Con Castilla al fondo
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Fernando García de Cortázar: «Nadie ha dialogado con su naturaleza y sus gentes como el autor de 'El camino', empeñado en quitarnos las telarañas noventayochistas de los ojos»Fernando García de Cortázar
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:43
Estaba echado yo en la tierra, enfrente / del infinito campo de Castilla (…) / pensé arrancarme el corazón, y echarlo / pleno de su sentir alto y profundo / al ancho surco del terruño tierno…». Son versos de Juan Ramón Jiménez, pero a mí, que he vivido cinco años entre Villagarcía de Campos y Salamanca, me recuerdan a Miguel Delibes, cuya sombra alargada es ya parte del hermosísimo paisaje castellano.
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No hay otra tierra en España más arropada de literatura. Muchos son los escritores que han elogiado su belleza. Viviendo su paisaje, Machado compuso uno de esos libros que alcanzan el raro privilegio de nutrir la educación sentimental de un país. Y sus compañeros de generación reinventaron la historia de España creando un nuevo mito: el mito de Castilla como clave de nuestra nacionalidad. Pero nadie se ha detenido a contemplar Castilla y a contarla como Delibes. Nadie ha dialogado con su naturaleza y sus gentes como el autor de 'El camino', empeñado en quitarnos las telarañas noventayochistas de los ojos. Porque Castilla nunca fue como la soñaron aquellos gigantes de nuestra literatura. No era, nunca pudo ser así, aunque el fuego del sol en el horizonte incendiara las llanuras cada tarde y los pueblos pudieran parecer los mismos. Y no pudo serlo porque en la vida real, como reflejan las novelas y los personajes de Delibes, el tiempo pasa y existen las pasiones, las violencias y las injusticias que enredan y desenredan las vidas de hombres y mujeres.
Decía Ignacio Aldecoa que lo que distingue las novelas de Delibes es la sobriedad de su escritura, siempre ajustada a la retórica del tono menor. Es verdad, la transparencia es la marca de su estilo. Y también la razón de su vigorosa permanencia y el pálpito cinematográfico que convierte sus relatos en carne de pantalla de cine. Recuerdo la película de Mario Camus, 'Los santos inocentes', pero sobre todo recuerdo la novela, ese tremendo y conmovedor poema de la tierra y del infortunio. Y recuerdo al viejo Azarías, uno de los personajes más memorables de nuestra literatura.
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