José Sacristán :«Hoy al mundo lo cuentan voces autorizadas y otras que más valdría que cerraran la boca»
El actor encarna a Fernando Fernán-Gómez en 'El hijo de la cómica'
En la literatura y el cine es habitual el recurso de narrar la vida de una familia o una pequeña comunidad, a menudo desde los ... ojos de un niño, para contar a través de él no solo esos momentos vitales que en todas las personas resuenan, sino hablar también de un episodio histórico, del pulso de una época, de un instante del pasado... En sus memorias 'El tiempo amarillo', Fernando Fernán-Gómez retrató así no solo los recuerdos de infancia y juventud que le llevaron a aquel adulto que todos recordamos, sino también a la España de la República, el alzamiento de Primo de Rivera y de los franquistas después, y la Guerra Civil.
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Ahora, José Sacristán adapta, dirige y protagoniza una representación de los primeros veintidós años de Fernán-Gómez en 'El hijo de la cómica', una obra en la que Sacristán encarna al intérprete de 'La lengua de las mariposas', 'La venganza de Don Mendo' o 'El espíritu de la colmena', entre otros clásicos del cine. «En la obra interpreto a una docena de personajes», incluyendo al Fernando niño, su madre o su abuela, que en él ejercieron una influencia fundamental básica», adelanta Sacristán, que visitará Valladolid con este trabajo este sábado a las 19.30 horas en el Teatro Calderón.
Así, la obra refleja «todo lo cotidiano y lo tierno, pero también la hambruna y la precariedad de la época, que hacen de su figura algo muy querible». Una estampa «que tiene interés desde que nace y es testigo de lo que vive y lo que le rodea, pues fue uno de los emblemas imprescindibles de la cultrua de este país», asevera quien, aparte de reaclimatar las memorias de Fernán-Gómez, ha incorporado a la obra conversaciones mantenidas en persona con él mientras aún vivía: «He buscado transmitir mi respeto, cariño y admiración por él, y aún hoy siento el privilegio de haber sido amigo suyo», afirmó Sacristán, que además colaboró con él en películas como 'El viaje a ninguna parte' o '¡Arriba Hazaña!', entre otras.
Con el respaldo del público ya en sus representaciones de Granada, Avilés o Palencia, Sacristán recuerda cómo, a pesar de su larga trayectoria, no le resultó sencillo meterse en los zapatos de Fernando: «Pasaba de la celebración y de estar encantado de la vida a sentirme 'acojonado'», confiesa. Con todo, no vacila en admitir que le decían que era el más indicado para acometer esta empresa: «Me decían que el mejor que podía contar esto soy yo, y ya sea por trayectoria o por mi edad sí que creo ser un vehículo adecuado para transmitir y dar a conocer la figura de Fernando, su opinión y las experiencias que tuvo en el tiempo que le tocó vivir».
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Los destellos de este niño reflejan «la idea que tiene la gente del Fernando adulto», y aunque anticipa que «muchos se sorprenderán», eventualmente lo que se recoge es la clásica máxima shakesperiana de la vida como teatro, y el teatro como vida: «Vamos por la vida representando y siempre nos preguntamos si encarnamos un papel donde el resto son comparsas o, a su vez, protagonistas de sus propias vidas», elucubra Sacristán.
Testigo lúcido
Pero al margen del costumbrismo, como decimos, la horquilla que abarcan los años 1921 y 1943, también incluyen, más allá de las peripecias del niño Fernando o de su madre Carola y su abuela Carolina, acontecimientos de peso como el golpe de Primo de Rivera, la proclamación de la Segunda República, el alzamiento franquista, la guerra civil y la posguerra: «Fue Fernando un testigo lúcido de su tiempo, y hoy podemos conocer todo lo ocurrido gracias a la mirada interesante de quienes lo vivieron», valora Sacristán.
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Son, para él, estos unos testimonios con ecos de Pío Baroja, de Benito Pérez Galdós o de Arturo Barea, que narraron también sus tiempos históricos desde las vivencias personales de la gente menuda. Pero, ¿hay quien hoy puede hacer esto, en el cambio de época en el que estamos inmersos? «Creo que para narrarnos hoy hay voces más que autorizadas y voces que más valdria que cerraran la boca y no se pronunciasen», ironiza Sacristán, que cita a Machado y su verso «A distinguir me paro las voces de los ecos», y lamentando escuchar voces «que no creí que volvería a oír», en referencia expresa al auge de la extrema derecha en el país y en otras potencias del mundo,
Con todo, es pesimista Sacristán ante la perspectiva de que recoger la España de entonces, aunque sea mediante las palabras de Fernán-Gómez, pueda remover conciencias ante la situación actual: «Ojalá influyéramos más desde el mundo de la cultura, pero me temo que todo lo que podemos hacer es proponer motivos de reflexión o divertimento», señala. «Si la cultura fuera capaz de cambiar la historia, probablemente no estaríamos como estamos ahora».
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