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R. S. R.
Jueves, 24 de julio 2008, 03:41
Hacía calor y abrió el frigorífico para refrescarse con un poco de zumo antes de ir a la piscina con sus hijos, pero su plan lo abortó un percance rocambolesco que se ha traducido en consecuencias muy graves. Esperanza Mucientes no olvidará fácilmente ese 19 de julio del pasado año, cuando el tapón de la botella salió disparado hacia su rostro, impactando de lleno en su ojo izquierdo. Desde entonces, nueve días de ingreso hospitalario en los que se vida corrió serio peligro -debido a la alta tensión ocular- y una intervención para extraer el coágulo y corregir el glaucoma no han sido sino el inicio del calvario que esta vallisoletana de 43 años, residente desde hace tres en Venta de Baños, sufre aún hoy, con la pérdida de visión en su ojo maltrecho y el riesgo de que se cierre y vuelva a subirle la tensión -se lo han dejado abierto por dentro para que respire- o de sufrir en un futuro cataratas por el glaucoma. Un calvario que detalla con el vello erizado, según apunta.
«Compré la botella de zumo en un supermercado y la tenía en el frigo, calentaba mucho y, cuando hice el giro para abrirla, el tapón explotó. Vi chispas y humo salir de la botella, como si me hubieran pegado un tiro. Sólo decía a mi hija ¡qué me ha pasado! ¡qué me ha pasado!», recuerda esta ama de casa a quien el ojo se le cerró por completo, totalmente negro por dentro, aunque no sentía dolor.
«Fuimos a Urgencias y el médico me dijo que lo que tenía era muy grave, que no sabía si iba a perder el ojo. Estuve nueve días en reposo absoluto y llegué a tener 40 grados de fiebre, me operaron y me han dado el alta en abril. He estado con depresiones y me han dicho en el IOVA, en Valladolid, que tengo el nervio óptico dañado», asegura Esperanza, a quien Coca Cola sólo está dispuesta a indemnizar por los nueve días que estuvo ingresada en el Hospital Río Carrión.
«Quiero que me reconozcan las secuelas que han quedado, y que me indemnicen por si necesito volver a operarme. La aseguradora no quiere abonar lo que es y Coca Cola se lava las manos, y eso que el médico de la compañía se quedó asustado cuando vino a verme», apostilla esta damnificada, a quien el percance sufrido le impide leer bien y tener que salir a la calle con gafas de sol al tener la pupila más grande.
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