Dibujar el naufragio de la anorexia

«Tenía mucho tiempo y decidí dibujar lo que me iba pasando cada día», dice quien disponía de cuaderno y rotuladores, cuyos colores ha conservado la edición. Los libros, el mp3, el móvil, son los complementos de la chica del pijama de rayas que desde que está en esa habitación alternan con los cubiertos y los vasos de plástico, el termómetro, la medicación, la sonda nasogástrica, primero, y la comida después. La rutina de Aldara comenzó a incluir la medición de azúcar –dedos perforados–, el peso diario de espaldas a la báscula, la videoconferencia familiar y seguir los Juegos Olímpicos en la tele sin saber qué ocurre en la pantalla.

«Quería escribir corto, sin llegar a ser poesía, buscaba el toque lírico. Eran pinceladas de lo que me ocurría», dice quien disfruta con Carlos Ruiz Zafón y Jane Austen. Las 'sombras' que asoman en cada dibujo son 'fantasmas' cuando se hacen palabra.

Del «me echo de menos» en la jornada 16 y «necesito que me recuerden» de día 20 al «la báscula ya no me asusta tanto. Ylos fantasmas aparecen haberse esfumado. Por el momento, el mar está en calma. ¡No me gobernarán!'», del 34, hay un trabajo diario de Aldara con su psiquiatra, Marta Saray Hernández, y terapeutas en la que los dibujos han colaborado. También los otros ingresados se interesaban por sus mapas y les dedicaba carteles de despedida cuando recibían el alta. El álbum concluye con un diccionario gráfico que glosa algunas de las claves de los dibujos. Además Saray explica al público lego qué son los trastornos de conducta alimentaria.

«A mis amigos les conté lo necesario para que comprendieran por qué no estuve en verano pero aún me duele recordar. El libro puede ser una explicación si quieren saber más, es más fácil que tener que hablar más», cuenta Aldara que ha descubierto su vocación sanitaria en el hospital. De todas formas, sigue dibujando, le gustaría hacer ilustración.