Acuarela de Francisco Somoza.

Acuarelas que dan otra vida alternativa a la Semana Santa

«Es una forma de rebelión contra esta imposibilidad sobrevenida», explica Francisco Somoza, que comparte estos días en redes sociales sus dibujos

Viernes, 10 de abril 2020, 14:02

La Semana Santa de Zamora cobra estos días una nueva vida gracias a una peculiar iniciativa del arquitecto Francisco Somoza, quien, desde el viernes pasado, ... viene colgando en sus redes sociales, con la cadencia propia de esta celebración, algunas de las acuarelas sobre los pasos e imágenes propios de cada día que ha ido dibujando a lo largo de muchos años, y muchas semanas santas. La idea, laboriosa y desinteresada, es, por una parte, una expresión de añoranza hacia unas procesiones que hoy se ven obligadas a quedarse en casa a causa de la epidemia de Covid-19, pero también una muestra de afecto hacia la ciudad que las acoge, y que se transforma radicalmente con ellas. Es, asimismo, un gesto de decidida rebeldía. «Es una manera de rebelarme contra esta imposibilidad sobrevenida a través de algo que no pueden quitarnos: la libertad de viajar con la imaginación».

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La Semana Santa virtual de Somoza comenzó el pasado Viernes de Dolores con una imagen procesional y un texto: «Como este año no pueden salir las procesiones, las saco yo». Más de 800 conocidos y amigos recibieron la imagen a través de WhatsApp, y muchas más, unas 11.000, a través de redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter. Podía parecer una ocurrencia aislada, pero no. Había un proyecto detrás y una firme decisión de que cada día salieran 'a la plaza pública' nuevos pasos. Un poco después llegaba una nueva imagen, la del Cristo del Espíritu Santo. Y al día siguiente otra más, del Cristo de las Injurias, y luego otra, y otra, y otra. Con una cadencia equivalente a la de la propia celebración, las pinturas, realizadas siempre al natural, y de una forma rápida y fugaz, iban apareciendo en teléfonos y ordenadores, reviviendo el recuerdo de lo que hoy no puede ser.

Acuarelas de Francisco Somoza.

En realidad, todo comenzó muchos años atrás, cuando Somoza descubrió que los miles de fotografías que realizaba en cada viaje no le servían para capturar, ni recordar, las sensaciones de lo que había vivido. «La fotografía es engañosa; crees que has captado algo, pero no es verdad. O, al menos, no lo era en mi caso. Regresaba vacío de recuerdos y sensaciones. Y decidí recurrir al dibujo al natural, que me permite interiorizar mucho más la realidad que tengo delante», recuerda el arquitecto zamorano. «Sólo se capta de verdad lo que se interioriza y se retiene. A partir de entonces voy siempre con un cuaderno a todas partes y dibujo lo que veo. Y en Semana Santa dibujo las procesiones».

Somoza, que es sanabrés de nacimiento, reconoce no haber vivido la Semana Santa desde niño, ni tener la experiencia de pertenecer a una cofradía, «aunque me las conozco todas», pero ha ido acumulando afectos y vivencias en torno a la celebración. «Lo que sucede en Zamora es que la ciudad se transforma en un gran escenario y esto es muy interesante desde una perspectiva urbanística y arquitectónica. Sobre todo, porque Zamora, que tiene calles y recintos donde se respira el aire del siglo XII, es un lugar especialmente adecuado para estas representaciones».

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Todas esas experiencias y sentimientos asociados con las tallas y los desfiles procesionales no se pueden experimentar este año, debido a su suspensión, lo que genera una inevitable sensación de añoranza a la que la iniciativa de Somoza intenta dar salida. «Se trata de hacer posible lo que ahora no lo es a través de la memoria y el recuerdo. También es un modo de dar a conocer la Semana Santa de Zamora a gente que aún no la conoce, «para cuando llegue la hora de la resurrección». Los dibujos están hechos desde el afecto y lanzados a la arena pública con la intención de que podamos pasar estos días «con menos pena». Y es que la celebración «es muy especial y muy compleja: mitad fiesta, mitad drama, también representación. Un espacio en el que confluyen las creencias, olores, recuerdos, afectos, vivencias…»

Las acuarelas fueron dibujadas al natural y aspiran a captar el fulgor fugaz de cada paso. «Son acuarelas rápidas. Algunas de ellas están pintadas en dos o tres minutos. Otras exigieron algo más de tiempo. Lógicamente es imposible pretender una aproximación hiperrealista a los hechos. Lo que intento, sobre todo, es causar una impresión, captar la vibración que producen los pasos. El objetivo sería que la técnica vibre al mismo paso que los propios pasos, pero eso sólo se logra en algunas ocasiones».

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El efecto, en cualquier caso, funciona. Ahí está, en estas obras fugaces e impresionistas, captado el fulgor del momento, el modo como unas llamas rompen la oscuridad de la noche… incluso la devoción se palpa en aquellas en las que aparecen los fieles, pese a que ninguno tenga rostro definido. Y luego están los textos que las acompañan, claro. Breves también, pero iluminadores como un fogonazo. «En Zamora, la noche del lunes al martes el Cristo de la Buena Muerte, entre la luz de las antorchas, rompe la oscuridad y aleja los miedos». O este otro: «Jesús de Luz y Vida camina hacia el lugar del que no se vuelve. Noche de gratitud y recuerdos». O éste del Lunes de Pasión: «Apunte de Jesús en la Tercera Caída. Lo bueno de caer es que, desde el suelo, podemos coger impulso para seguir adelante». O esta reflexión, acerca del itinerario de Jesucristo, que parece tan directamente inspirada por la cuarentena que nos está tocando vivir y sufrir: «Después de cruzar el puente, la despedida. Luego la soledad que, algunas veces, tanto bien procura».

Todo ello lleva su tiempo. Sobre todo, a la hora de seleccionar las acuarelas que van a lanzarse cada día. «Llevo mal los procesos de descartes. Me llevan horas», reconoce Somoza. Pero su gesto está muy lejos de ser como el del náufrago que lanza un mensaje en una botella. El recibe cada día cientos de mensajes de agradecimiento, algunos verdaderamente conmovedores, de personas a las que las imágenes les han abierto la ventana de sus propios recuerdos y vivencias. «Eso es más fácil con un dibujo que con una foto», reconoce. «La gente está muy necesitada en este tiempo de confinamiento y está recibiendo la iniciativa con mucho afecto y mucha gratitud». También se trataba de eso, de ayudar a levantar el ánimo: «Mi rebelión es también un modo de decir que vamos a salir de ésta, que con nosotros no va a poder el coronavirus, ni nada. Porque la imaginación y las ilusiones no nos las va a quitar nadie; no hay manera de aprisionarlas. Y con ellas vamos a salir adelante». ¿Qué se puede añadir? Que así sea.

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