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PERIODISTA

El desapego de Aznar

PEDRO VICENTE

Miércoles, 20 de mayo 2009, 02:50

E l pasado lunes José María Aznar se hizo presente en carne y hueso en Valladolid, a donde acudió a firmar ejemplares de su último éxito editorial, 'España puede salir de la crisis', toda una profesión de fe en las recetas neoliberales que han conducido a la mayor recesión económica conocida desde el crack de 1927. Aunque la presencia del ex presidente del Gobierno no provocó las colas registradas con ocasión de la firma de su libro anterior, cuentan las crónicas que a Aznar no le faltó clientela.

Y la verdad es que sorprende tanta efusividad hacia quien ha venido mostrando un creciente desapego hacia la comunidad que le sirvió de trampolín para su fulgurante carrera política. Sin su efímero pero decisivo paso por Castilla y León, Aznar no hubiera sido designado sucesor por Fraga al frente del PP y no habría tenido la oportunidad de disputar y arrebatar el Gobierno a Felipe González.

Castilla y León acogió a Aznar como si hubiera nacido a orillas del Pisuerga, proporcionándole, amén del citado trampolín, unas señas de identidad a las que nunca ha correspondido. A partir de un empadronamiento falseado, el distinguido pilarista madrileño se tornó, como por ensalmo, en un recio y sobrio castellano de pro. Posó incluso ataviado como El Cid para un suplemento dominical y se dejó adoptar como hijo de Quintanilla de Enésimo, localidad a la que hizo célebre por sus mediáticas partidas de dominó.

Todos esos vínculos se diluyeron tan pronto como dejó el poder y, atrincherado en la presidencia de la FAES, decidió dedicarse a hacer caja. Desde entonces sus incursiones por esta comunidad han respondido a intereses comerciales, como estas firmas de libros, o a puros compromisos personales.

Su anterior presencia en Valladolid, hace un par de años, fue para promocionar una bodega de Cigales y participar en un acto de una pretendida Academia del Vino en el que protagonizó una sonada intervención cuestionando la campaña de la dirección general de Tráfico contra el consumo de alcohol.

Desde que dejó la presidencia de la Junta, en el verano de 1989, Aznar no se ha dignado en asistir ni a uno solo de los aniversarios del Estatuto de Autonomía celebrados desde entonces, como tampoco se ha dejado ver en ninguna de las fiestas oficiales de la comunidad. Su feo institucional fue especialmente ostentoso el pasado año, cuando con ocasión del 25 aniversario del Estatuto, fue el único ex presidente de la Junta que no acudió a recoger la Medalla de Oro concedida por las Cortes de Castilla y León.

La casualidad hizo que esos mismos ex presidentes de la Junta estuvieran convocados el pasado lunes en Valladolid para intervenir en un programa televisivo. Y ni siquiera encontrándose presente en la ciudad para firmar su libro, Aznar accedió a participar en ese programa. Su desdén hacia esta comunidad resulta casi insultante. Pero a la vista está que no es percibido como ingratitud por la legión de incondicionales que aquí conserva.

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