Rescate del cuerpo de Juan Holgueda, en el Duque de Lerma, en diciembre de 1995. / H. SASTRE
VALLADOLID

Trece asesinos andan sueltos

Dos crímenes de los ochenta, nueve de los noventa y dos de la última década continúan sin resolverse en la provincia

J. S.

Domingo, 7 de junio 2009, 03:11

Publicidad

José Gil, Leoncio García, Benito Román, Bárbara Mena, Javier Gutiérrez, Juan Holgueda, Ana María Manrique, Rosario Rodríguez, Jesús Cea, José Ignacio Reyes, Eutimio García, Joaquín Aja y María Salarino. Sus nombres puede que no digan nada de una primera lectura pero se corresponden con los de trece víctimas de otros tantos asesinos que andan sueltos por la provincia a costa de una mala investigación, la falta de pruebas o, simplemente, un golpe de suerte que evitó que acabarán ante los tribunales.

Los trece autores de la larga lista de crímenes sin resolver que albergan los archivos policiales en las últimas tres décadas continúan hoy en día por la calle y son libres de toda sospecha a la espera de que sus actos prescriban -el plazo llega a los 30 años-. A los nombres de los fallecidos podría sumarse ahora el del hostelero Óscar Gómez Incio, muerto en una pelea a las puertas de su negocio de Tordesillas el 25 de mayo del 2007, si las pesquisas judiciales siguen el camino actual.

Cuatro robos a ancianos

La crónica negra de los casos olvidados se remonta a los años ochenta -dos crímenes- y tuvo su máximo apogeo en la década siguiente. Nada menos que nueve homicidios de los noventa están archivados a la espera de que una prueba de última ahora permita reabrir el proceso. Entre dos de ellos y los dos últimos, las muertes de dos ancianos en la calle Mariano Miguel López (2001) y José María Lacort (2000), sólo existe un punto común: el robo en domicilios de personas de avanzada edad. Eso les ocurrió en 1992 y 1993 a Bárbara Mena, de 80 años, en su casa de Las Mercedes y Javier Gutiérrez, un joven de 32 que murió a tiros al salir en defensa de su abuela en José María Lacort. La Policía Nacional vinculó ambos crímenes sin llegar a identificar a sospechoso alguno.

El resto obedecieron a crímenes pasionales, venganzas o disputas sin vinculación entre sí que nunca pudieron esclarecerse. Nadie habla ahora de los nombres de unas víctimas que no podrán descansar en paz en tanto sus trece asesinos, si no catorce, continúen sin recibir su castigo legal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad