La Casa Delibes abre sus puertas. Al otro lado, recibiendo a sus visitantes, un espacio que recrea el hogar y el entorno de trabajo del ... escritor, y que aborda las muchas facetas de su personalidad y su obra.
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Con la inauguración culmina un largo proceso en el que ha sido decisivo el apoyo de la familia Delibes, consciente del significado que tiene la figura de su padre para la ciudad de Valladolid y para el mundo, y de la responsabilidad que supone mantener y proyectar su legado. Gracias, de corazón.
Que este proyecto, largamente soñado, se haya convertido hoy, al fin, en una realidad, se debe a que las instituciones han sabido comprender la altura de la ocasión, y la necesidad de dialogar, coordinarse y arrimar el hombro. La Junta y la Universidad de Valladolid, mediante la Cátedra Miguel Delibes, han trabajado de forma conjunta.
El enclave elegido para albergar la Casa Delibes es el Palacio Butrón, un edificio renacentista que muchos de sus conciudadanos no conocen y que ahora van a descubrir y admirar. En sus salas, los investigadores de todo el mundo pueden ya acercarse al trabajo íntimo de Delibes, a la huella tangible de su escritura.
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Pero no solo se conservan aquí sus manuscritos, sino también el aire de su vida: su mesa de trabajo, su salón, su dormitorio. Espacios que hemos querido reconstruir no como reliquias, sino como lugares donde aún se siente la respiración cotidiana del escritor, aquello que veía cuando levantaba los ojos de la página, aquello que lo rodeaba cuando escribía o callaba. Porque en el ámbito doméstico –en las cosas pequeñas, en lo que se mira sin darse cuenta– también se revelan el oficio del escritor, y el secreto palpitar de una obra.
La exposición muestra sus obras, los reconocimientos que recibió, las portadas de sus ediciones y traducciones –que el visitante podrá escuchar en distintos idiomas–, testimonio de una proyección internacional que alcanza no solo al ámbito hispanohablante, sino también a otras muchas lenguas.
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La Casa Delibes nace con humildad, pero también con ambición: la de convertirse en un espacio vivo, abierto y acogedor, que invite a entrar, a leer y a pensar. Un lugar donde los lectores de siempre encuentren justicia a la gratitud que sienten por su obra, y donde los nuevos descubran en ella una forma de mirar el mundo. Si quienes lo visiten acaban acudiendo después a sus páginas, habremos cumplido nuestro propósito.
La Cátedra Miguel Delibes, que tengo el honor de dirigir, está dedicada no solo a custodiar su memoria, sino también a impulsar la literatura española del siglo XXI. En esta tarea tomo el legado de Pilar Celma, cuya inteligencia y cordialidad es mi modelo. Mucho se ha hecho, y aún queda por hacer: seguiremos alentando a nuevos autores y estudiosos a reunirse bajo el nombre de Delibes, emblema de rigor y sensibilidad.
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La Casa Delibes es, al mismo tiempo, un acto de admiración, de cariño y de justicia. Un lugar donde la ciudad devuelve la mirada al escritor que la contempló y la supo entender, donde la palabra se vuelve casa, y la casa, lectura. Porque Miguel Delibes sigue aquí: en sus libros, en quienes se detienen sobre sus páginas, en este espacio abierto que invita a entrar, a recordar y, sobre todo, a seguir leyendo.
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