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Recreación de como quedarán los cortados con el mirador y la pasarela.
La otra manera de mirar el Pisuerga

La otra manera de mirar el Pisuerga

El nuevo mirador de San Martín de Valvení permitirá al visitante experimentar la sensación de flotar desde uno de los puntos más altos de la provincia

El Norte

Miércoles, 15 de febrero 2017, 21:21

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Es un lugar pendiente de descubrir. Uno de los más altos de la provincia de Valladolid que se precipita sobre el río Pisuerga. Los Cortados de San Martín de Valvení se encuentran en este término municipal, entre el límite con Palencia y el puente de Cabezón de Pisuerga, donde el río ha dibujado una serie de serpenteantes meandros que dan forma a una amplia vega. En puntos concretos de su margen izquierda, sus aguas llegan a tocar el borde más occidental de los páramos de El Cerrato. La constante erosión fluvial ha conseguido desmantelar los blandos materiales miocénicos que componen su estructura interna, dejando al descubierto la horizontal alternancia de las arcillas y las margas yesíferas. Este enclave con alto valor geológico acogerá un mirador suspendido para que los visitantes experimenten la sensación de flotar desde el aire sobre el río. La iniciativa para reforzar el turismo en esta zona ha partido de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente y se extenderá a otros enclaves naturales de Castilla y León. El embalse de Compuerto, el Duratón, y el Mirador del Fraile, por ejemplo, serán otros lugares en los que podrán disfrutarse de las vistas y de estos miradores

El visitante se encuentra taludes verticales que caen a pico sobre el río y en algunos casos alcanzan los cien metros de altura. Estos frágiles y escarpados relieves, en los que se alternan los desplomes, las rupturas y los caballones originados por la solifluxión, son conocidos como Los Cortados. El mejor momento para visitarlos coincide con la puesta de sol, ya que se acentúan los tonos dorados de sus materiales.

El enclave, visible desde el eje Palencia-Valladolid, sorprende al visitante que se aproxima, quien con el proyecto de la consejería podrá experimentar otras sensaciones. Este proyecto plantea, como primera premisa, una intervención de mínima transformación del territorio, que, por su condición reversible, no altera la fisonomía del lugar. Desde el máximo respeto a lo existente, el objetivo es señalar, a modo de instalación en el límite entre lo «objetual» y «conceptual», la mirada hacia el horizonte, definida por la presencia de unas puertas que construyen una nueva interpretación del paisaje. Y por otra parte, elevarse para flotar sobre el río. Así, asomarse al vacío es volar entre los elementos estructurales que, en referencia a Chillida, «peinan el aire», explican los promotores de la idea.

Consideran que un tratamiento icónico, como el que se propone para las puertas, es una reflexión sobre el «paisaje natural», que se convierte así en una suerte de «paisaje cultural». Proponen así una intervención territorial que se aproxima a conocidas realizaciones, que bajo el término de Land-Art, han protagonizado el debate artístico en la segunda mitad del siglo XX, y cuyos presupuestos hoy no solo continúan vigentes, sino que alientan a un público cada vez mayor.

Desde las hermosas implantaciones que a lo largo de la historia han supuesto construcciones territoriales como los menhires, los miliardos romanos o los pilonos de los geógrafos portugueses los promotores del proyecto recuerdan importantes intervenciones de artistas que, como Donald Judd, Robert Smithson, Walter De María o Richard Long, entre otros, han escrito importantes páginas de la historia del arte contemporáneo.

Construir objetos varados en el límite de lo imposible, sobre los propios cortados, es una acción que busca potenciar la relación existente entre ellos, y entre los mismos y el paisaje. Anclarlos al territorio es, de alguna manera, adjetivarlos. Asomarse desde ellos es contemplar el último infinito. «Buscamos tensar al límite las relaciones entre disciplinas como la Arquitectura y la Escultura con el objetivo de habitar, de algún modo, un icono escultórico cargado de significados y simultáneamente, por paradójico que pueda resultar, silencioso», explican.

El diseño final se plantea mediante la utilización de dos elementos claramente diferenciados: las puertas al horizonte y el podio elevado desde los que asomarse al vacío.

Mantenimiento mínimo

La construcción se plantea mediante tecnologías de tan solo tres materiales básicos: el bronce, el hormigón y el vidrio laminar. El bronce, con el que se construyen las puertas, se materializa en una sucesión de pórticos que presentan un acabado estriado hacia el exterior y acabado espejo hacia el interior, a fin de lograr efectos distorsionados de reflexión próximos a las instalaciones de Anish Kapoor.

El hormigón, con el que se plantea la estructura del voladizo, se realizará con cemento blanco y acabado final estriado. El objetivo es conseguir la máxima mimetización con los estratos blancos de yesos que conforman las elevaciones de los cortados.

El vidrio laminar de última generación permite aumentar la sensación de asomarse al vacío mediante laminaciones de alta resistencia.

En cualquier caso, se trata de materiales constructivos procedentes de procesos controlados desde criterios ecoeficientes, reciclados o reciclables, y en cuyo proceso de fabricación se haya consumido la menor cantidad de energía proporcional. Además, el mantenimiento de la instalación será mínimo para reducir costes.

El posible impacto producido por la construcción del mirador se minimiza desde la condición desmontable de las tres puetas y de la limitada presencia del necesario hormigón estructural que se difumina con los blancos estratos de yeso circundantes.

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