La profesora Margarita Torremocha, en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid. RODRIGO JIMÉNEZ

Margarita Torremocha: «La Historia tiene su contexto y fuera de él no puedes igualar realidades»

La catedrática de Historia Moderna dirige la monografía 'La violencia familiar y doméstica ante los tribunales (siglos XVI-XIX)'

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 26 de febrero 2022, 08:07

He aquí una investigadora universitaria entregada en cuerpo y alma a que se conozca el papel de la mujer en la Historia. Hasta tal extremo ... hizo de su vocación desde niña –ser historiadora– el alfa y omega de su proyecto vital, que ha sido la primera mujer en acceder a una cátedra de Historia Moderna en la Universidad de Valladolid. Margarita Torremocha Hernández es una de las docentes más y mejor reconocidas del panorama internacional en su especialidad. Discípula del gran cronista vallisoletano Teófanes Egido, recientemente ha dirigido la monografía 'La violencia familiar y doméstica ante los tribunales (siglos XVI-XIX)', en la que coordina a un elenco de quince especialistas en la materia. Todo desde su Valladolid natal, desde su Valladolid del alma. Valladolid, principio y fin de todo su hacer...

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–¡Es que Valladolid es una ciudad privilegiada!

–¿En qué sentido?

–Tenemos los mejores archivos. Para estudiar desde los Reyes Católicos hasta la Revolución Francesa tenemos el Archivo de Simancas. Fundamental: todo el mundo que quiere estudiar esa época tiene que venir aquí. Y Chancillería tiene kilómetros de procesos judiciales.

–'La violencia familiar y doméstica ante los tribunales (siglos XVI al XIX)'. ¿Por qué ese periodo?

–Estudiamos un tiempo amplio entre otras cosas porque hay muchas pervivencias mentales. El proyecto surge en torno a una idea del pasado que nos sirve para ver mucho lo que arrastramos desde esa época. El libro tiene por subtítulo...

–...'Entre padres, hijos y hermanos nadie meta las manos'.

–Es un refrán que en Castilla se suele utilizar y, aunque es un refrán, todavía en el siglo XVIII había una instrucción para corregidores insistiendo en eso: si sucede algún asunto de violencia, de disconformidad, de enfrentamiento en la casa, si puede ser que no intervenga la Justicia, que lo arreglen ellos en casa.

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–Las familias se pelean cuando se pone una herencia sobre la mesa para su reparto.

–Matrimonio y patrimonio han sido siempre causa de conflictos y enfrentamientos. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces las mujeres se sentían especialmente perjudicadas en este caso, porque una mujer sin dote no es que se quedara fuera del mercado matrimonial, es que se quedaba fuera de la vida social. Hubo solteras que llegaron a mucho, pero eran situaciones extremas. Había mujeres a las que se les negaba la dote, mujeres nobles a las que sus hijos querían quitar el usufructo y la parte de gananciales para hacerse herederos antes... La mujer, por ejemplo en Castilla, ante esos casos civiles acudía a los tribunales.

«Espero que mi trabajo sirva para no repetir eso tan manido de que la mujer no tiene presencia en la Historia»

margarita torremocha

Catedrática de Historia Moderna

–Es de imaginar que las que lo hacían eran de clase social alta...

–El historiador trabaja con documentos y la ventaja de la documentación judicial que nos encontramos es que iguala a hombres y mujeres en ese sentido. El que no tiene nada que reclamar, sea hombre o mujer, no lo vamos a encontrar en los tribunales. La ventaja es que también los vamos a encontrar como testigos, dando su opinión y demostrándonos a nosotros lo que opinan sobre determinadas cuestiones sociales.

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–Violencia de género, violencia doméstica, violencia contra las mujeres... ¿Qué expresión es más adecuada para referirse a la sinrazón que padecen muchas mujeres a manos de los hombres?

–Hoy no sería capaz de decirlo. Violencia es lo fundamental. Mi historia es más bien con mujeres que una historia de género. Una historia en la que la mujer es la protagonista y la encontramos en los documentos, que es lo que a mí me importa. El concepto de género en aquel tiempo no existía. Hablamos de una sociedad diferente, aunque los comportamientos los vamos a ver repetidos. Pero, claro, en la sociedad de aquella época no existía el concepto de igualdad.

Margarita Torremocha. R. JIMÉNEZ

–Y si no había igualdad...

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–Lo que existía en aquella época era un concepto de familia que, si nosotros leemos a todos los teóricos juristas o tratadistas teólogos de la época, es un concepto similar a lo que ellos llamaban una pequeña república...

–¿Pequeña república?

–El hogar es esa célula social que tiene que reproducir otra manera de gobierno mayor y el que gobierna esa pequeña república del hogar es el varón. En aquellos siglos se entiende que tiene que regir y como tal regidor castigar el comportamiento que no se hace bien.

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–Y ahí la mujer es el blanco de la violencia, ¿no?

–En ese sentido, la sociedad admitía que golpease a su mujer, a sus hijos y a sus criados, de la misma manera que la mujer tenía cierta capacidad en esa sociedad, no solo asumida sino puesta por escrito por más de un tratadista, de golpear si hacía falta a sus criadas. Pero el varón, el padre, lo podía hacer. De tal manera que ahí entraría ya esa expresión que luego vamos a ver repetida tantas veces de «la pegaba sin tener razón».

–Suena fuerte, muy fuerte.

–Sí, sí. Además palizas, de descolocarla un hombro, la mandíbula... Y cuando la pegaba «sin tener razón» proliferan los testimonios, los vecinos lo cuentan, los propios criados, que se exponían a perder sus trabajos decían cosas como «sí, sí, porque todas las noches en la cena le hacía, le decía, le quitaba, le golpeaba...». Pero también había algunas mujeres que en esa sociedad a su juicio tenían razón.

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–¿Y entonces?

–Lo primero que tenían que hacer las mujeres, y ahí nos vamos sobre todo a la tratadística, muchas veces un discurso ejercido desde a Iglesia postridentina, era no enfrentarse a los maridos, esperar a que tuvieran un momento de tranquilidad para advertirles, nunca corregirles...

«En mi época hicimos la carrera pensando que nos ganaríamos la vida nosotras. En las nuevas generaciones eso no se ve tan claro»

MARGARITA TORREMOCHA

Catedrática de Historia Moderna

–Inconcebible con los ojos de este siglo.

–La situación de la mujer era muy difícil. Era la de aguantar y encontramos a mujeres que iban a los tribunales a reclamar un divorcio, a veces es una separación de cuerpos, y sobre todo a reclamar alimentos para la prole porque se había llegado a unos extremos de violencia muy exagerada y porque, además, tenían el apoyo de toda la comunidad familiar y vecinal. Una mujer sola, sin ese apoyo, que no tuviera una familia, un hermano o un padre, que muchas veces eran los que presentan la querella con ellas, que sabían que los familiares iban a decir que no... Pero entonces oiremos discursos en los que no hacía falta ir a la sentencia.

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–¿Como cuáles?

–El marido alegaba, por ejemplo, que ella tenía para comer todos los días; o que le había regalado tantos trajes, ¡que qué más quería! O aquel que dice: «Mire usted, mi mujer salía a hablar a la puerta con las vecinas. ¡Cómo voy a aguantar yo eso!». Ver cómo justificaban ellos o que si lo justificaban así es que tanto la sociedad como los tribunales iban a entender ese mismo discurso. Lo malo es descontextualizar la historia

La profesora Torremocha, en su despacho de la Universidad de Valladolid, el mismo en el que trabajó su referencia universitaria, el cronista Teófanes Egido. RODRIGO JIMÉNEZ

–Claro, pero el contexto ha cambiado, ha evolucionado se supone que a mejor y, sin embargo, el hecho, la violencia contra la mujer, permanece.

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–Y tampoco ha desaparecido esa idea de que entre padres, hijos y hermanos nadie meta las manos. Creo que es uno de los peores males. Esa idea de que a la mujer a la que pegaban no decía nada porque en aquella época, lo decían los textos de los confesores, de los tratadistas, de los teólogos, «tú tienes que callarlo, que asumirlo, que aguantarlo» y la idea de que los trapos sucios había que lavarlos en casa.

–Mejora el contexto, se va tendiendo a la igualdad, pero las agresiones a las mujeres siguen.

–Más que conseguir la igualdad, la gente de mi generación observamos un cierto retroceso en lo que las jóvenes aguantan últimamente.

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–Lleva usted toda la vida trabajando con gente del mismo segmento de edad: universitarios. ¿De verdad se está retrocediendo en ese comportamiento de los chicos hacia las chicas?

–No he visto que se evolucione mucho, la verdad. Es una percepción mía, pero yo creo que en mi generación todas hicimos la carrera pensando en que íbamos a ganarnos la vida nosotras. Y a veces todo eso no se ve tan claro en las nuevas generaciones, cuando se sabe que la independencia económica es fundamental. Lo que le pasaba a las mujeres que estudiamos de los siglos XVI al XIX era que si no tenían a su marido en casa no se alimentaban. He llegado a estudiar casos de amancebamientos en los que la mujer llevaba al marido a los tribunales pero no para que dejase a la amancebada con la que estaba, sino para que le siguiera pasando alimentos a ella.

–¿Todo eso pertenece al pasado?

–Hemos pasado de una sociedad jerárquica a una sociedad en la que se busca la igualdad, pero la violencia no ha desaparecido. La violencia es más fácil ejercerla con los que están en una situación de inferioridad, que entonces estaba justificada y se ha dejado de justificar, pero no siempre tanto. Se siguen todavía justificando actitudes que encontramos en aquella época. Pero la violencia, en general, en las sociedades se ha mantenido.

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La profesora Torremocha, durante la entrevista con El Norte de Castilla. RODRIGO JIMÉNEZ

–Quince expertos bajo su coordinación. Como mínimo esta labor debe ser tan complicada como dirigir una orquesta, ¿no?

–Cuesta, cuesta. Pero es que con muchos de ellos llevo años trabajando y es más fácil la tarea.

–¿Por qué ese interés suyo por los asuntos vinculados al protagonismo de las mujeres en casos de delincuencia, maltrato...?

–Porque creo que es una laguna. La historia política tiene mujeres con cuentagotas, cuando la mitad de la sociedad son mujeres. ¿Y qué hemos estudiado? Los oficios. Se dice que en estos solo hay hombres y no, me meto en las fuentes y veo que hay mujeres. Se han estudiado los oficios y casi siempre eran masculinos. Y, por ejemplo, a los comuneros, ya que está reciente el quinto centenario, los castigó el Rey pero, ¿y las hijas? Se quedaron sin dote y pidieron al Rey que castigara a sus padres, pero que no les dejara sin su dote. Las mujeres están ahí y no podíamos seguir haciendo una historia social sin poner un poco el acento en el mundo femenino.

–Esta mirada a la violencia familiar y doméstica en los tribunales de los siglos XVI al XIX, ¿para qué puede servir hoy?

–Mi oficio como historiadora es poder rescatar todo el pasado que no conocemos. Rescatarlo, con una buena contextualización, que es lo importante, y es contra lo que está luchando hoy mucha gente: la historia tiene su contexto y fuera del contexto no puedes igualar realidades. Eso pasó en ese momento y pasó de esa manera.

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Margarita Torremocha posa tras la etrevista. RODRIGO JIMÉNEZ

–¿Por qué insistir en lo evidente?

–Porque la historia tiene que ser rigurosa, científica y nos sirve para entender, para aprender a pensar, para interpretar las cosas en su justo término, que hay mucha gente que está descubriendo todo el día las Américas y resulta que ya están descubiertas. Y también, hay que ver cómo evoluciona el pensamiento y cómo contribuir a que evolucione. La historia nos ayuda a todo eso.

–¿Y eso de que la historia nos ayuda a no repetir defectos...?

–Pues no lo sé, pero creo que las personas que conocen mejor la historia no es que no la vayan a repetir, que habrá cosas que se repitan invariablemente a lo mejor, la naturaleza humana es así, pero sí que nos ayuda a ver cómo se ha evolucionado, cómo se ha contribuido, y desde dónde, a cambiar algunos modelos que, lógicamente, si ha cambiado la sociedad tendrían que haber cambiado. Y espero que sirva para no repetir esas cosas tan manidas de que la mujer no tiene presencia en la Historia. Cuando ya se superó eso se decía que sí, que la mujer estaba allí pero no teníamos documentos desde donde estudiarla. ¡Tenemos documentos para estudiar la historia de la mujer!

–Tantos años investigando en tantos kilómetros de archivos, ¿le han llevado alguna vez a pensar qué quiere ser de mayor?

–Si tuviera que volver a escoger, escogería lo mismo: la investigación histórica y la docencia. El placer de meterte en los documentos, el ser ese cotilla del Antiguo Régimen que me dicen en casa, me enriquece y me permite descubrir la historia.

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