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LUIS BESA
Miércoles, 27 de febrero 2008, 01:53
VIENDO el debate entre Rajoy y Zapatero uno tenía a ratos la impresión de estar frente a dos esquizofrénicos, el uno enseñaba un cartel: «el bote de Nocilla está más caro». A lo que el rival replicaba exhibiendo otro cartel igual sólo que con la explicación inversa: «la Nocilla, por los suelos». «Yo digo 'A' porque aquí lo pone». «No, aquí lo que pone es 'No A', está bien claro». Y así andamos: uno de estos dos visionarios está llamado a gestionar nuestra pasta. Para echarse a temblar.
Más miga tenía a priori el debate ayer tarde en Radio Segovia entre el candidato de IU y su archirival, el constructor Carlos Carrasco de -agárrense- Los Verdes, con el candidato de Unión Progreso y Democracia por el medio de artista invitado.
Lo de Los Verdes es la rechifla, van y ponen de cabeza de lista a un constructor emblemático en aquellas prácticas que dicen aberrar, el típico señor que, móvil en ristre, te monta una promoción inmobiliaria; y cuando las goteras inundan tu casa, desaparecido en combate.
Tienen vista, sí señor, estos Verdes. Es como si en ERC presentaran a Blas Piñar de cabeza de cartel. Siempre he pensado que la mejor manera de acabar con el planeta es votando a 'ecologistas'.
El caso del candidato de Los Verdes, sus querellas contra instituciones tras ver rechazada su oferta de auditor ambiental, su promoción en Torrecaballeros con sentencia condenatoria en los juzgados, y lo que queda, es muy emblemático de unos tiempos en los que han menudeado los chiringuitos inmobiliarios.
Los típicos señores que enredan a un propietario de suelo, le prometen el oro y el moro, construyen pareados a crédito y luego, si te he visto no me acuerdo.
Por supuesto, Carrasco no es el único ejemplo. Ahí está el caso de los zulos en el Eresma, con un ex figura del PP de por medio, o extraños pases de solares para la construcción de hoteles donde en teoría no se puede.
Así las cosas, en otro debate con los candidatos del PSOE, los constructores de la APIC lanzan una buena idea. El problema para un constructor serio, que los hay, es que están obligados a cumplir libros y más libros de normativa. Blanco preferente de inspecciones de todo tipo, fiscales, laborales, urbanísticas, medioambientales...
Con la ley en la mano, un constructor serio es alguien obligado a unos descomunales gastos estructurales. Y lo que es más importante, a soportar los frenazos en seco del mercado, y lo que ello comporta, reservar fondos.
En consecuencia, a ellos les mata que ante un ciclo expansivo venga un fantasma, monte Construcciones Nueva York y 'pelotazo' al canto. Como el fantasma carece de estructura, está en condiciones de pagar más por el solar, como desaparecerá tan pronto ponga la última teja, no tiene problema en contratar al primero que pasa, tenga papeles o acabe de aterrizar de Siberia del Sur.
Frente a este estado de cosas los constructores de la APIC reclamaron a Óscar López reglas del juego justas.
No se entiende que si a un taller mecánico se le exige hasta un cercado para los cojinetes, a un tipo que le entregas los ahorros de toda la vida le baste con labia y un móvil. No. Deberían disponer de seguros, homologaciones, garantías... Y periodos de inhabilitación cuando tienes a los vecinos detrás buscándote por las esquinas con una sentencia en la mano.
blogs.nortecastilla.es/laelipse
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