Borrar
AUTOMOVILISMO

Eau Rouge, la curva en la que Ayrton Senna decía que hablaba con Dios

J. M. C.

Sábado, 6 de septiembre 2008, 03:39

Los pilotos se topan con ella como una prolongación de la recta de llegada en bajada. Es el trampolín que les propulsa a uno de los itinerarios más auténticos de cuantos recorren en la temporada de la F1.

Izquierda-derecha-izquierda. Los monoplazas inician como misiles una ascensión que alcanza su cota máxima de desnivel en el 13%.

Vuelan durante «1.865 metros ó 24 segundos», según reconoce el jefe de BMW F1, Mario Theissen. En ese lugar, se dice que Ayrton Senna aprovechaba para hablar con Dios. Quizá le preguntaba el astro brasileño si estaba el camino libre tras salir del final ciego de la curva.

Eau Rouge es así. Un tramo de montaña rusa que podría tener su parangón en el famoso 'sacacorchos' de Laguna Seca, pero en sentido ascendente. La historia de la F-1 está plagada de giros, ángulos, curvas, míticos. Ahí están Loews, Tabac, Mirabeau o Rascasse (Mónaco); Tamburello donde el citado Senna se dejó la vida (Imola); Ascari y la Parabólica de Monza; Becketts en Silverstone; la 130R de Suzuka; la número 8 en Estambul; la 'rotonda' en Shanghai... seguro que cada aficionado sacaría sin problemas una veintena de ubicaciones. Carne de Trivial.

En 1999, Jacques Villeneuve sufría en sus carnes la contundencia de una salida de pista en esta curva en ebullición permanente. «Ha sido el mejor accidente de mi vida», proclamó entonces y fuera ya de la conmoción inicial el canadiense.

Algo tiene de especial, no cabe duda, para que los pilotos históricamente se rindan a Spa-Francorchamps en particular y más en concreto a Eau Rouge como la reducción última, la más preciada gota del elixir de esta maravillosa locura sobre ruedas que se prolonga desde 1950.

Fernando Alonso se refiere a este lugar. «Desde el 'cockpit' no se puede ver la salida, y conforme vas subiendo no sabes dónde vas a aterrizar. Es una curva crucial para el tiempo de la vuelta, y también en la carrera, porque hay una larga subida que la sigue donde se puede perder mucho tiempo si cometes un error. Pero también es una curva importante para las sensaciones del piloto. Genera sensaciones especiales en cada vuelta, porque también se comprime todo el cuerpo cuando pasas por el punto más bajo de la curva. Es muy extraño, pero también muy divertido».

El piloto de BMW, Nick Heidfeld, comparte lectura con el asturiano y reconoce que sus sensaciones son similares.

«Aunque con los motores V8 ya no plantea un problema, Eau Rouge sigue teniendo una química especial para pilotos y espectadores, que alucinan al ver cómo vienen rugiendo los coches desde la parte de abajo y aceleran por ese muro en un visto y no visto». En su caso, la cita belga en sí tiene una atracción añadida «porque es la más cercana a mi ciudad natal, Monchengladbach».

Los cumplidos para la peculiar curva, que realmente enlaza tres semiángulos, también cuentan con los vertidos por Lewis Hamilton.

«Probablemente es la curva más emocionante de la Fórmula 1, uno de los mejores retos en la Fórmula 1». Otros, sin minimizar sus peculiaridades, optan por otros puntos de Spa con mayor carga emocional. Así, Heikki Kovalainen cree que el mayor reto es «Pouhon, una curva de izquierdas muy rápida en la que es bastante difícil encontrar un equilibrio. Allí es donde hay verdadera emoción y un piloto marca la diferencia».

'Bus Stop' o parada del autobús es otra referencia insólita. Supone el final de un par de kilómetros en los que el cerrado bosque de pinos es el único escenario que atisban los pilotos. Sin gradas, en la más absoluta soledad sólo soliviantada por el cromatismo de los comisarios de pista.

Pero los veteranos se resisten a ceder el número uno del hipotético ranking de curvas en la Fórmula 1. «Ver pasar un coche, justo en el límite, en Eau Rouge, te puede poner los pelos de punta», concluye Ross Brawn (Honda).

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Eau Rouge, la curva en la que Ayrton Senna decía que hablaba con Dios