Harvey Keitel y Richard Pryor, en 'Blue Collar'.
Una cierta historia del cine de autor

Obreros con mono azul

Seminci. ·

Paul Schrader debuta con una ácida mirada sobre la industria automovilística de Detroit

Jorge Praga

Jueves, 24 de julio 2025, 06:50

Las raíces familiares de Paul Schrader (1946, Grand Rapids, Michigan , EE UU) no parecían propiciar ninguna conexión con el cine. Educado por sus padres en ... una estricta obediencia calvinista, estudió filosofía con especialización en teología y estuvo tentado por seguir la carrera religiosa. Un curso de verano de cine le acercó a Pauline Kael, que ejercía la crítica en 'The New Yorker'. «No quieres ser ministro religioso», le dijo Pauline en una velada en su casa. «Quieres ser crítico de cine». Schrader se mudó a Los Ángeles para estudiar en la UCLA y se introdujo en el mundo de la crítica y la escritura. Su libro 'El estilo trascendental en el cine', de 1972, un análisis de Ozu, Bresson y Dreyer, nada menos, llamó la atención y le abrió la puerta de otra escritura, la de guiones. Pollack, De Palma e incluso Spielberg le contrataron como guionista. Pero su gran conexión fue Martin Scorsese, con quien triunfó en 'Taxi Driver' en 1976.

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'Blue Collar'

  • Estados Unidos, 1978. Director: Paul Schrader. Intérpretes: Richard Pryor, Harvey Keitel, Yaphet Kotto. Cines Broadway, jueves 24, 20:00 horas. 6 euros.

El éxito mundial de la película de Scorsese le permitió dirigir sus propios guiones, tocados por una mirada más cercana a la sociedad estadounidense de lo que era habitual en los setenta. 'Blue Collar' fue su primera película, coescrita con su hermano Leonard. Las siguientes obras respaldaron su solvencia y su originalidad: el feroz retrato calvinista en 'Hardcore', el descubrimiento de Richard Gere en 'American Gigolo' o la renovación del mito cinéfilo en 'Cat People'. A partir de 1985, en que estrena 'Mishima', su cine va decayendo, espaciando sus producciones y cayendo en un cierto olvido. Ni siquiera el rescate de Richard Gere para su última obra, 'Oh Canadá' (2024), le ha devuelto la atención de la crítica o del público.

Los 'blue collar', los trabajadores manuales de cuello azul, diferenciados de los de 'cuello blanco', fueron el objeto central del primer guion que dirigió Paul Schrader. Una mirada directa y descarnada sobre un segmento proletario nada habitual en el cine estadounidense, más propia del cine británico. La industria automovilística de Detroit prestó sus exteriores desolados, así como el interior de las factorías donde se desarrollaba el trabajo en cadena. La película se puede ver como un retrato de la vida mediocre y agobiada de los trabajadores: individuos llenos de deudas, con muchos problemas para pagar la casa o las necesidades de sus hijos, alienados por la cerveza, la cocaína o el sexo de pago. O bien el retrato colectivo de una clase obrera incapaz de organizarse en sindicatos fuertes y limpios, acechada por una policía corrupta y cercada por una estructura capitalista que solo quiere aumentar los números de producción de coches que salpican las vallas publicitarias. Un retrato sociológico o una mirada a la infraestructura del marxismo, ese es el dilema. Más la pimienta del racismo en los setenta. «Soy negro, la policía no me va a proteger», clama el protagonista interpretado por un desaforado Richard Pryor, que junto con Harvey Keitel y Yaphet Kotto forman un atractivo trío de estrellas. El plano final deja clara la estrategia del poder: «Divide y vencerás».

El acceso de Paul Schrader a la industria del cine tuvo como vía principal su dominio de la palabra al servicio de guiones con diálogos y personajes exclusivos. En 'Blue Collar' los enfrentamientos entre jefes, obreros y sindicalistas se despliegan sobre un verbo afilado. Y los personajes, en especial el trío protagonista, apenas necesitan tiempo para perfilarse con nitidez. Pero el edificio verbal necesitaba de un rodaje y un montaje, y ese era el desafío para el debutante Schrader. En las primeras imágenes, las que soportan los títulos de crédito, la personalidad del director aflora sin necesidad de juegos verbales. La cámara vaga por la nave industrial de montaje, un espacio atiborrado en el que el capataz ejerce una vigilancia soez. Insertos de piezas mecánicas y chispas de soldadura se alternan con la cámara haciendo travelling entre osamentas de automóviles. La música percutida del blues 'Hard Working Man', de Jack Nitzsche y Captain Beefheart, baña la brillante secuencia.

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