Un buen ejemplo de la inmensa diversidad que puede ser expresada con sonidos, fue la expuesta en el último concierto de la OSCyL. La directora ... francesa Chloé van Soeterstède dejó muestra de su versatilidad y confirmó las buenas sensaciones que nos dejó en su anterior visita.
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El concierto fue un viaje de retorno comenzando con la obra más actual: el 'Concierto para percusión', del holandés Joey Roukens. Una obra que reivindica el poder de los instrumentos de percusión con su gran paleta tímbrica y las posibilidades de empaste con los demás grupos si se tiene la imaginación y la audacia de este ecléctico autor, capaz de encontrar afinidades insólitas y plasmarlas en este concierto para el que contó con el excelente solista Colin Currie, a quien está dedicado y quien la estrenó en 2011.
Una batería de instrumentos encabezaba la primera fila del escenario. Currie, hizo una demostración brillante en una obra dividida en cuatro tiempos con títulos tan sugestivos como 'Líneas y colores', 'Recuerdo este lugar', 'Ritmos cambiantes' y 'Se terminó, mi amigo'. En todos ellos el compositor conjuga con acierto las posibilidades de los instrumentos, unida a la rica tímbrica para tomar ritmos y dar vida a una partitura muy expresiva destacando el bello final, que se abre ante nosotros como un abanico de colores. La audacia alcanza también a la exigencia del solista que hizo una demostración de su virtuosismo, extrayendo sonidos preciosos, coordinando cada tiempo con una orquesta que Roukens sabe utilizar adecuadamente. El resultado fue un éxito absoluto de solista y Orquesta, junto al de una directora que supo mantener el nada fácil hilo conductor de una obra que supone todo un reto y que cosechó los mayores aplausos de la tarde.
Siguiendo el camino inverso, la compositora Lili Boulanger expone en 'De una mañana de primavera', obra de apenas cinco minutos, un juego impresionista, elegante, lleno de esencias extraídas de la naturaleza. La directora imprimió fuerza y equilibrio a esta pequeña muestra de una autora que, tuvo gran capacidad para un ejercicio para el que la vida no le concedió mucho tiempo.
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Para finalizar, la OSCyL, con la facilidad que muestra siempre para la música romántica, hizo una sobresaliente versión de la 'Segunda sinfonía', de Schumann. No es tarea fácil penetrar en la mente de este autor. Por eso la versión de Chloé tuvo mucho mérito. Comenzó poniendo orden en la explícita tonalidad de Do mayor, para mostrar después una etérea ligereza en el 'scherzo'. Fue más difícil profundizar en el 'adagio', pero supo terminar con marca segura y gesto ajustado, las conclusiones del 'allegro'. Un concierto atractivo, con la orquesta brillando a gran altura, que tuvo en el percusionista Colin Currie, el triunfador absoluto.
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