1938 al 1 de abril de 1939; a ambos se les asigna el mismo oficio a bordo, 'tubo acústico', y ambos ostentan, como marineros, el mismo número y letra: 377A.

Cuarta etapa

De 1990 a 2010

Tres novelas publica Delibes en estos 20 años: 'Señora de rojo sobre fondo gris' (1991), 'Diario de un jubilado' (1995) y 'El hereje' (1998). Si 'Madera de héroe' mostraba manifiestos parangones biográficos, qué decir de 'Señora de rojo sobre fondo gris'. Es autobiografía pura, si bien camuflada literariamente.

El relato recrea los últimos meses de la vida de su esposa Ángeles, a la que bautiza como Ana, mientras que Delibes es el pintor de nombre Nicolás. El autor hablaba así de este libro mientras le daba forma: «Ángeles lo fue todo en mi carrera de novelista y mi homenaje de reconocimiento y admiración no podía ser otro que una novela. Y a ser posible, una buena novela». Y a fe que lo fue. Eso sí, Miguel Delibes la publica en 1991: 17 años después de que fallezca su mujer. «Necesitaba perspectiva y serenidad. La novela salió cuando tenía que salir», manifestó.

De los galardones literarios de esta etapa sin duda es el Premio Cervantes el reconocimiento más destacable y con mayor repercusión mediática, particularmente por el discurso de agradecimiento. Destacó el escritor el papel fundamental que en su literatura y en su narrativa han jugado sus personajes de ficción.

«Ángeles lo fue todo en mi carrera de novelista y mi homenaje de reconocimiento y admiración no podía ser otro que una novela. Y a ser posible, una buena novela»

Miguel Delibes

«Yo no he sido tanto yo –cerraba el premiado su alocución– como los personajes que representé en mi personal carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte mi biografía». Aun cuando Delibes recibió el Cervantes con gran satisfacción y gratitud, lo mismo que había ocurrido con el Nacional de Literatura (1955), el de la Crítica (1962), el Príncipe de Asturias (1982), el de las Letras de Castilla y León (1984) o el Nacional de Las Letras Españolas (1991), él siempre expresó que su «auténtico y más satisfactorio premio literario» fue para él el primero, el Nadal.

Medio siglo redondo separa la primera y la última novela de Delibes, 'El hereje', que constituye, sin duda, una de las obras cumbres de las letras españolas de siglo XX. Es un canto a la libertad de conciencia y, para Delibes, Cipriano Salcedo es un uno más de su galería de personajes acosados y perdedores. El escritor se la dedica 'A Valladolid, mi ciudad', y pone así punto final a su novelística, que transcurre casi por entero en Valladolid y Castilla, lo mismo que transcurrió por completo la vida de su creador. Soy como un árbol que crece donde lo plantan, le gustaba repetir. Y me permito apostillar: que crece, y muere, donde lo plantan. Miguel Delibes murió en la madrugada del 12 de marzo de 2010. En Valladolid.

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