Antonio Carvajal. Javier Martín-Ideal

Dos horas con Miguel Delibes

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Antonio Carvajal: «Incapaz de acordar el tono épico de la montería con el aire humilde de la caza menor, me ceñí a la perdiz pues, siguiendo sus pasos, Delibes me permitía reconocer como míos el paisaje, los usos, las palabras»

ANTONIO CARVAJAL

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41

En muchas ocasiones Castilla me ha levantado al cielo en la palma de su mano. Verme muy alzado me provoca hondo vértigo, como me ocurrió en enero de 1993 cuando me encontré solo ante Valladolid, invitado para disertar sobre don Jorge Guillén en el centenario de su nacimiento, y en la sala, sentado en el centro de la primera fila, don Miguel Delibes solo, mirándome con fijeza constante mientras, llevado por mi fervor hacia don Jorge, soltaba por mi boca cuanto me sobreabundaba el corazón.

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Terminada la charla, se acercó y me felicitó con perceptible verdad. Conversamos animadamente unos minutos y le divirtió un episodio escolar que le referí: el profesor de Historia del Español nos exigía trabajos léxicos y yo, animado por tener cazadores en la familia, me puse a comparar el decir cinegético y rural de dos libros: 'Narraciones de un montero', de Antonio Covarsí, y 'Diario de un cazador', de Miguel Delibes. Incapaz de acordar el tono épico de la montería con el aire humilde de la caza menor, me ceñí a la perdiz pues, siguiendo sus pasos, Delibes me permitía reconocer como míos el paisaje, los usos, las palabras: adorné mi trabajito con un ojeo por 'Las cosas del campo', de José Antonio Muñoz Rojas, y rematé la faena comentando la caza con lumbre, según parodia Muñoz Seca en 'La venganza de don Mendo', ya que ni a don Mendo ni a don Miguel gustaban las trapazas: «No es torpe, no, la invención; / mas un cazador de ley / no debe hacer tal acción». Al llegar aquí, un Delibes sonriente me comunicó que ya se explicaba detalles de mi charla que se le habían escapado. Y pronto cesó la maravilla del encuentro; me dio una palmada en la espalda, me dejó en manos de amigos, quedamos en volver a vernos.

Nunca más nos vimos.

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