La Desi

El primer libro de Delibes que leí fue 'La hoja roja', en aquella colección de Salvat RTV que solía haber en casi todas las casas españolas de los años setenta, y que en la nuestra todavía pervive y yo aspiro a heredar. Tendría 13 ó 14 años, sería seguramente en alguno de aquellos veranos largos y monótonos en los que no había mucho más que hacer a la hora de la siesta que coger un libro al azar y tumbarte a leer. Aún retengo fijado a fuego en la memoria el efecto que me causó, un hondo sentimiento de compasión, ternura y melancolía. Y aunque el protagonismo de la novela es compartido, a mí, entonces, fue el personaje de la Desi el que me cautivó: una muchacha de pueblo sin demasiadas luces, ignorante, cazurra y sometida, cuyo único destino era dejar el campo para –como se decía entonces– ponerse a servir en la capital y juntar para el ajuar. Más que retratarla, lo que logra Delibes con su maestría es proporcionarle una consistencia casi tangible y hacer que ella misma despliegue ante nuestros ojos sus desazones y desencantos, su manso conformismo, sus cortas aspiraciones, su elemental manera de pensar y expresarse, su desarraigada alma rural. Me impresionó la Desi quizá por contraste, porque en ella vi reflejado exactamente todo lo que yo, todavía en la adolescencia, no quería llegar a ser. Y aun así, me desasosegaba ser consciente de que ese tipo de jóvenes existían por montones y formaban una triste parte de nuestra realidad. Echo la mirada atrás y me sigue fascinando ese talento inmenso de Delibes para emocionarnos esculpiendo a sus personajes con sobria hondura e infinita humanidad. En cuanto ponga el punto final a estas líneas, voy a buscar 'La hoja roja' para reencontrarme con la Desi, con Delibes y con mi ayer.