Al pie de la letra
Mis horas con Delibes ·
¿Les cuento qué hacía yo tan pronto recibía por correo una misiva manuscrita de Delibes? Transcribirla con mi letra en una octavilla adjuntaAl pie de la letra. Y de la palabra, y del renglón, y del párrafo, y de la cuartilla, y del manuscrito. Miguel Delibes y ... su grafía. De eso voy a ocuparme hoy en esta mi «hora» semanal. Y lo voy a hacer con gran complacencia, con sumo gusto.
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Porque yo con Miguel Delibes me relacioné fundamentalmente de palabra, verbalmente. En las charlas que he ido desgranando en estas crónicas dominicales. Pero también por escrito. Obran en mi poder unos cuantos y cuantos y cuantos tarjetones manuscritos de Delibes, comentando, aclarando, puntualizando o preguntándome por asuntos que a lo mejor habían salido a colación en nuestros paliques andariegos pero no habían quedado suficientemente zanjados. Tarjetones manuscritos del novelista con su estética pero no pocas veces endiablada letra.
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¿Les cuento qué hacía yo tan pronto recibía por correo una misiva manuscrita de Delibes? Transcribirla con mi letra en una octavilla adjunta, ya que en ese momento sabía muy bien de qué iba y hasta podía deducir o adivinar algún grafismo intrincado.
Porque si algo le enfurruñaba y malhumoraba al escritor era que le consultase alguna duda gráfica para mí, a pesar de mis esfuerzos, indescifrable a primera vista.
–Llevas qué sé yo el tiempo familiarizado con mi letra, ¿y no entiendes lo que pone aquí?
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Letra apretada o generosa
Delibes escribió siempre a mano. Exclusivamente a mano. Y yo tuve la satisfacción, el privilegio, mejor, de manejar todos los manuscritos de sus novelas, que el propio escritor tuvo la gentileza de poner a mi disposición cuando escribí mi extensa biografía 'Miguel Delibes de cerca'. Los revisé todos, uno por uno, y en todos encontré mil detalles y curiosidades, tachaduras y enmiendas que plasmo en mi libro.
Pero ahora estamos hablando de su caligrafía, de su letra. De la letra de Miguel Delibes. Y sobre este asunto hay un comentario del propio escritor que no puede ser más expresivo y esclarecedor. Lo tomo de su libro 'Un año de mi vida' (1972) y es el apunte del 16 de septiembre: «Santiago Álvarez, amigo y compañero de El Norte de Castilla, uno de los pocos seres que es capaz de descifrar mi letra, tiene la gentileza, desde hace años, de copiarme desinteresadamente artículos y novelas. Hoy me ha hecho una aguda observación digna de un psiquiatra: cuando yo aprieto letra con letra, como arropándose unas con otras, de forma que quepan muchas en poco espacio, mi espíritu pasa por un periodo de depresión. Y, al contrario, en las temporadas de relativo optimismo, mi letra es grande, tendida, pródiga, abierta. Así era, por ejemplo, el manuscrito de 'Diario de un cazador' –lo he verificado– y en cambio los manuscritos de 'Cinco horas con Mario' y 'Parábola del náufrago' son macizos y tupidos y, por añadidura, están muy corregidos (...)»
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Se olvida Delibes de citar en este apunte la novela 'El camino' (1950), de la que festejamos este otoño su septuagésimo aniversario. En el año 2000 publicó la editorial Destino una edición facsímil de la novela, en su cincuenta aniversario, y si el lector de estas «horas» tiene, ojalá, acceso a ella, comprobará que la letra manuscrita es, como dijo Delibes de 'Diario de un cazador', «grande, tendida, pródiga, abierta».
Y yo añadiría un calificativo más, que resume todos: espontánea. No podemos olvidar que Delibes escribió la novela, en propia confesión, en «veintiún días, a capítulo de la novela por día». Pues eso, espontáneamente. Y en el manuscrito se nota. ¡Anda que no!
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