Jesús Marchamalo. Henar Sastre

Pastas, champán y uvas

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Jesús Marchamalo: «La Paca había trabajado toda la vida en casa de sus padres y no olvidó aquel día en que el joven Miguel la llevó en taxi a Simancas, porque su marido había sufrido un ataque al corazón»

Jesús Marchamalo

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:44

Todo empezaba siempre con las uvas albillo que le llevaba La Paca. Ya días antes él mismo lo anticipaba, pero era con las uvas de La Paca con las que se formalizaba el cumpleaños. La Paca había trabajado toda la vida en casa de sus padres y no olvidó aquel día en que el joven Miguel la llevó en taxi a Simancas, porque su marido había sufrido un ataque al corazón. Urgía el viaje y no era fácil entonces moverse por España; no había trenes, ni coches e ir en taxi era un lujo al que Delibes se prestó gustoso.

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Y no lo olvidó nunca, así que cada cumpleaños comenzaba con La Paca, que llegaba a la casa, anciana, afable, con un paquete de uvas albillo y unas pastas del pueblo.

Después llegaba la tarta de Camino, su hija pequeña, de frambuesas y nata, que su padre comía a dos carrillos, y un ramo de flores, fragantes rosas rojas que le mandaba siempre Lola Herrera. Pero lo que causaba sensación, sobre todo entre los más pequeños, era la botella de Moët Chandon, gigante como las de la Fórmula 1, que le enviaba su amigo Teixidor, uno de los editores de Destino.

No era fácil para los regalos –reconocen en la familia–, porque detestaba las figuritas, los adornos… Así que, en general, le regalaban libros, ropa o discos. Y le gustaban los dibujos de sus nietos y las fotos de Adolfo, el que fuera 'El príncipe destronado', que cada año dejaba, con su cámara, constancia de la celebración.

Y fue hermoso, porque el año que murió La Paca, de viejecita, fueron dos de sus hijos quienes llegaron a la casa, por sorpresa, un poco azorados, trayéndole las uvas. Porque hay en ocasiones gratitudes que se extienden, cumplidas, en el tiempo.

Miguel Delibes ha cumplido cien años este otoño: uvas albillo y pastas y esa botella de champán gigante que llegaba, causando admiración, de Barcelona. ¡Felicidades!

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