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MARÍA CARRO
Miércoles, 16 de mayo 2012, 11:33
Que el oso pardo se ha convertido en los últimos años en una atracción turística en la comarca del Bierzo no es un secreto para nadie. Incluso cuando éste protagoniza actos reprochables su presencia causa admiración y despierta interés. Una osa y sus dos crías son las nuevas protagonistas en los montes del Alto Sil y lo son porque han sido ellas quienes en tan solo cuatro días han atacado dos veces un mismo colmenar, ubicado a la entrada misma del pueblo de Páramo del Sil, a menos de 500 metros de las primeras casas.
Los hechos se remontan a la noche del pasado miércoles y la madrugada del domingo. Ambos días el modus operandi fue similar. Con nocturnidad, la hembra y sus cachorros se adentraron en un cortín del paraje conocido como Las tres llamas, tumbando para ello parte de una pared. Tras darse un festín de miel abandonaron la zona haciendo caso omiso al rebaño de vacas que pastaba en una finca colindante al mencionado colmenar. Ninguna de ellas sufrió algún daño pese a la cercanía de los plantígrados. Esto demuestra la tesis que siempre defienden desde la Fundación Oso Pardo y es que si este animal dispone del alimento necesario en la naturaleza, no ataca al ganado.
El destrozo de colmenas es una de las acciones más habituales de los osos pardos durante la primavera y el verano. Una vez que regresan a los montes tras el período de hibernación, buscan comida para ellos y sus crías. Junto a la miel, las cerezas son el otro manjar que está en su punto de mira. Ello les lleva a acercarse en demasía a los núcleos poblacionales, más ahora que su presencia se respeta y ha desaparecido prácticamente en su totalidad la caza furtiva. El oso se ha acostumbrado más a la presencia del hombre y no duda en llegar hasta las casas mismas de un pueblo si ahí está el alimento que buscan. De hecho, los 500 metros que separan el cortín atacado en Páramo de las primeras casas del pueblo en su vertiente norte es una distancia lejana en comparación con lo ocurrido en otras ocasiones, según recordó el presidente de la FOP, Guillermo Palomero.
La noticia del ataque a las colmenas de un vecino de Páramo corrió como la pólvora en el pueblo y son muchos los que se acercan por la zona en busca de una imágen. De momento, la hembra y sus crías no han vuelto a la zona, pero los propietarios están convencidos de que lo volverán a hacer. En dos ocasiones tuvieron que levantar las colmenas del suelo y guardar a las abejas -más de 30.000- para evitar que causaran problemas, por su cercanía al pueblo y por encontrarse en una zona de pasto habitual del ganado.
Lo cierto es que desde la aparición de Jimena -la pequeña osezna huérfana que fue encontrada por un joven en Palacios del Sil- cualquier noticia protagonizada por un oso pardo constituye un foco de interés en el Alto Sil. Una zona que, por otra parte, está más que acostumbrada a la presencia de esta especie y es, de hecho, una de las mejores zonas reproductoras. Ataque a colmenas, ganado vacuno o equino muerto y daños en árboles frutales son desventajas con las que tienen que convivir los vecinos de esta zona por ser hábitat osero. Daños, todos ellos, cubiertos con ayudas específicas de la Junta de Castilla y León.
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