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Ignasi Aballí lee entre líneas 'El Quijote' y lo lleva a las paredes de la Casa de Cervantes
El artista visual barcelonés inaugura con 'Ver para leer' el ciclo expositivo 'Casa tomada' en el museo del escritor
Abrir la Casa Museo de Cervantes a los artistas contemporáneos, unir creación visual y palabra para enganchar a nuevos públicos y fidelizar a los ganados ... es el objetivo de 'Casa tomada', un ciclo expositivo que ha inaugurado Ignasi Aballí.
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Pedro González, director de la Casa, ofrece el espacio a artistas contemporáneos de reconocido prestigio que trabajen con la palabra. Lo que creía un reto difícil ha tenido una satisfactoria respuesta de los creadores. «Estos artistas están acostumbrados al espacio cubo, a las grandes salas blancas de los museos actuales que nada tienen que ver con esta Casa llena de interferencias visuales. Aún así, han aceptado», celebra Pedro.
La 'Casa tomada' viene «de un cuento de Cortázar en el que dos hermanos pasan la vida cuidando de una mansión colonial hasta que comienzan a recibir la visita de unos fantasmas que les obligan a ir cerrando habitaciones y dejar la casa. Este proyecto invita a 'fantasmas', a creadores contemporáneos, a 'ocupar' la Casa. Buscamos artistas que trabajen con la idea de archivo, documento, palabra, libro. Es el caso de Ignasi Aballí».
Bea Espejo es la comisaria de la intervención de Aballí quien ha creado una docena de obras para la ocasión. La Biblioteca histórica le llamó la atención, allí estuvo un día entero buceando y con los guantes que lucen en una vitrina, manchados con el polvo de la historia del lugar, dio la vuelta a todos los libros, de tal manera que solo se ve el lomo de los que contienen el nombre de Miguel de Cervantes. Él, que manoseó todos, cuelga una obra en la que pide –en alemán, inglés y francés– que no se toque nada. Es la copia de un anuncio en un museo de Basilea que trae aquí con doble ironía, la de la orden y la del idioma. En la Casa del escritor español universal, los imperativos son en otras lenguas.
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Aballí propone un juego metaliterario con el libro como objeto, parcelado, descontextualizado. Hay diez páginas arrancadas de un volumen con los números romanos que señalan cada estancia, colgadas y enmarcadas. Sobre la cama del autor de 'El Quijote', otras dos páginas en las que se lee 'prólogo' y 'epílogo', principio y fin, todo empieza y acaba en el lecho.
El creador barcelonés es un gran lector y, al igual que uno de sus referentes, George Perec, es aficionado a las listas. Ha elaborado dos ('Literatura I y II') a partir de recortes de periódicos que lucen junto al escritorio de Cervantes: una con los profesionales que intervienen en la industria editorial, otra con cifras. «Clasificar y ordenar es otra forma de comprender la realidad, de asimilarla», sostiene.
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En el estrado, el artista despliega 'Un paisaje posible'. Sobre las paredes señala los intangibles que condicionan la vida en esa estancia: la humedad. el olor, el monóxido de carbono, las hondas hertzianas, el polvo...
Su inmersión en la biblioteca es el germen de las citas de 'El Quijote' entresacadas de las ediciones en griego, alemán, inglés, francés, catalán y otras lenguas que duermen allí. Aballí extracta algunas de sus favoritas y las compone en un panel del que extrae la parte central a cada línea. La cita deja de obedecer a la lógica lingüística. Ignasi propone indagar en la grafia, fijarse en el interlineado, allí donde parece que no hay nada, el significante adquiere otro significado.
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En cambio en sus cartelas de fuera de la Casa, en la calle Miguel Íscar, Aballí convoca a decenas de adjetivos acompañados por el adverbio 'casi'.
Los aledaños del texto, del libro, su materialidad, su literalidad, son el punto de partida de un ciclo de conferencias, un club de lectura y un ciclo de cine que se ha programado en la Casa de Cervantes, que ya tiene comprometida sucesora cuando termine, a mediados de enero, la exposición de Aballí.
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