Manuel Muñiz, Secretario de Estado de España Global: «Si juntos aprovechamos los fondos europeos, el crecimiento será histórico»
Muñiz advierte de que la persistencia de la bronca política puede pasar factura a la imagen del país en el exterior
El leonés Manuel Muñiz (1983), experto en economía política y diplomacia, pasó esta semana por Valladolid para, desde su puesto de secretario de Estado de ... España Global, explicar la política gubernamental en la gestión de la pandemia. Muñiz forma parte del comité de expertos que asesora al presidente del Gobierno en la crisis sanitaria y económica.
–Un país con los alarmantes datos de covid, ¿qué mensaje transmite al resto del mundo?
–Estamos ante un reto sanitario significativo que tenemos que abordar entre todos. Ya sabíamos que en la desescalada económica se asumía un riesgo de difusión de la enfermedad. Vamos a estar durante un tiempo en dos tensiones: el aumento de la actividad económica y la movilidad con lo que eso supone para el aumento del riesgo de difusión de la enfermedad. Nos tenemos que mover en un ámbito de medidas cada vez más quirúrgicas, que unas veces serán de distanciamiento o de reducción de aforos y otras de limitaciones de movilidad interprovincial para mantener el equilibrio en este periodo de transición hasta que una vacuna o algo desactive la severidad de la pandemia...
–Pero España estuvo en cabeza en la primera ola y ahora vuelve a estarlo, ¿qué imagen da esto?
–Depende de cuando uno mire los datos. Una patología muy nuestra es ser muy autocríticos. Si hacemos una foto fija en el pico de la primavera y ahora –que por cierto los datos están mostrando ya una cierta estabilización y a veces decrecimiento– España sale mal dibujada; pero este es un problema muy dinámico. Antes de ayer (por el lunes), Francia comunicó 27.000 casos de covid en un día. Nosotros estamos en 7.000 y en muy pocas ocasiones hemos superado los 10.000. Países Bajos y Bélgica ya nos superan en incidencia acumulada. No pretendo criticarlos, sino explicar que el problema es cambiante y dinámico y no debemos sobredimensionar lo que el pico de una ola supone para la imagen del país porque esto se está moviendo y está poniendo a prueba a los mejores sistemas sanitarios y los gobiernos más capaces del mundo. Estamos ante un gran reto global y la gestión de este reto no es tan significativa. La última encuesta del Real Instituto Elcano a más de 34.000 personas en varios países del mundo sobre la percepción de España durante la primera ola de marzo y abril nos dice que no hemos sufrido un impacto en nuestra imagen. Esto no significa que no estemos ocupándonos de esto todos los días, pero hay que moderarse. La ministra (de Economía) da entrevistas a diario para enviar un mensaje de calma, para que se sepa que nos estamos dedicando con rigor y seriedad.
–También económicamente España va a la cola, ¿han saltado las alarmas en el Gobierno con avisos como el del FMI?
–La economía española, por las características de la crisis y cómo la pandemia golpea a la actividad a través de la movilidad y la proximidad, está golpeada de manera particularmente severa por la escala de nuestro sector turístico y otros de consumo, automoción, aeronáutico... Estamos en un entorno de fuerte decrecimiento casi generalizado y esperamos un crecimiento bastante robusto, y así lo ha dicho el FMI, en la última parte de este año y el año que viene. La crisis no ha producido una pérdida de activos estructurales o de infraestructuras. Esperamos un rebote fuerte y más con la llegada del fondo europeo de recuperación y reconstrucción.
–Eso de que no ha destruido infraestructuras... Decenas de miles de empresas han cerrado.
–Se han protegido con los ERTES, que más de tres cuartas partes se han recuperado ya con empleo. Falta la parte más frágil, con los sectores más afectados. Mucho de cuánto se convierta en pérdida estructural dependerá de la duración. Personalmente soy optimista porque la respuesta europea es inmensa. Si somos capaces de aprovecharla será histórico. Una oportunidad para una segunda gran modernización del país si conseguimos absorber esos fondos. Cuando España era el gran perceptor de fondos netos, hace 20 años, recibía de media 6.000 millones al año. Ahora hablamos de 72.000 millones en transferencias en tres años.
«El problema es cambiante y dinámico y no debemos sobredimensionar lo que el pico de una ola supone para la imagen del país»
–¿Quién debe ponerse más las pilas para aprovecharlos, el Gobierno, las autonomías, las empresas?
–Es un ejercicio de país. Debemos generar un consenso nacional y creo que no estamos muy lejos. El destino lo tenemos claro. Hay que concretar los ejes.
–Ese consenso del que habla quizá no se aprecia tan claramente...
–Es el gran reto y sería un verdadero fracaso nacional que no aprovechásemos la oportunidad. Hubo una Comisión para la Reconstrucción en el Congreso, cuyas medidas se han ido plasmando. Los Presupuestos serán vitales para esto.
–En octubre de 2020, ¿diría que la Monarquía española beneficia o perjudica a la posición global de España?
–Netamente beneficia. Es un activo para la imagen de nuestro país. Probablemente, el rey Felipe VI es el principal embajador del país. Tiene una interlocución constante con líderes de todo el mundo. Muchas cosas no se ven de lo que hace la Casa Real.
«Esperamos un crecimiento bastante robusto, y así lo ha dicho el FMI, en la última parte de este año y el año que viene»
–¿La bronca política hace daño?
–Hay que encontrar la forma de sosegar el discurso o nos pasará factura en el medio-largo plazo. Nuestra imagen es resiliente, pero se puede ver afectada. Y me preocupa que parte del discurso político de la oposición se centre en que el Gobierno es «ilegítimo». Que el estado de alarma fue un golpe de Estado. Que la gestión sanitaria es criminal. No es general en la oposición, pero es un populismo de libro. Un discurso moralizante que aleja del fondo de las cosas. El resultado final de ese discurso no solo erosiona al Gobierno, sino que erosiona la legitimidad constitucional. Habría que extirpar este tipo de lenguaje del debate político. España tiene una democracia sana y un Gobierno democrático.
–Dígame algo que haya hecho mal el Gobierno.
(Hace una pausa)
–Creo que se ha enfrentado a un reto enorme en la gestión sanitaria, navegando sin hoja de ruta clara al principio de la pandemia. No existía. Formé parte del grupo que diseño la desescalada tras el estado de alarma y no había referencias. Ningún país había confinado a la totalidad de la población y tenido después que reactivar la economía. Podríamos y deberíamos haber tenido una reflexión más sistemática sobre la gestión de riesgo sistémico de una pandemia como esta. Se consideraba tan improbable que hemos tenido que trabajar sobre la marcha en las soluciones. Tenemos que trabajar en el tensionamiento de las cadenas de valor para darles resiliencia y en la disponibilidad de estocajes estratégicos. También hay que mejorar el sistema de centinelas. Pero la generalidad de países, salvo algunos de Asia, este tipo de riesgo lo teníamos mal calculado. Hay espacio para la mejora.
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