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Entrega de restos de presos fallecidos en el penal franquista de Valdenoceda
Los restos de once presos de la cárcel franquista de Valdenoceda, en Burgos, vuelven con sus familias

Los restos de once presos de la cárcel franquista de Valdenoceda, en Burgos, vuelven con sus familias

El hispanista Ian Gibson considera una «infamia» que un país civilizado tenga gente en las cunetas

el norte

Sábado, 16 de abril 2016, 17:52

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Los restos exhumados e identificados de once presos represaliados en el antiguo penal franquista de Valdenoceda (Burgos) ha sido entregados a sus familiares en un emotivo acto celebrado en el pórtico de la iglesia de la localidad que acogió uno de los penales más cruentos del franquismo. En el acto participaron miembros de la Asociación de Familias de Represaliados en Valdenoceda, además del hispanista y escritor Ian Gibson, que presenció «emocionado» una jornada «que nunca olvidará» por «la justicia devuelta a tantas familias españolas».

La localidad burgalesa de Valdenoceda se llenó de manchegos, madrileños y de muchos burgaleses. No acudieron de visita, ni de turismo. Lo hicieron con el ánimo de recuperar los restos de sus abuelos, tíos y familiares desaparecidos durante la Guerra Civil. «He estado toda mi vida pendiente de una foto. La de mi abuelo. Hoy me lo llevo a casa y no puedo contener las lágrimas», indicó Modesto, uno de los trece nietos de Modesto Flores Jiménez, natural y vecino de Daimiel (Ciudad Real); muerto el 31 de marzo de 1941.

Como él fueron nueve las familias desplazadas desde distintos puntos del país que llegaron hasta esta población del Valle de Valdivieso para recuperar los restos hallados durante la campaña de exhumación llevada a cabo en el año 2007 en una campa anexa al cementerio parroquial. Un punto negro en el que aparecieron los restos óseos de 114 varones.Todos ellos presos del penal que se sitúa a apenas un kilómetro del camposanto que hoy recuerda a los presos que pasaron por el penal del río Ebro.

La jornada comenzó con una breve explicación por parte de los forenses que han participado durante estos años en las tareas de identificación.Los familiares conocieron de primera mano cómo se han ido desarrollando las investigaciones hasta llegar al punto final. El momento más esperado, el día de hoy, cuando los nietos o sobrinos de los finados consiguen llevarse una caja con los restos de los suyos.

Previamente, y según explicaron los forenses, «hay que cotejar los datos de ADN aportados por las familias y ver si realmente coinciden». Unas pruebas realizadas en laboratorios privados y que suponen un coste de unos 300 y 400 euros. «Hace años pagábamos mucho más», indicó uno de los forenses consultados.

Acto seguido comenzó el acto de entrega de los restos a las familias desplazadas. Con estas once entregas, la asociación ha conseguido realizar un total de 62 identificaciones desde el año 2010 .

Los restos identificados son los de: Plácido Cabrera Fuentes, natural y vecino de Valdepeñas de Jaén (Jaén); Juan Pedro Aliaga Sánchez Rey, natural y vecino de Argamasilla de Alba (Ciudad Real); Antonio Abad Vara, natural y vecino de Getafe (Madrid); Teodoro Pérez Martín, natural de Miraflores de la Sierra (Madrid); Dimas Almendros García, de Corral de Almaguer (Toledo), que residía en Piedrabuena (Ciudad Real); Anastasio del Barrio Herrero, de El Cubillo (Segovia) y residente en Villamayor de Calatrava (Ciudad Real); Eloy Sánchez Martínez, natural de Masegoso (Albacete), que vivía en Socuéllamos (Ciudad Real); José Estero Navarro, natural de Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) y vecino de Socuéllamos; Modesto Flores Jiménez, natural y vecino de Daimiel (Ciudad Real); Valentín Villanueva García, natural y vecino de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), y Rafael González Secades, natural y vecino de Cuyences (Asturias).

«Nosotros nos llevamos al abuelo a Madrid para enterrarlo con sus hijos», indicó María Isabel Lafuente en declaraciones a Ical. Visiblemente emocionada, esta maestra jubilada, inspeccionaba en el coche la «cajita» en la que «va el abuelo a juntarse con su mujer». «Tenía ocho hijos y estaba viudo. Cuando se lo llevaron de casa la familia se partió», reconoce el marido de la nieta de Eloy Sánchez Martínez, un hombre «normal y sin ideas políticas que perdió la vida en la cárcel burgalesa con 45 años.

La voz también se le quebró a uno de los nietos de Anastasio del Barrio, fallecido en el penal en uno de los años con más mortandad de la cárcel por la ausencia de alimento, 1941. Sus nietos afirmaron que «no sabían nada hasta hace unos meses» porque a su abuelo, «como a tantos le perdieron la pista y le dieron por desaparecido». «Nos vamos con la conciencia tranquila», destacó el descendiente de Anastasio.

Ian Gibson se desplazó hasta Valdenoceda para «conocer de cerca un lugar del que nunca he escrito y del que igual escribo», destacó en declaraciones a Ical. «Estoy profundamente emocionado y no logro entender que un país que se jacta de ser una gran nación puede tener a sus muertos en cunetas», aseveró.

En su turno de palabra, el biógrafo de Federico García Lorca indicó que «es lamentable» que «un país civilizado haya dejado a sus ciudadanos en cunetas. Es una verdadera infamia», aseveró una de las personas que más ha escrito sobre la contienda bélica que enfrentó a España en el siglo XX.

Los miembros de la asociación que ya ayudado a la exhumación e identificación de los restos entregados solicitaron «ayuda» a las administraciones para poder seguir con una tarea «que habla de la dignidad de las personas». En la actualidad no disponen de ninguna subvención y tienen pendiente el pago de 4.800 euros por las labores realizadas que «pagarán entre todos».

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