Palabra viva, no letra muerta
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Reyes Monforte: «Espero que esa cualidad iluminada de Delibes se traduzca en una justa visibilidad de su aniversario»Reyes Monforte
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:45
Parafraseando a Miguel Delibes en su encomiable discurso de ingreso en la RAE, permítanme un inciso sentimental e íntimo: mi idilio con las palabras escritas por Delibes facilitó que aprobara la prueba de acceso a la Universidad para estudiar Periodismo, donde cayó uno de sus textos, 'El Camino' (¡Ay, Daniel el Mochuelo!). Todavía recuerdo la mueca de felicidad en mi rostro al ver el enunciado del examen. Es casi la misma que persiste hoy cuando repaso 'El sentido del progreso desde mi obra', el discurso que don Miguel leyó el 25 de mayo de 1975 en la Real Academia Española y que empezó diciendo que, pese al frac que vestía, se consideraba, humana y literariamente, muy poco académico –amaré sus laísmos y leísmos con independencia de supuestos rigores gramaticales–. Léanlo si pueden. Cada palabra de esa alocución representa un retablo de la condición humana. «La tecnocracia no casa con eso de los principios éticos, los bienes de la cultura humanista y la vida de los sentimientos. En el siglo de la tecnología todo eso no es más que letra muerta». En esta época de pandemia, ciencia y supervivencia, rescato una de sus reflexiones: «La Medicina, pese a sus esfuerzos, no ha conseguido cambiarnos por dentro; nos ha hecho más pero no mejores. Estamos más juntos pero no más próximos». Visionario o, más bien, genio de la palabra y del sentido común adquirido por la mera observación de la naturaleza, no solo la terrenal, también la humana. Espero que esa cualidad iluminada de Delibes se traduzca en una justa visibilidad de su aniversario. Sería reconfortante que con el centenario de Miguel Delibes no sucediera lo mismo que con el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes cuando, solo a nivel de cobertura televisiva, la BBC volvió a sacarnos los colores con su ovacionada programación de servicio público para conmemorar idéntica efeméride de Shakespeare, frente a la indiferencia de la televisión pública española, donde parecen primar los 'realities' entre fogones sobre el auténtico alimento cultural. Necesitamos palabra viva, no letra muerta, porque codiciamos el poder sanador y liberador de las palabras. Finalizo como empecé, con las palabras del maestro: lo que es evidente, como dice Alain Hervé, es que a estas alturas, si queremos conservar la vida, hay que cambiarla.
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