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CÉSAR BLANCO
Viernes, 28 de febrero 2014, 13:06
La noticia de su nombramiento como nuevo magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo le cogió a Andrés Palomo en plena faena. El juicio que estos días se celebra en la Audiencia Provincial a raíz de la operación 'Becquer' contra el tráfico de droga en Segovia acaparaba ayer su atención, aunque aún pudo arañar resquicios de su tiempo para responder y agradecer las numerosas felicitaciones que recibió a lo largo de la jornada. No es para menos. Y es que, tal y como él mismo confesaba cuando supo hace tan solo unos días de su selección en una de las ternas para ocupar una de los dos vacantes, ese nombramiento supondría «la culminación» a una dilatada carrera ligada en cuerpo y alma a la jurisprudencia. Y al final tamaño objetivo profesional y tan elevado deseo personal se han consumado.
Él fue el primer sorprendido cuando el pasado día de Reyes algunos confidenciales le 'regalaban' la vitola de ser uno de los nombres que sonaban para sustituir a Ángel Juanes al frente de la Audiencia Nacional. Andrés Palomo, de 59 años, mostraba su incredulidad e insistía a cuantos le preguntaban que no, que a él no le constaba certeza alguna en esos rumores que circularon rápidamente por los pasillos del vetusto Palacio de Justicia de la calle San Agustín de la ciudad. Recibía felicitaciones, pero insistía en que no había nada. Entonces fue de las primeras ocasiones en las que el discreto y prudente magistrado comentó su querencia realista y verdadera a ocupar una de las dos vacantes en el Supremo, «una pretensión natural que suele darse en quienes nos dedicamos a esto», decía.
Tras ingresar en la carrera judicial en 1981, su primer destino fue en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Almendralejo, en Badajoz. Un año después pasó a ocupar el de Mérida, donde ascendió a magistrado. En 1989 inauguró el Juzgado de lo Penal de Salamanca, en el que permaneció hasta 1997, cuando se incorporó en comisión de servicio a la Audiencia Provincial de Segovia. Fue elegido presidente de este órgano colegiado en junio de 1998 en sustitución de Adolfo Prego, que en esa fecha fue nombrado magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Después de su reelección el año pasado, Andrés Palomo desempeña en la actualidad su cuarto mandato en la Audiencia segoviana, que no terminará debido a ese nuevo destino.
Explica que la responsabilidad que le espera consistirá fundamentalmente en «procurar que los demás jueces tengan una referencia». Tratará de «aplicar el criterio del Derecho de manera uniforme y determinar el sentido interpretativo de la norma.
La sustitución
Palomo calcula que hasta mayo los candidatos a suplirle no defenderán sus aspiraciones, por lo que a buen seguro que hasta entonces no se sabrá quién le sustituirá al frente de la Audiencia Provincial de Segovia. El proceso ha de cumplir sus trámites y eso lleva su tiempo.
Además de reiterar la alegría y la enorme satisfacción profesional y personal que le ha producido este nombramiento, el magistrado felicita a sus «cualificados compañeros de terna» con los que compartía la ambición de ocupar un puesto en el Tribunal Supremo. Su candidatura obtuvo 14 de los 21 votos del pleno del Consejo General del Poder Judicial frente a los cuatro conseguidos por el presidente de la Audiencia de Tarragona, Javier Hernández, y los tres del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Francisco Javier Vieira.
Echa un rápido vistazo hacia atrás y resume estos quince años en la presidencia de la Audiencia segoviana como «enriquecedores». Y tanto. Esta plaza, como el propio Andrés Palomo define, es «un microcosmos, hay de todo». El espectro que abarca la jurisprudencia es «amplísimo, en el que se atiende tanto lo civil como o penal». «Mi función es estrictamente jurisdiccional y la he asumido con pulcritud y un cierto de nivel de calidad», opina el nuevo magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Considera que en estos tres lustros de trabajo «he cumplido de forma razonable y en plazos muy cortos para lo que se estila» en otras provincias.
En el capítulo de los debes, confiesa irse con «la pena de no se haya hecho el nuevo edificio de os juzgados»; aunque es consciente que es una ambición que se le escapa a sus competencias y que es el Ministerio al que le corresponde dar pasos presupuestarios para unificar todos los órganos judiciales de Segovia.
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