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Crónica negra de Valladolid

El joven francés que fue asesinado de un navajazo tras una pelea en una discoteca

Julio, menor de edad y autor material del crimen, le atacó por la espalda en plena calle sin que pudiera defenderse y Guillaume murió desangrado aquella madrugada

Ángela Gago

Valladolid

Jueves, 16 de octubre 2025, 06:52

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«Era muy pacífico, nunca había tenido ningún problema», aseguraron los padres de Guillaume, el francés de 18 años que fue asesinado el 2 de febrero de 2008. El joven recibió un navajazo cerca de la librería Oletvm, en la calle Teresa Gil, después de una «discusión» con dos menores, Julio y Marcos, en la discoteca Mambo, en la calle San Felipe. El origen de la agresión fue que los amigos del francés les recriminaron que le habían «tocado el culo» a la novia de uno de ellos en el local.

Guillaume Mathieu Vincent Thery formaba parte de un grupo de jóvenes de Lille que había aterrizado en Valladolid un par de días antes. En 2007, había participado en un intercambio con estudiantes del colegio francés de Laguna de Duero y coincidiendo con la Semana Blanca en Francia, habían vuelto para celebrar el cumpleaños de una amiga que entonces vivía en la capital.

La tragedia se gestó recién superada la medianoche de aquella madrugada de viernes a sábado. El encontronazo previo se saldó con «algún empujón y varios puñetazos». Los porteros de la discoteca tuvieron que intervenir y expulsaron a los implicados del local. Ya en la calle, el grupo de franceses se acercó al cruce de las calles Teresa Gil y San Felipe, donde estaban Julio y Marcos, que interpretaron como una provocación de los galos. Guillaume, que no había participado en la bronca previa y caminaba solo por Teresa Gil, tuvo la mala suerte de toparse con los menores con los que sus amigos habían discutido.

Los dos le asociaron con la pelea de la discoteca y Marcos «sacó una navaja de su bolsillo, la abrió y salió corriendo hacia Guillaume, seguido de cerca por Julio, al tiempo que gritaba 'hijos de puta, os voy a matar'». Julio se adelantó y sorprendió por la espalda al francés, que iba «en la misma dirección ajeno a lo que estaba pasando». Al oír los gritos, se dio la vuelta para ver qué ocurría y, en ese momento, Julio le asestó un navajazo en el abdomen. No se pudo comprobar si esa navaja era la que llevaba Marcos o si Julio también portaba otra. El arma nunca apareció.

Hemorragia mortal

Guillaume salió corriendo tapándose la herida y logró dirigirse a la discoteca. «Le vimos llegar muy asustado y pidiendo ayuda», confirmaron los porteros del local, que avisaron al 112 y trataron de taponar la herida con sus propias cazadoras a la espera de la llegada de los sanitarios. «Fue terrible, sangraba mucho y la ambulancia no llegaba», relataron. Las que sí llegaron fueron varias dotaciones de la Policía, que decidieron evacuar a la víctima en su propia patrulla hasta el Clínico ante la tardanza del vehículo asistencial.

Después de practicarle una transfusión de diez litros de sangre, los médicos no lograron detener la hemorragia. El profundo navajazo le había afectado al hígado y al riñón. Aunque Guillaume llegó con vida, murió en el quirófano a las tres de la madrugada. La autopsia desveló que recibió otros dos pinchazos en la misma zona.

Los padres del joven se desplazaron de inmediato a Valladolid para resolver los papeleos y fueron recibidos por las familias de los alumnos españoles del programa de intercambio. El matrimonio declinó culpar a nadie de lo ocurrido y lamentó que su hijo hubiera tenido «la fatalidad de estar en un sitio conflictivo en un momento inapropiado».

Desde el consulado francés ayudaron a los padres a repatriar el cadáver y el Ayuntamiento de Valladolid costeó parte de los gastos del traslado. Guillaume se había matriculado en la Escuela Superior de Ciencias Económicas de la Universidad de Lille y tenía dos hermanos, de 21 y 15 años.

Las cámaras de seguridad

Gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad, tanto de la discoteca Mambo como de la librería Oletvm, se logró identificar en pocas horas al autor del apuñalamiento. Estas imágenes también sirvieron para observar cómo Julio se quedó mirando impasible a la víctima cuando ésta se desangraba y después huía. La policía le buscó en su domicilio habitual del barrio de La Rondilla, donde residía con su madre después de haber vivido en Delicias, pero no le lograron localizar. Se había fugado.

Tres días después de la tragedia, Julio se entregó en la Fiscalía de Menores en compañía de varios familiares. En su declaración, negó haber participado en los hechos y la autoría del crimen. El menor, que llevaba 24 horas en orden de búsqueda y captura, aseguraba su inocencia y que todo era «mentira». Sin embargo, se decretó su internamiento en el Centro de Menores Zambrana durante medio año. A pesar de contar con antecedentes policiales por delitos leves, cumplía seis meses de tareas socioeducativas por una agresión, era la primera vez que pisaba este centro.

Dos semanas más tarde, el segundo menor, Marcos O. G., de 16 años, fue expedientado por la Fiscalía de Menores. Acudió con su padre y quedó en libertad ya que no se solicitó ninguna medida cautelar. Marcos conocía a Julio del colegio, aunque este último había abandonado las aulas cuando tenía 15 años.

Acusaciones mutuas

Durante la vista, celebrada en septiembre de 2008, Julio y Marcos se acusaron mutuamente de ser los autores del crimen. Ambos coincidieron en que aquella tarde-noche fueron a un botellón en un parque de Covaresa, donde, además de alcohol, también consumieron marihuana. Julio afirmó que la novia de Marcos llevaba «unas navajas» en el bolso y que él no fue el que atacó al joven francés.

Marcos dijo que «en ningún momento» tuvo una navaja y relató que en el trayecto desde la discoteca hasta donde se cometió el asesinato, Julio le adelantó y que cuando le iba a alcanzar se giró y le ordenó que corriera, momento en el que los dos emprendieron la huida. Los menores también negaron haber realizado tocamientos en la discoteca a una joven francesa amiga de Guillaume.

Un testigo protegido, que aquella madrugada también llamó a Emergencias, declaró haber visto como uno de los dos apuñalaba al francés y en una rueda de reconocimiento identificó a Julio como el autor.

El Juzgado de Menores condenó a Julio a ocho años en un centro de internamiento y a cinco años posteriores en libertad vigilada. Le consideró autor material del asesinato, el fallo confirmó que atacó a Guillaume por la espalda sin que el francés pudiera defenderse, y también culpable por malos tratos durante una agresión previa a un amigo de la víctima. Pasó los primeros meses en el Zambrana y al cumplir la mayoría de edad fue trasladado a la cárcel de Villanubla.

Sobre Marcos cayó una pena de cuatro años en un centro de menores, rebajados a 18 meses tras un recurso al pasar de autor por omisión a cómplice, y un año bajo vigilancia, además de dos faltas por malos tratos y agresión a dos amigos del joven francés en la discoteca. No comenzó a cumplir su condena hasta finales de junio de 2009, una vez finalizado el curso escolar.

Asimismo, se condenó a los padres de ambos menores, como responsables civiles solidarios, a pagar a los del fallecido 500.000 euros en concepto de responsabilidad por daños morales. Esa cantidad se redujo a 300.000 después de recurrir. El 80% se asignó a los de Julio y el 20% restante a los de Marcos.

Alzamiento de bienes

En noviembre de 2008, la madre de Julio, Esperanza A. S., fue imputada por alzamiento de bienes (delito de insolvencia punible) por vender un piso de su propiedad para intentar eludir el pago de 250.000 euros a los padres de la víctima. Según la abogada de los padres de Guillaume, la progenitora, dos días antes de la vista para establecer medidas cautelares patrimoniales previas al juicio, se lo vendió a su hermana Victoria para no evitar pagar.

En sede judicial, Esperanza reconoció haber vendido el piso, pero lo justificó: «No sabía que tenía que hacer frente a esa cantidad. Creí que mi hijo era inocente y necesitaba dinero para los abogados. Hablé con mi hermana para vendérselo después de tenerlo anunciado en una inmobiliaria».

El letrado contratado declaró que explicó a la madre la posibilidad de tener que hacer frente a una indemnización para los padres de Guillaume si su hijo era declarado culpable. Tanto el fiscal como la acusación de la familia del joven francés sostuvieron que las hermanas se pusieron de acuerdo para no pagar la indemnización.

En julio de 2011, la madre y la tía de Julio fueron condenadas a un año de cárcel cada una y al pago de una multa, en el caso de Esperanza, de 1.400 euros, y en el de Victoria de 4.300. Se consideró que la madre había sido informada de las consecuencias civiles de los hechos cometidos por su hijo menor de edad. También se declaró la nulidad de la compraventa del piso.

Se concluyó que Esperanza, ante el temor de perder esta propiedad por un posible embargo, y «con el conocimiento y consentimiento de su hermana», cooperadora necesaria, formalizó una escritura de compraventa por 73.000 euros, precio «muy inferior al de mercado». El fallo también recogió que no se acreditaba que Victoria hubiera pagado esa cantidad, salvo 9.240 euros en un cheque, aunque disponía de más de 50.000 euros en una cuenta bancaria.

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