El director Vasily Petrenko nos ha dejado algunas de las grandes tardes al frente de la OSCyL. Sin embargo, no fue la del jueves una ... de las que se recordará. Para empezar el director ruso eligió la obertura de 'El holandés errante', de Wagner, obra que ya refleja su personalidad turbulenta y romántica. Petrenko dejó claro desde el principio que los metales tenían libertad para liderar la fuerza de la obertura, respondiendo en exceso la llamada de las trompas. Se echaron en falta los matices y en general resultó superficial. Pero al fin y al cabo Wagner siempre reclama la atención y Petrenko fue aplaudido.
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Mendelssohn era el siguiente compositor. Su celebrado 'Concierto para violín' es obra querida y reconocida con todo merecimiento. Como solista se presentó el joven Javier Comesaña, al que tal vez el auditorio y el sonido de la orquesta le intimidaron al principio. Su volumen fue pobre y eso en un concierto como éste que tiene temas preciosos para el lucimiento, fue un problema. Sí pudimos apreciar sus buenas cualidades técnicas en las 'cadenzas' en las que el joven se expresó con claridad y buena articulación. Petrenko tampoco le prestó demasiada ayuda porque podría haber controlado el volumen orquestal, más allá de la partitura.
En la segunda parte las cosas mejoraron. Bela Bartók, es uno de los máximos exponentes de la música del siglo XX. Su dominio en la escritura caracterizado por su técnica cercana a la exactitud matemática, la llevó a sus últimas consecuencias. Es necesario estudiar muy bien el conflicto entre su cromatismo y las concesiones diatónicas, y esto se vio el jueves reflejado en la versión que Petrenko nos ofreció de su 'Concierto para Orquesta'. El virtuosismo se mostró bien en los metales al principio y se completó con éxito en el último 'tutti' muy bien conjuntado. A lo largo del recorrido apreciamos los ricos empastes tímbricos, reflejados por parejas; dos flautas, clarinete y oboe etc., dentro de un ecosistema muy bien distribuido. Para eso se necesita conocer la obra en profundidad y Petrenko dio muestras de ello. Fue un buen ejercicio para la Orquesta porque todos tuvieron momentos para el lucimiento y para mostrarse unidos con sus secciones, contribuyendo a completar una versión de altura, reconocida por el público que llenó el auditorio, una vez más.
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