Pasan los días seminceros y los moldes narrativos del cine convencional se repiten en obras de calidad muy diversa: planteamiento con personajes definidos, avance dramático, ... empujón final... Hasta que asomaron la patita por debajo de la puerta de Punto de Encuentro dos películas que requieren una lectura específica, y seguramente paciente.
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'La risa y la navaja' Director: Pedro Pinho.
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Intérpretes: Sérgio Coragem, Cleo Diára, Jonathan Guilherme, Jorge Biague, Binta Rosadore. Portugal / Francia / Rumanía / Brasil. 210'.
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Cines Broadway. Sábado, 1, 19.00 h.
La portuguesa 'La risa y la navaja' agitaba para su estreno dos polos de signo opuesto: el negativo era la duración desmesurada, tres horas y media. El positivo, el gran aplauso que recibió por la crítica internacional en Cannes. Con la sala llena Pedro Pinho nos presentó lo que bien podía ser un diario de viaje por Guinea-Bissau. Hay una leve excusa argumental: la construcción de una carretera que atraviesa zonas protegidas. Y un protagonista del que no llegamos a saber nada, salvo su búsqueda desconcertada. La película se abre entonces al riesgo de ofrecer sensaciones, construir miradas, reflejar lo desconocido y casi lo ininteligible. Las secuencias carecen de engarce y de causalidad, se nutren del vértigo de penetrar en unos ambientes en los que no hay apoyatura cultural para entenderlos y degustarlos. Emerge a veces el colonialismo como problema del que persisten sus efectos, enmarcado en un paisaje que va de la belleza al estremecimiento. Una obra hinchada, y no solo en el metraje.
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'Anoche conquisté Tebas' Director: Gabriel Azorín.
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Intérpretes: Santiago Mateus, António Martim Gouveia, Oussama Asfaraah. España / Portugal. 112'.
Gabriel Azorín también destierra la narración clásica de 'Anoche conquisté Tebas', su debut, aunque él defiende que cuenta «historias de amistad entre hombres». Sin embargo la importancia y la diferencia de su obra procede de otros elementos compositivos exaltados y mezclados con personalidad. La geografía que elige son unas termas romanas en Orense, en las que parecen haber quedado flotando conversaciones antiguas, entre el siglo I y el XXI, vivificadas en un ambiente acuoso que no deja de sonar y fluir. Diálogos huidizos de batallas o de proyectos, réplicas que vuelan en círculos, voces que susurran cantos de amistad en idiomas diversos. Y una fotografía tenebrista de las horas extremas del día, hasta que llega la noche y «las estrellas escriben», en verso de Octavio Paz. El espectador debe firmar un contrato que olvida la progresión narrativa, que promueve planos fijos de más de quince minutos, que no garantiza ningún ensamblaje superior. Es el precio del riesgo que propone Gabriel Azorín.
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'Wild foxes' Director: Valéry Carnoy.
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Intérpretes: Samuel Kircher, Faycal Anaflous, Anna Heckel, Jef Jacobs, Hassane Alili. Bélgica / Francia. 90'.
'Wild Foxes' sí se acoge a un canon, a un género: el del cine de boxeo. Defiende Valéry Carnoy que en su película intervienen boxeadores auténticos, frente a lo que el canon suele ofrecer con actores que no saben nada de este tremendo deporte. Pero donde la película se refuerza es en el uso de conceptos narrativos clásicos: el aprendizaje a través del sufrimiento, la fragilidad íntima, la masculinidad grupal como defensa y también como anulación. El director añade pinceladas propias: la metáfora de los zorros que rodean la residencia juvenil, o los ensayos de trompeta en medio del bosque de una luchadora de taekwondo. Al final el boxeo a la contra que borda Samuel Kircher remata esta buena historia de maduración violenta.
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