Javier García Rodríguez, en El árbol del las letras. Rodrigo Jiménez

Javier García, poeta vallisoletano

«No creo que haya más juego en la poesía que en una definición de la RAE»

El profesor de la Universidad de Oviedo presentó su poemario 'La cuarta pared' en Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Lunes, 9 de octubre 2023, 21:06

Ensayista, cuentista y poeta, Javier García Rodríguez (Valladolid, 1965) vuelve a la poesía con 'La cuarta pared' (Eolas), que este lunes presentó en El árbol ... de las letras.

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–«Y es que en esta función /no es fácil distinguir/ actor y personaje», termina su libro. ¿Así ocurre en la poesía?

–Sí, casi siempre. Me llama la atención ese concepto de la cuarta pared en el teatro, no tienen ningún problema en asumir la doble figura. También se acepta en la narrativa, pero en la poesía hay una tendencia a acercar el yo del autor y el yo poético y no tiene mucho sentido. Que se mezclen autor y personaje está bien pero la poesía debe ser un género para dar pistas no verdades.

–Siempre juega con las palabras ¿el sentido viene después?

–No creo en llevar la tesis por delante ni siquiera en las doctorales. Hay un proceso de descubrimiento en todo texto, en toda práctica discursiva. Si hay un sentido en la palabra –premisa complicada de asumir– no creo que haya más juego en la poesía que en una definición de la RAE. Hay muchos huecos, espacios vacíos en las palabras y el sentido se va creando. El juego nos divierte pero también tiene unas reglas, si no, no jugaríamos. Hay una parte lúdica, de locura, en la que las palabras dicen sin las bridas que les colocamos. Me siento libre al escribir poesía pero también en otros géneros en los que la gente suele ser reacia a que haya un vuelo de su estilo.

–Las referencias al cine y a la música son constantes.

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–Hace poco leí un articulo panorámico sobre mi escritura y citaron ambas además de referentes religiosos, que es verdad que está plagado de ellos sin buscarlo. Algunas veces cuando miro afuera, resulta que veo hacia dentro. No es introspección a propósito, la poesía no me explica sino es más el reflejo que me devuelve.

–¿Como filólogo, se autoanaliza como hace con la obra ajena?

–Sí. No creo que mi opinión tenga más valor que la de otros, pero a veces intento sorprenderme, me veo abocado a mirarme. Si no tienes capacidad para desgajarte un poco es muy pobre el resultado. Todo discurso supera la mirada del autor y de todos los lectores, por eso perviven algunas obras, porque dan lugar a más lecturas.

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–Reacio a hacer poemarios unificados, el índice perfila una estructura.

–Juntas poemas para que no estén solos. He hecho cinco bloques breves. Al final el libro es como una ruta, hay zonas escarpadas y llanos, fuentes, cascadas, te paras a ver animales o plantas. La arquitectura de un libro es como una casa, los cimientos tienen que existir pero no se ven.

–Comienza confesándose mal jardinero.

–No soy bueno, pero me parece que hay belleza en lo natural. Encontré una analogía interesante en las plantas. A veces nos empeñamos en que todo dure para siempre y es un intento vano, la vida tiene sus caminos. Me gusta el lenguaje poético en la definición de las flores. Auden decía que hay dos tipos de poetas: los que cuidan su jardín y los que cuidan su huerta, en referencia a los que buscan flores preciosas y los que quieren poemas alimenticios: la belleza y la utilidad. Me gustaría saber cómo funciona un poema.

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–Asoma un Javi adolescente en bici por Pajarillos. ¿Qué le parece la autoficción imperante?

–Se ha convertido en un lugar común, no diré nombres porque tengo amigos que la cultivan pero te puede llevar a cosas muy buenas o muy malas. Si solo sirve para lamerse las heridas, buscar la complicidad generacional y contar anécdotas infantiles sin un trabajo literario potente, me interesa poco. Me interesa mirar más al futuro que al pasado. Este libro es un recuento vital del que me he dado cuenta a posteriori, es una acción de gracias.

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