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PERIODISTA

Isacio, Josefo y Jacobus

JAVIER PÉREZ ANDRÉS

Martes, 30 de diciembre 2008, 02:29

L edesma es una bellísima estampa sobre el río Tormes que acaba de resucitar. Resurgió hace apenas unos días. Y todo gracias a San Miguel, un templo que cambió el culto por la cultura y abrió sus puertas para contar la historia de Bletisa. Una historia comprimida con inteligencia por Joan Santacana, uno de los maestros de la museística moderna. El mismo que hace dos décadas se empeñó en que jugásemos a los romanos en los museos, y lo consiguió.

Recuerdo aquella tarde en Pesquera de Duero, después de visitar el horno de alfareros más grande de Europa que perteneció a Pintia, la resucitada ciudad vaccea. Aquel día, Santacana, el arqueólogo catalán, me dijo que había que eliminar el cartelito de «no tocar» en los museos. Que había que colgarse la armadura, tomar asiento, vestirse y recrear la historia. Para eso estaban las técnicas que permiten construir réplicas. Había que dejar que el común soñase con el pasado y se divirtiese aprendiendo historia. Y tenía toda la razón.

Por eso, me extraña que Santacana no haya sacado partido a Josefo, Isacio y Iacobo. Casualmente los tres pastores que acudieron al portal de Belén a adorar al niño tras ser avisados por el ángel. Los tres están enterrados en la iglesia del barrio de los Mesones en Ledesma. Cuentan, y yo me lo creo, que un cruzado ledesmino se trajo a su pueblo desde Tierra Santa los huesos de los tres pastores. Sus reliquias están bajo el altar, ocultas en el interior de un cofre. Siempre hubo agoreros, de esos que no creen en nada y dicen que es una leyenda poco documentada, que no tiene credibilidad histórica. Y así. En fin, si hiciésemos caso a estas posturas, se nos caerían las vírgenes y sus milagros, el Camino de Santiago y hasta la catedral de Colonia, donde, por cierto, dicen los germanos que están los restos de los tres Reyes Magos que casualmente, junto a los pastores que reposan en Ledesma, adoraron al niño en una cueva de Belén hace 2.009 años más o menos.

'Los pastores de Ledesma' es la historia más bella que se puede contar en Navidad. En el nuevo Centro de Interpretación de Bletisa no se cuenta. Es una pena que no permitan soñar en un museo que dicho sea de paso, significa la entrada de Ledesma en la oferta turística salmantina. La ciudad de los puentes tuertos. Por sus ojos sanos se puede ver el pasado romano, medieval, belicoso y fronterizo. Pero hay que quitar los parches y dejar que el visitante sueñe con los pastorcitos del Nacimiento. Y de paso, con aquel valeroso y no menos soñador que inspiró a Don Miguel de Cervantes para crear a Don Quijote. Cuenta otra leyenda que el perfil de Alonso Quijano se ajusta al de un hidalgo ledesmino que en el XVI se fue a Venezuela y llenó de locuras y desventuras su particular conquista. También me lo creo.

Al menos soy original y me creo historias fascinantes. Otros se creen que los renos vuelan y que un señor mofletudo y vestido de rojo entra por las chimeneas y dice 'ju ju ju'. Pues vale.

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