Carlos Ramos, Laura Castrillo y César Guerra posando cada uno con una de sus obras. Laura Negro

Obras maestras en el bar

Los artistas vallisoletanos Carlos Ramos, César Guerra y Laura Castrillo exponen sus obras durante tres días en el Café-Bar El Chiringuito Sports

Laura Negro

Valladolid

Lunes, 18 de noviembre 2019, 10:38

El Café-Bar El Chiringuito Sports, ofrece una experiencia diferente a sus clientes. La pequeña carpa anexa a su local, que habitualmente sirve de punto de encuentro para los amantes del deporte televisado, se convirtió durante el pasado fin de semana en un espacio en el que la cultura, el arte y la hostelería fueron de la mano. Un pequeño museo a pie de calle y caña en mano, que sirvió como espacio versátil y alternativo, para dar a conocer a artistas locales, acercando sus creaciones al público. El Chiringuito inauguró el pasado viernes con un cóctel para todos los asistentes una exposición que permaneció abierta hasta el domingo. Una muestra de pintura y escultura que reunió sesenta obras de los pintores Carlos Ramos y César Guerra y de la ceramista Laura Castrillo, los tres vallisoletanos.

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César y Carlos se conocen desde su juventud. Han sido socios en mil batallas y comparten la misma pasión por la pintura, una sonrisa expansiva y contagiosa y el condominio de unos pinceles que van y vienen de uno a otro taller. Hijo y hermano de grandes artistas, a César Guerra dice que no le quedó otra que estudiar Bellas Artes en Venezuela, una formación que completó con seminarios en Miami y Nueva York. Dice que ha recorrido, vivido y se ha inspirado en todos los países del continente americano y de casi toda Europa. Ha vivido de la pintura y de la peluquería y hace unos años que ha regresado a su Valladolid natal, donde ha logrado reunir gran parte de su obra que ahora acaba de exponer junto con su amigo y su prima.

Por su parte, Carlos Ramos siempre destacó en dibujo, pero hasta hace 6 años nunca había cogido un pincel. La pintura le sirvió de refugio en un momento duro de su vida y le ayudó a desconectar de si mismo. Su amiga la pintora Nela Prieto le dio el empujón que necesitaba para iniciarse en este arte que le terminó enganchando por completo. «Los artistas pasamos por diferentes etapas y las obras reflejan lo que sientes en cada momento concreto», dice este pintor impresionista abstracto. Hace un año que pintó su último cuadro y desde entonces, es su gran amigo César el que alumbra cuadros utilizando sus pinceles. «Me está entrando de nuevo el gusanillo de la pintura, me los tendrá que devolver», dice sonriendo a su colega para reclamar esos pinceles que vienen y van sin cesar de un taller a otro.

Estos dos amigos llevaban un año intentando exponer juntos y no encontraban el lugar idóneo para mostrar su obra. «Llevo toda la vida pintando y siempre he hecho exposiciones pequeñas porque vendía las obras antes de llegar a formar una colección. Ahora he logrado reunir un buen número de cuadros y hemos programado varias exposiciones, ésta ha sido la primera de ellas», cuenta César Guerra. Laura Castrillo, su prima, se unió al proyecto expositivo. Esta escultora vallisoletana ha logrado encontrar la inspiración en el barrio Girón, donde tiene su taller de cerámica creativa, en el que desde hace 8 años trabaja de forma artesanal con herramientas sencillas y materiales propios. La observación es el punto de partida de cada una de sus obras y todas están llenas de expresión, personalidad y movimiento. Inició su andadura en el mundo de la cerámica a los 15 años de la mano de la ceramista Rosa Pino, aunque gran parte de su andadura profesional estuvo más ligada al mundo de la madera y del mueble. «Esta exposición sirve de punto de encuentro de tres artistas vallisoletanos y diferentes disciplinas artísticas y ha servido para darnos a conocer y visualizar nuestras obras. Queremos hacer fuerza en el sector y quizá más adelante proyectarnos hacia fuera. En solitario es complicado. Juntos es más fácil», cuenta esta ceramista.

Cada uno ha expuesto 20 de sus mejores piezas. Obras que según dicen sus autores «son muy personales y llevan nuestra alma impresa. Han surgido de una necesidad interior casi egoísta que tenemos como artistas». Para ellos, exponer sus obras en un bar les hace ser más accesibles al público. «Las salas de exposiciones son estupendas, pero muchas veces están más alejadas de la gente. En un bar todos nos sentimos cómodos y ésta es una forma magnífica de unir a la gente y el arte», afirman estos tres artistas.

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