Control de la Policía Local en la carretera de Soria. Rodrigo Jiménez

La expansión del virus se dispara en un fin de semana hipervigilado

Veinte mil infectados en España y mil en Castilla y León, alerta por el contagio en las residencias de mayores

Antonio G. Encinas

Valladolid

Viernes, 20 de marzo 2020

El alcalde de Valladolid, tuitero impenitente, no se lo creía. «En el día de ayer se denunció a 123 personas por incumplir las normas decretadas por el estado de alarma. Se detuvo a 2. Parece mentira que esto se esté produciendo», decía. Pero al Gobierno ya no le parece mentira. Mucho menos después del éxodo del último fin de semana, ese que quedó partido en dos, con el anuncio del estado de alarma un día y el estado de alarma real al siguiente. Este sábado y domingo, con temperaturas de 16º-17º y alguna nube, hay un riesgo cierto de que los 'agobiados' y los insolidarios quieran ponerse en ruta, así que si lo hacen se encontrarán con la Guardia Civil, la Policía Local y la Policía Nacional. «En estas circunstancias no puede pensarse en clave vacacional», advertía el delegado del Gobierno, Javier Izquierdo, mientras anunciaba vigilancia interprovincial, interregional e incluso intralocal. Especialmente, dada la experiencia reciente, para controlar esos flujos de vehículos desde Madrid o el País Vasco o hacia Cantabria.

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Llega la hipervigilancia, que según la experiencia china es el único modo de mantener una cuarentena fiel que haga desinflarse la expansión de un coronavirus que rompe cifras simbólicas a velocidad de vértigo. En España, más de 20.000 casos confirmados. 19.980 anunció el Ministerio de Sanidad con los datos «consolidados» del día anterior, 19 de marzo, a las 21 horas. En Castilla y León, el contagio rebasó los mil, y eso que aparentemente estaba lejos. En un solo día, el zarpazo de 279 positivos situó la cifra de la comunidad autónoma en 1.147.

En número de fallecidos, en fin, 1.002 en todo el país. Más de 10.000 en el mundo. Porque la pandemia es tan mundial que en un solo día sumó tres países más a la lista de damnificados, de 160 a 164. Aún le quedan unos pocos. En la ONU hay 193 estados miembros y la FIFA aglutina a 211 federaciones.

El coronavirus va a por el pleno. Aunque algunos dirigentes no acaben de creérselo. A López Obrador, presidente de México, un juez le emplazó a tomar medidas. Su responsable de salud pública, López-Gatell, comunicó que el primer fallecido por coronavirus en el país había asistido a un concierto. «Cada persona con coronavirus puede contagiar de dos o hasta tres personas», se limitó a decir. Calma, pues. Han detectado 164 casos en todo el país. Los periódicos, que reciben informaciones alarmantes de todo el planeta, atacan la ceguera gubernamental con análisis, datos y coberturas especiales. «El Gobierno insiste en que hay insumos, más de 100.000 cubrebocas, suficientes camas y salas de terapia intensiva para atender los 10.500 casos que esperan como graves», decía 'El Universal'.

10.500. En un país con 129 millones de habitantes.

A modo de pista. Castilla y León distribuyó entre jueves y viernes 230.000 mascarillas quirúrgicas, 788.000 guantes, 29.000 mandiles y batas, 20.000 buzos y monos... «Esperamos con esto estar relativamente tranquilos en las próximas 48 a 72 horas en espera de que los aviones de países donde hemos realizado las compras lleguen a nuestra comunidad autónoma», señalaba ayer la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Y sobre los casos graves, otro dato. Solo en Castilla y León, 2,3 millones de ciudadanos con población muy dispersa y ciudades pequeñas, 85 personas están en la UCI y 490 en planta.

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Complejidad global

Las reacciones tardías de muchos gobiernos y la propia evolución del virus empiezan a permitir vislumbrar un escenario complejo por su alcance global. Uno de los efectos inmediatos, por ejemplo, es el de la carencia de equipos de protección en todo el mundo. Sucede en Italia, sucede en Estados Unidos y sucede, por supuesto, en España. Mientras el Ministerio espera que llegue todo el material que se adquirió de forma centralizada, la Junta rebusca en otros países, especialmente China, para conseguir equipamiento protector, mientras pide además la colaboración de todas las empresas que sean capaces de adaptar su maquinaria y logística a la fabricación de estas prendas. Porque aquí, precisamente, hay mucho que temer de este virus.

Estudios por todo el mundo tratan de esclarecer las causas por las que la mortalidad afecta más a unos países que a otros. Suponiendo, en esos casos, que las mediciones se hagan de la misma forma, lo que no es sencillo. Uno de los factores que lo explican es el de la pirámide poblacional. Cuanto más envejecida, más víctimas mortales.

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En la comunidad, eso se traduce en pánico al virus en los pueblos y en las residencias de mayores, donde el contagio puede tener consecuencias catastróficas. La Unidad Militar de Emergencias y el Ejército colaboraron ayer en la desinfección de la Casa de Beneficencia, en Valladolid, donde se detectaron 24 positivos y fallecieron dos internos. Castilla y León contabiliza 47.794 plazas en 702 residencias de mayores.

«No se trata de no tener miedo a nada, sino de demostrar tu amor por los tuyos», arengaba el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, a los jóvenes hace tan solo ocho días. Las cifras, el incremento brutal al que se transmite el coronavirus COVID-19, le dan la razón. Al menos, la suficiente como para vigilar hoy cada kilómetro de carretera.

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