El accidente minero del Pozo Emilio del Valle despierta en Fabero el dolor por la muerte de ocho mineros en 1984

El 19 de noviembre, en apenas unos días, se cumplen 29 años del que ha sido el accidente minero más grave de la historia del Bierzo y el segundo más trágico de la provincia. En 1984, ocho trabajadores del Grupo Río, perteneciente a la ya extinta Combustibles de Fabero (Cofasa), perdieron la vida por una explosión de gas grisú. No había transcurrido ni siquiera media hora desde el inicio de la jornada y la tragedia se cernió sobre el grupo de mineros que trabajaba en el piso 17. Tres murieron en el acto y otros nueve sufrieron graves lesiones y quemaduras, teniendo que ser trasladados al Hospital La Paz de Madrid. Cinco de los heridos más graves no consiguieron salir de allí.

Luciano Iglesias, Emilio Álvarez, Adelino Alonso, Manuel García, Ramiro Guerra, Manuel Tejón, Santiago Álvarez y Tomás Abella son los nombres de los mineros fallecidos cuya historia marcó un antes y un después en lo que a seguridad en las minas del Bierzo se refiere. Una historia que hoy vuelve a ser presente en Fabero. El accidente que el lunes se cobró la vida de seis compañeros en LLomera de Gordón no les ha dejado indiferentes. La cuenca faberense vuelve a llorar a sus muertos casi 30 años después, y es que un suceso como el del Pozo Emilio del Valle no hace más que despertar esos sentimientos que el tiempo ha dejado dormidos.

En carne propia

Joaquín Trazancos tenía 24 años cuando se produjo la deflagración de una bolsa de gas metano en el pozo Grupo Río. Había trabajado en el turno anterior al de la tragedia. Hoy recuerda «como si fuera ayer» la tristeza que le invadió al enterarse del suceso. «Ya la noche de antes hubo mareos en ese tajo», asegura. Él, como muchos compañeros, ha vivido el accidente de LLomera como si en carne propia fuera. «Son muchos los recuerdos que te vienen a la cabeza, es como si no hubieran pasado casi 30 años», aseguró, enviando sus más sentidas condolencias a los familiares de los fallecidos y haciéndose partícipe de su dolor. Un dolor que él conoce de cerca. Sabe bien lo que se siente, perdió a compañeros y amigos en un accidente que de producirse antes podría haber barrido su propia vida. «Hablar de este tema duele, a veces es mejor no recordar, pero con lo que ha pasado en León todo recobra actualidad, es como si hubiera sido ayer», añadió. En 1984, Joaquín Trazancos llevaba tan sólo tres años trabajando en la mina y en ella se jubiló. Volvió al interior de la mina cada día aunque nada volvió a ser lo mismo. Sólo el tiempo ayudó a asimilar lo ocurrido como pasará en Llomera de Gordón. Un minero siempre ha de volver al tajo, «no conoce otra cosa» -explica Trazancos-. «No lo olvidarán, pero lo asumirán porque hay que tirar para adelante», dijo.

Fidel Santín Martínez es el tesorero de la Asociación de Mineros Cuenca de Fabero. Él es minero jubilado y su hermano Pedro Santín fue uno de los trabajadores que estaba en el pozo Grupo Río en la mañana de aquel fatídico 19 de noviembre. Afortunadamente no fue uno de los fallecidos pero ese hecho marcó su vida, como la de toda la cuenca, tal y como recuerda su hermano. «Mi hermano estaba dentro y nosotros fuera, en la bocamina, esperando noticias. Es un sinvivir, algo muy impactante», recuerda, insistiendo también en que su historia ha vuelto al presente en las últimas horas. «Cuando se produce un siniestro como el del lunes la gente que lo ha vivido ya vuelve a revivirlo al momento, con miedo, con incertidumbre, es algo que te toca muy de cerca. Eso nunca se olvida, cicatriza pero no se olvida», afirmó. De hecho, Fabero recuerda cada año a los ocho mineros muertos. La asociación de la que Fidel Santín forma parte organizada cada 19 de noviembre una serie de actos en homenaje a ellos. «Para la asociación esa fecha es como si fuese el día de Todos los Santos», ejemplificó.