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Sábado, 7 de julio 2018, 11:12
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Hay historias que duran unos minutos. Otras duran varios días. Y otras, como las grandes novelas, se prolongan durante décadas. Eso sí, para llegar a ese punto hacen falta giros argumentales, nuevos personajes y tramas entrecruzadas. Y esa es precisamente la historia de la librería Hijos de Santiago Rodríguez, que con 168 años a sus espaldas puede presumir de ser la librería más longeva de España y que hoy ha vivido un auténtico punto de inflexión, al trasladarse de su histórico local en la Plaza Mayor a uno nuevo en la calle Avellanos. Un traslado cimentado, según explica Mercedes Rodríguez, en la necesidad de dar una vuelta de tuerca al negocio. «El antiguo local era muy grande e incómodo para trabajar», al menos hoy en día, explica.
Por eso, tiempo atrás, la familia decidió cortar por lo sano y, como en las grandes novelas, pasar página, sin olvidar, eso sí, lo que quedaba atrás. Y es que, tras 57 años en el mismo local, éste se había convertido en todo un emblema de la Plaza Mayor y, por ende, de Burgos en su conjunto. Pero había que dar el paso, y finalmente se apostó por un local más pequeño, pero a la vez más cómodo en la calle Avellanos.
Por allí han pasado esta tarde decenas y decenas de clientes, familiares y amigos, prestos a celebrar una inauguración hasta cierto punto atípica. Todos ellos han podido descubrir que el espíritu de la librería no ha cambiado, aunque sí el continente. «Faltan cosas, como el letrero y algunos muebles», pero «hemos aprovechado para dar un nuevo toque» a la librería sin abandonar la historia que acumula, explica Rodríguez. «Queremos que sea una librería nueva, pero a la vez antigua. Una librería emblemática en la que la gente que venga encuentre todo lo que busca».
Entre las novedades que presenta el nuevo local destaca la reducción del espacio dedicado a la papelería, una circunstancia que ha sido posible gracias a la existencia de un gran almacén y, sobre todo, del cambio de paradigma sufrido por los libreros en los últimos años. «Antes necesitabas un espacio mucho más grande para almacenar los libros, pero ahora, la tecnología nos permite que no haga falta», asegura Rodríguez.
Además, un somero vistazo al local permite observar otras novedades, como la presencia de lectores de códigos de barras para aportar información sobre cada uno de los títulos en stock o unas vitrinas en las que ya se exhiben libros históricos de la colección particular de la familia Rodríguez, que son muchos. A este respecto, la intención es complementar la oferta de la librería con exposiciones periódicas, que se sumarán, en todo caso, a las ya tradicionales presentaciones de libros. De momento, ya tienen varias cerradas, incluida una de Andrés Pascual, que en septiembre presentará su última novela.
Y todo ello con un objetivo tan ambicioso como, hasta cierto punto romántico: mantener vivo un sueño que nació en 1850 y que sobrevive gracias a la «dedicación y esfuerzo» de la familia Rodríguez. A estas alturas, el negocio ya va por su quinta generación y la sexta está en ciernes, señala entre sonrisas Rodríguez al tiempo que pone dudas en torno a su jubilación. «Seguramente no me jubile. O lo haga de una forma que pueda seguir por aquí. Nací y crecí entre libros. No me imagino una vida diferente», destaca.
Oye, ¿y por qué no escribir un día un libro con todas las anécdotas -que las hay a cientos- del local de la Plaza Mayor? Eso, dice Rodríguez, se lo dejamos a los escritores. «Leo mucho, pero cada vez doy más mérito a los escritores, porque a mí me resulta imposible hacer lo que hacen».
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