Miguel Morate: «Hay compositores reacios a la música sinfónica por la rigidez de las orquestas»
El músico vallisoletano gana el tercer premio en el Concurso de Composición de Basilea con su obra 'Comme s'en va cette onde...'
Hace solo seis años que empezó a componer y acaba de lograr el tercer puesto en el Concurso Internacional de Basilea. Miguel Morate (Valladolid, 1978) ... ha asombrado al jurado con su obra 'Comme s'en va cette onda...' (Como se va esa ola), una de las tres ganadoras entre las 355 presentadas procedentes de 51 países. El vallisoletano es también el primer español en el palmarés suizo. El galardón está dotado con 15.000 francos suizos.
El título de su quinta obra lo toma prestado de una canción que musicó Debussy con apenas quince años y que es para Morate la imagen poética de la teoría científica que le llevó a esa composición. «El motor creativo de la pieza fue la fascinación personal por el fenómeno astrofísico de las ondas gravitacionales. Son distorsiones generadas al entrar dos objetos cósmicos supermasivos uno en la espiral del otro. A esa colisión violenta la llaman baile y libera energía en forma de ondas que se propagan a la velocidad de la luz. El estallido provoca un agujero negro en donde las leyes espacio temporales conocidas dejan de funcionar en una singularidad, que es el epicentro y núcleo de un agujero negro», explica casi disculpándose porque, aunque no es científico, la documentación es el primer escalón hacia la obra. «Me apoyo en mi capacidad para autosugestionarme a unos niveles de gran profundidad; me imagino en el corazón vivo, ardiente y palpitante de diferentes mundos. No llego a mis propuestas compositivas desde una reflexión solo racional, sino desde la vivencia sensorial y psicofísica de habitar en esos mundos que mentalmente construyo. A partir de ahí busco una propuesta de racionalización que trate de recoger, de la forma más vívida, intensa, ordenada, coherente y sólida posible, esas vivencias y sensaciones».
Sin embargo, no busca que su música cuente su historia. «No quiero que el público escuche un agujero negro ni hacer música programática, por eso me cuesta titular las obras. No deseo condicionar la escucha», aclara este musicólogo de inmersión tardía en la composición.
Para esta pieza que en el fondo alude a insignificancia del ser humano, «apenas diez segundos en el devenir universal», a la fugacidad que apunta el poema 'Hermoso atardecer' de Bourget que dio pie a la canción de Debussy, eligió «materiales sonoros, comportamientos y texturas con los que captar la violencia de la naturaleza a escala cósmica. La obra está formada por cambiantes superficies sometidas a inmensas compresiones y rarefacciones temporales, de alturas, de ritmo de texturas y de timbre. De los primeros diez segundos deriva el material posterior», hasta los 14 minutos que dura.
Y junto a esas ondas, «la obra plantea latidos intermitentes que abren puertas a novedosos universos acústicos. Son dos mundos disímiles confrontados que discurren en diferentes temporalidades y se encuentran al final en un estallido brutal».
Para ello ha contado con una plantilla de 36 músicos. El concurso admitía obras para orquesta sinfónica, de cámara o de cuerda. «Esta es mi quinta obra, no domino la sinfónica y consideré que la de cámara estaba bien. Me permitía individualizar la escritura para cada instrumento en algún momento de la partitura», dice quien llega a esta formación tras una anterior pieza para sexteto.
Con 'Memento mori', para arpa, viola, fagot, trombón y timbal, ganó el primer premio del Festival de Músicas Sacras de Friburgo en 2017. Si a este profesor de historia de la música del Conservatorio Superior de Castilla La Mancha se le pide que hable de sus referentes, se enmarca dentro de la investigación instrumental. «Los instrumentos llegan a su modernidad en el siglo XIX pero es fascinante lo que la tecnología ha hecho con ellos en el XX. Con la implantación de pequeñas variaciones en la digitación o cambios de embocadura se multiplican las posibilidades». Le cuesta decir nombres aunque termina por reconocer la huella de Ligeti en esta pieza. Formado con otro vallisoletano, Alberto Posadas, hizo su tesis sobre Francisco Guerrero y a estos dos creadores se remite como sus grandes maestros.
Más ensayos
Al honor del podio y la compensación económica, se une el poder escuchar su música interpretada, aunque no sea en las mejores condiciones. En tres días se tocaban las doce finalistas, «aunque en la segunda jornada 14 músicos se tuvieron que confinar por un positivo. El jurado valoró esas obras a partir del ensayo general grabado». También por razones de salud se ausentaron dos de los compositores finalistas. «La Sinfonieorchester Basel es una gran orquesta que dirigió Brahms y Mahler. Mi obra la interpretó la Kammerorchester Basel, que es una orquesta que toca música antigua con instrumentos de época y una semana cada dos años se enfrenta al repertorio contemporáneo con instrumentos modernos. Tuvimos apenas hora y media para ensayar. Su actitud es extraordinaria pero cuando yo busco un desgarro metálico ellos tienden a llevarlo al sonido cálido de la cuerda.Es difícil montar en poco tiempo una obra de una escritura detallada».
Por otra parte, Morate siente que «la orquesta es hoy una entidad muy desactualizada con una organización administrativa muy rígida. Emplean el mismo tiempo de ensayo para Beethoven, que tocan regularmente, que para un estreno. Eso hace los compositores contemporáneos sean reacios a escribir para orquesta». En cuanto al público, «es una institución original del XVIII, que originalmente se organizaban de forma análoga a los ejércitos, las cocinas o los establos, y mantiene un protocolo de otra época con el que es difícil que se identifiquen los jóvenes de hoy. Es un repertorio asociado sociológicamente a gente mayor y a valores burgueses. Sería interesante renovar el repertorio sinfónico y flexibilizar administrativamente las orquestas».
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