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ÁNGEL MIRANDA
Viernes, 13 de marzo 2009, 01:42
E n 1986 Alan Moore y Dave Gibbons dieron a luz una de las obras que elevaron el cómic a la categoría de arte. 'Watchmen' es una de las novelas gráficas más importantes de la historia, avalada por críticos y seguidores de todo tipo de estilos. No sólo por su innegable calidad, sino por ser una de las piezas clave en el proceso de madurez de los cómics de superhéroes. Todo esto gracias a sus revolucionarios planteamientos, a la profundidad de sus personajes y al halo reflexivo que rodea a la obra. Alan Moore demostró que las aventuras de tipos enmascarados podían servir como trasfondo a una historia terriblemente elaborada con unos planteamientos intelectuales dignos de la mejor literatura y temas solemnes como la ética de la autoridad, el determinismo o la moral subjetiva. Gracias a la excusa del género superheróico se indaga, analiza y critica la sociedad. ¡Nunca antes se había visto tan de cerca la cara humana de los justicieros! Aquí no aparecen estereotipos planos, sino gente de verdad con dramas a sus espaldas y traumas a los que sobreponerse sin la ayuda de poderes. El elenco de protagonistas no tiene desperdicio: un héroe maduro y acomplejado, otro vanidoso hasta lo enfermizo, un psicópata de principios, un fascista pragmático y un semidios ajeno a la humanidad. Se trata de una vuelta de tuerca a los tópicos superheróicos con una profundidad pocas veces vista centrada en las motivaciones y principios en lugar de las acciones, como se puede comprobar en los documentos biográficos de los protagonistas que hay al final de cada capítulo. Los premios que le han sido otorgados son muchos, traspasando el ámbito de los cómics y revindicando así la valía de este arte.
La historia de estos vigilantes de la sociedad se dispone en una realidad alternativa situada en la época de la Guerra Fría. Sin embargo, algunos sucesos históricos involucrados en la trama no coinciden con los reales debido a la intervención de los superhéroes (Vietnam, caso Watergate, Guerra Fría). En cierto momento, Estados Unidos ha prohibido la existencia de justicieros enmascarados, y los protagonistas del cómic son viejas glorias venidas a menos. Todo comienza con el asesinato de uno de ellos, El Comediante, y la investigación que llevará a cabo el último héroe que sigue en activo al margen de la ley. Una historia coral de personajes dispares que se desarrolla en torno a una paranoia sobre la guerra atómica como trasfondo, y las diatribas acerca del papel que deben jugar los justicieros en el conflicto. Tras la línea argumental central hay una telaraña de historias y planteamientos que van mucho más allá de la mera cuestión de salvar a la humanidad. Watchmen no sólo debe su magnificencia a sus poderosos planteamientos, sino que también se apoya en una narración majestuosa, tanto por su guión como a nivel gráfico. El sólido argumento de Alan Moore (cargado de simbolismos y metáforas) cobra su esplendor con el trabajo de Dave Gibbons, el dibujante. Su original estilo (de corte realista-clásico) y su técnica cinematográfica dotan a la obra de un carisma ejemplar alejado del cómicsl convencional.
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