Angelines Porres posa para la entrevista de El Norte de Castilla. RODRIGO JIMÉNEZ

Angelines Porres: «Lo mal que vi pasarlo a algunos para que les dieran un cargo político...»

Maestra y profesora de Lenguaje Musical, advierte de que «la sociedad no demanda más formación en Humanidades y los gobernantes son bastante ignorantes de esas materias»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 12 de marzo 2022, 00:03

He aquí una mujer tan fuerte que en vez de carne y hueso parece hecha del metal más resistente. Angelines Porres (Valladolid, 1944). Maestra, catedrática ... de Lenguaje Musical en el Conservatorio vallisoletano e investigadora. En la cultura de Castilla yLeón, en general, y en la música, en particular, su nombre es pronunciado con enormes dosis de admiración, respeto y aprecio. La vida le puso ante el momento más crítico al que puede verse sometida una madre, la muerte de una hija, pero su formación musical hizo que rescatara de la memoria de la infancia la mejor herramienta de la que puede hacer uso un músico, la constancia. Estuvo en política (fue concejala del PP en Valladolid 8 años y 4 más, procuradora) y dejó tal huella cultural, que mucho de lo que ahora existe en ese plano se debe a su quehacer. A sus 77 años, sigue al pie del cañón: imparte clases de español a refugiados y prepara una obra, como coautora, sobre música y músicos en Valladolid.

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–Si usted siempre ha defendido que la música es un elemento esencial en la educación, ¿por qué ni los suyos dieron más peso a la música en los curriculums escolares?

–Es una pregunta estupenda...

–¡Vaya por Dios! Cuando la entrevistada empieza así...

–De verdad. Esa es una pregunta que me hice desde en el momento en el que saqué la Cátedra de Lenguaje Musical en Valladolid. Años después mi discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción se tituló 'La música en la Educación'; no la educación musical, sino la música en la educación. Cuando la LOGSE, creí que se haría. Es más, por medio de Pedro Aizpurúa me fui a la Escuela de Magisterio y puse la especialidad de Música en la Educación para la Enseñanza Primaria. Y nada, nada... Hubo unas movidas... Teníamos la convicción de que la enseñanza tenía que entrar la música y lo único que sacamos es no sé cuántas promociones de maestros para la Primaria en Música. La ley no ha ayudado, la ley no ha sido capaz. ¿Por qué no lo pusimos en marcha? Dígame usted cómo podría haberlo hecho...

–¿Convenciendo a los sucesivos ministros de Educación?

–Pues deme por frustrada. No lo he conseguido. En la revista Melómano llegaron a titular que una profesora de Solfeo entraba en la Academia de Bellas Artes. Pero por mucho que yo haya movido en ese mundo, nada.

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–Ya será para menos. Le acompaña un prestigio a prueba de cambios de gobierno...

–Estamos ahora con la Ley Celaá, que fija unas horas nada más durante unos cursos y en Secundaria, un año. Tengo una nieta que ha hecho Secundaria y ¡solo un año ha dado música, solo un año! No sé qué decirle. No fui capaz de convencerles en su momento.

Angelines Porres. R. JIMÉNEZ

–¿Se arrepentirá esta generación de haber reducido el peso de las Humanidades en todas las etapas educativas?

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–Hay una ignorancia, primero, por parte de los que hacen eso. Una ignorancia de la importancia de ello, no están convencidos de la capacidad que esas enseñanzas tienen en la formación, no son capaces de verlo.

–¿Quiénes no lo ven?

–La sociedad no lo demanda y el gobernante es bastante ignorante en esas materias porque los de ahora no han tenido formación en ello. ¡Yo hice Latín y Griego sin diccionario!

–Los jóvenes hoy disfrutan de unos espacios paradisíacos gracias a Internet. ¿Puede estar ahí parte de la culpa de lo que pasa por la falta de mayor formación en Humanidades?

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–No lo creo. ¿Sabe por qué? Porque veo que Internet es un camino de conocimiento muy grande.

–Ya, pero ¿se enseña a aprender en Internet? La herramienta es fantástica...

–...¡Yo creo en ella!

–Pero se nos advierte de los peligros que acarrera no saber utilizarla. ¿Quién enseña a usarla?

–No sé si les enseñan; les exigen que aprendan de esa manera. Mi nieta de 15 años estudia cuarto de la ESO, saca medias de 9 y de 10 y dedica muchísimo tiempo a estudiar de esa manera.

–Le creo entender que aprender con Internet como herramienta es adecuado.

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–El otro día, estudiando sobre la II Guerra Mundial, mi nieta me mostró cómo todas las cosas de las que había tomado nota las estaba ampliando en Internet. A ver... Eso es la parte positiva de la red. Claro que luego debe haber una parte muy negativa, que no conozco bien, que es la del juego, la del ocio o la del tiempo dedicado a navegar en la red.

–El lado oscuro.

–Seguramente sea lo que tenga Internet de negativo, claro.

La profesora de Lenguaje Musical Angelines Porres. R. JIMÉNEZ

–Viendo a su nieta, ¿se le ha pasado por la cabeza cómo habría estudiado usted de haber tenido Internet a los 17 años?

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–Muchas veces me dice que cuántas cosas sé porque soy capaz de buscarle la etimología de las palabras, que a mí me ha servido para muchas cosas, sobre todo en la música, que tiene un lenguaje muy propio que se basa mucho en los griegos, incluso enseñando lenguaje musical. El análisis que a mí me ha dado el estudio del Latín y el Griego me ha servido para muchísimas cosas en la vida.

–Habla de lenguaje y usted se define como músico, no como música, pese a ser mujer.

–Música tiene otra acepción.

–¿Las mujeres que se dedican a la música son músicos?

–Claro. Igual que chicas en Medicina se dicen médicos. Me preguntan qué soy y digo que músico.

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–¿Qué lleva a una músico a pasar de un mundo en el que prima la sensibilidad, el de la música, a otro en el que la insensibilidad campa a sus anchas, el de la política? Usted dio ese paso.

–Cuando se formó el Consorcio de Enseñanzas Artísticas Diputación-Ayuntamiento, con Pilar García Santos (concejala de Cultura socialista en el primer mandato de Tomás Rodríguez Bolaños), se iba a instalar en el Hospital Viejo de Valladolid y había mucho espacio; Pilar quería poner allí también la Escuela de Teatro. Era un saco con 1.300 alumnos de Música y 20 de Teatro. Aizpurúa me dijo que debería sustituirle como director de la parte musical y 14 años estuve. Me conocían mucho por ello en la Diputación y en el Ayuntamiento. Al irse del equipo de Gobierno del PP Alberto Gutiérrez me llamó el entonces presidente del partido en Valladolid y al poco vi en un titular de El Norte de Castilla: 'Nuevo fichaje en el Ayuntamiento, Angelines Porres'. ¡Yo ni conocía a Javier León!

–¿Y se metió en política con un titular de El Norte?

–En ese tiempo, le diagnosticaron a mi hija un cáncer. Y quise dejar la lista municipal. Era el año 2003. Fui a hablar con Javier León, con el que todavía no había cruzado palabra...

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–...Así funciona la política.

–Es que mi nombre y el de otros miembros de aquella lista se los habían metido a Javier León desde el partido. No imagina lo bien que nos hemos llevado luego. Y en aquel momento mi hija llamó a la puerta y le dijo al alcalde que no debía permitirme renunciar a la lista municipal.

Angelines Porres. R. JIMÉNEZ

–Ha contado cómo entró en política, pero le preguntaba que por qué.

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–Me gustó la idea de ser útil en la cultura de mi ciudad, pensar que Valladolid, que tiene tantísimas cosas, podía tener un desarrollo cultural mayor. Dije que quería bajar la cultura a la calle, al ciudadano. Y Luis Díaz Viana escribió que yo quería bajar la cultura; así, sin más. Me dio un palo...

–¿Nunca se arrepintió de haberse metido en política?

–¡Nunca! Ya ve... ¡Nunca!

–Pero usted nunca se llegó a sentir persona de confianza del alcalde Javier León...

–A ver, a ver. Es que eso a lo mejor también está equivocado. Yo no iba a las 8 de la mañana a contarle cuitas al alcalde. Yo trabajaba, trabajaba, trabajaba. Y tenía compañeros que eran de dorarle la píldora al alcalde y yo no.

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–En los ocho años de concejala y los cuatro en las Cortes, ¿acabó descubriendo lo que es la erótica del poder?

–No. Nunca, nunca.

–Dígame si me equivoco: usted disfrutó de dos privilegios en su paso por la política. El primero, que se fue cuando quiso.

–Sí, claro. ¿Y el segundo?

–Que usted se volvió a su trabajo, porque lo tenía antes de entrar en política, ¿verdad?

–Lo mal que vi yo pasarlo a algunos, y no daré nombres, para ver si les metían en las listas del partido. Y yo, tan tranquila, sin ningún problema. ¡Podía volver a mi cátedra! Me marché del Ayuntamiento el 23 de abril de 2011 y al día siguiente estaba a las 9 de la mañana en el Conservatorio. Y le dije al director, que en su día había sido alumno mío, que pese a estar cerca el final de curso yo iba a ir a dar clase. Me habían puesto en la lista del PP a las Cortes en el puesto 9 y resulta que pocas semanas después de dejar el Ayuntamiento, en las elecciones autonómicas el partido sacó 9 procuradores y logré escaño.pero no dejé de impartir clases.

Angelines Porres. R. JIMÉNEZ

–¿Hay asuntos tabúes a la hora de hablar con usted?

–Ninguno. ¿Por?

–Su hija Elena falleció poco antes de dejar usted la labor en el Ayuntamiento.

–En el 2009. Y yo dejé el Ayuntamiento en 2011. En esos dos años, el alcalde me cargó de más trabajo, me trató como a una hija y me animó como la madre que había perdido a una hija. Ojo, que es duro esto decirlo...

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–Esa experiencia tan trágica, ¿cómo le ha transformado?

–Seis años luchando contra un cáncer la muerte no es súbita, está muy pensada. Estás esperando la muerte de tu hija. Sus últimos tres años fueron tremendos. Esa situación hace que pienses que o te metes en la cama para el resto de la vida o sales adelante. Y esa decisión de tirar para adelante me la dio la formación que tengo, esa formación de empezar y seguir y volver a repetir el pasaje... Y otra vez, y otra vez... Te vas haciendo dura.

–¿Más de lo que usted misma podría pensar que es?

–Creo que sí.

–¿Siguió creyendo en Dios después de morir su hija?

–¡Tuve un bajón increíble, muy profundo! Dejé de ir a misa y todo. Pero poco a poco me ha vuelto a ganar y he vuelto a rezar.

«Yo no iba a las 8 de la mañana a contarle cuitas al alcalde. Yo trabajaba, trabajaba, trabajaba...»

ANGELINES PORRES

Profesora de Lenguaje Musical y exconcejala

–Es maestra de profesión y sabe lo que es el dolor. Pero el dolor no se puede enseñar, no se puede explicar.

–Solo se sabe lo que es el dolor si se vive. Y si yo sé que si moviendo una mano, haciendo esto o lo otro me voy a acordar más de Elena, no lo hago. Este año pasado ha sido el peor de todos, es cuando más me acuerdo de Elena.

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–¿Por qué?

–Ah, no lo sé. Será la edad. Y mi marido, igual, lloramos mucho y lo pasamos muy mal. Pero claro, es que era una mujer con muchísimas facultades...

–Vivimos en una sociedad que esconde el dolor. ¿Así nos va?

–Cuando dice 'así nos va', ¿quiere decir que así nos va de mal?

–Claro.

–Desde luego que preferimos no mostrar lo malo y enseñar siempre lo bueno. ¿Que eso para la sociedad es malo? Creo que no.

–A sus 77 años, lo que no se le ha jubilado es la vocación docente. Imparte clases de español a refugiados, de manera gratuita. ¿Por qué?

–En Red Íncola, seis horas semanales, y ya he conseguido que dos africanos hayan logrado la nacionalidad española. ¡Ahí es donde está Elena, ahí! La muerte de mi hija hace que necesite actividad. Y para 2023 se va a publicar una obra una de cuyas partes es el estudio de la música sacra desde los años 20, cuando vino de arzobispo a Valladolid Goldáraz, que estoy escribiendo yo. Joaquín Díaz va a hacer la parte de la música popular y Jesús Urrea va a hacer lo relativo al arte. Y en la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción soy la consiliaria de Música.

«Este año pasado ha sido el peor de todos, cuando más me acuerdo de Elena... Será la edad, no sé»

ANGELINES PORRES

Profesora de Lenguaje Musical

–¡No para! ¿Por qué le gustaría que le recordaran sus nietos?

–Por la disponibilidad. ¡Siempre estoy dispuesta! Nunca pongo pegas a nada. Pero creo que si Elena no hubiera muerto, no sé si hubiera hecho tantas cosas. ¿Sabe? Es una lucha diaria. Hacer tantas cosas es la causa, claro, de que falte Elena.

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–Aunque tenga ese no parar, al menos sí se habrá detenido un instante a pensar en qué quiere ser de mayor, ¿no?

–Disponible. Creo que voy a morir con las botas puestas.

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