Bernardo Atxaga: «Los libros que Delibes, yendo a la verdad 'por corto y por derecho', dedicó a la vida rural insuflaron vida a los campos y montañas de Castilla, y con ellos aprendieron los lectores a darles el justo valor»
Bernardo Atxaga
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41
En los tiempos del colegio siempre caía una redacción en la que los alumnos debían dilucidar su postura acerca del campo y la ciudad. Los que éramos de pueblo respondíamos que el campo era lo mejor, y hablábamos del aire puro y del silencio, del río y de la montaña; los de ciudad mencionaban las cafeterías, los cines y las tiendas de discos. No había color. El triunfo de la retórica contienda, del 'joc partit', correspondía siempre a los de ciudad. «Veinticuatro a tres», dijo un día el profesor de Lengua y Literatura. «Goleada», remató alguien, uno de San Sebastián. «Palurdos», dijo otro. Otro más, también de San Sebastián, levantó la mano, y preguntó: «Profesor, ¿es cierto que 'Aizarnazabal' significa 'Boñiga de Abajo'?». Todos se rieron, y yo también. Había que disimular. No debía saberse que provenía de muy cerca de Aizarnazabal.
¿Hay alguien que, tras rozarse con la gente de ciudad, siga sintiéndose orgulloso de su pueblo o de un valle como el de Daniel, el Mochuelo? Desde luego, no de primeras. En general, a ese roce le seguía la pérdida de lo que ahora, con palabra horrible, llamamos autoestima.
¿Cómo salir del agujero? ¿Cómo reconstruirse? Pues con la poesía. No con aquella, moralista, de Antonio de Guevara y su alabanza de aldea, ni con la espiritualista de los poetas del noventa y ocho, sino con la de los escritores agudos y veraces, al modo de Miguel Delibes. Los libros que él, yendo a la verdad «por corto y por derecho», dedicó a la vida rural insuflaron vida a los campos y montañas de Castilla, y con ellos aprendieron los lectores a darles el justo valor. No solo los de Valladolid o los del valle de Daniel, el Mochuelo; también los de cerca de Aizarnazabal y los de otros muchísimos lugares.
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