Cinco puñaladas, el cadáver de un hostelero y un crimen sin respuesta en Delicias
José Luis Boal, dueño del bar Inicial, murió tras ser atacado «sin mediar palabra» por la espalda y el abdomen con un cuchillo sin posibilidad de defenderse
Pasaban diez minutos de las siete de la tarde de aquel jueves, 17 de septiembre de 2009, cuando un hombre encapuchado entró en el bar Inicial, en el número 34 de la avenida de Segovia del barrio de Delicias, y apuñaló al propietario, José Luis Boal Calvo, cinco veces con un cuchillo; la primera en la espalda y el resto en el abdomen al girarse. La víctima, de 53 años, falleció casi de forma instantánea a consecuencia de la hemorragia y sin posibilidad de ser trasladada a un centro hospitalario.
Ante los clientes, el hombre extrajo el arma que escondía entre un periódico y su ropa, vestía un chándal, y «sin mediar palabra» atacó a José Luis, que no pudo defenderse ni reaccionar al estar de espaldas tras la barra. El agresor no dejó huellas y huyó a pie con rapidez hacia el túnel de Labradores.
La Policía interrogó en el local a los dos únicos testigos que presenciaron lo ocurrido al estar aquella tarde en el bar, una hermana del hostelero y una amiga, que señalaron que el agresor medía casi 1,85 metros y que el ataque se produjo en cuestión de segundos, así que no lograron ver el rostro al sujeto. No pudieron aportar más detalles. Los agentes realizaron varias búsquedas por los contenedores cercanos a la zona para intentar encontrar, sin éxito, el arma del crimen.
Sobre las ocho de la tarde, al bar llegó uno de los hijos de la víctima, que salió minutos después, muy afectado, bajo la atenta mirada de los centenares de vecinos que se agolpaban en la zona.
Noticias relacionadas
No fue hasta las nueve cuando el cuerpo sin vida de José Luis, fue retirado por los servicios funerarios para ser llevado al Anatómico forense tras la autorización del juez instructor. Aunque la intención de los familiares era incinerar el cuerpo, el magistrado lo prohibió aludiendo a la destrucción de pruebas que podrían realizarse con posterioridad.
Que el autor del crimen no cogiera ni un euro de la recaudación de la caja hizo que los agentes encargados del caso descartasen el robo como móvil del suceso. Fuentes policiales confirmaron que accedió al bar con la clara intención de acabar con la vida del dueño del local, ya que le asestó las puñaladas nada más entrar al establecimiento.
Apenas seis meses después, en marzo de 2010, en una entrevista concedida a El Norte, el entonces jefe de la Brigada de Policía Científica, Miguel Ángel del Diego, aseguró que el caso del bar Inicial «era el más complicado por la extraña forma de actuar y los pocos indicios que pudimos recoger, ya que el autor tocó nada». Sobre si continuaban con la investigación apuntó que «estos temas no se dejan, se han resuelto todos los homicidios y éste es el único pendiente. Confiamos en que terminemos resolviéndolo». Sin embargo, han pasado dieciséis años y este crimen sigue sin respuesta.
Un enfrentamiento con un cliente
No constaba que Boal tuviera enemigos y toda su actividad se movía dentro de la más estricta legalidad, así que se descartó un ajuste de cuentas como móvil. Los agentes siguieron una única línea de investigación, para acortar el círculo de sospechosos, centrada en la clientela que acudía de forma asidua al local, y sobre todo en una discusión entre José Luis y un cliente.
Al parecer, unos días antes la víctima tuvo un enfrentamiento con un hombre, que tras jugar durante bastante tiempo a la tragaperras y no recibir ningún premio, la emprendió a golpes y patadas contra la máquina. Ante esta situación, el dueño le expulsó del local y le prohibió poder volver a entrar al bar. Un hecho que la Policía investigó en un principio como desencadenante de la agresión, pero que también tuvieron que acabar descartando.
Un enamorado de la pintura
José Luis era natural de Samboal, un pequeño municipio de Segovia, y había trabajado durante años como vigilante de seguridad y como recaudador de máquinas tragaperras, por lo que contaba con experiencia para evitar atracos. Estaba casado y tenía dos hijos.
Junto con su negocio, lo que más le preocupaba era acercar la cultura a sus vecinos. Era un enamorado de la pintura, la escultura y las letras. Por ello, desde hacía varios años organizaba en su local exposiciones de artistas desconocidos para que mostraran su obra, que se completaba con animadas tertulias una vez a la semana.
Parco en palabras, pero con una sonrisa, derrochaba amabilidad. Sólo fruncía el ceño cuando se le preguntaba por las ayudas que recibía para fomentar el arte en el barrio; ninguna. No entendía la falta de salas de exposiciones en Valladolid. Por ello, también organizó un concurso de pintura, cuyo premio salió de su propio bolsillo.
Nunca buscaba el protagonismo. Incluso cuando se realizaba la entrega de premios, era su mujer la que hacía los honores. Al hostelero le bastaba con contemplar cómo su negocio se convertía en una pequeña pinacoteca. «José Luis fue una especie de mecenas para muchos artistas, para muchas personas que encontraron en su bar unas paredes donde exponer su obra», indicaba Javier de Luna, uno de los pintores con los que colaboraba, durante una exposición en el centro cívico para rendirle homenaje un año después de la tragedia.
El barrio, con la familia
Transcurrida una semana del crimen, más de trescientos amigos y vecinos del barrio acudieron a una concentración silenciosa, convocada por la familia de la víctima, en la puerta del establecimiento para homenajear al hostelero.
Su hermano, Carlos, agradeció la masiva respuesta: «Esto muestra que era una persona muy querida en el barrio y un trabajador nato». Sus palabras finalizaron con un aplauso y muchos de los presentes se acercaron a la entrada del local, que permanecía cerrado, para pegar sobre sus cristales papeles con el lema 'Siempre estarás en nuestra memoria. Descansa en paz'.
A continuación, la mayoría se dirigió a la cercana plaza del Carmen, donde bares y locales de la zona colgaron el cartel de 'Cerramos en repulsa por el asesino de Boal' para asistir a la segunda manifestación convocada por la Asociación de Comerciantes bajo el lema 'Más presencia policial'. Allí, su presidente leyó un manifiesto de apoyo a la familia en el que reclamó «más vigilancia policial», para que «todo tipo de indeseables dejen de campar a sus anchas en las calles, establecimientos y casas».
La próxima semana
El crimen de la calle Ebro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión