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¡Vivan las parameras!

El responsable de la sección de Opinión de El Norte glosa la figura de Anastasio Rojo Vega, catedrático de Historia de la Ciencia y columnista del diario, que fallecía el pasado 10 de enero

José María Cillero

Jueves, 12 de enero 2017, 14:24

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La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar», según dejó dicho el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Más difícil va a ser ya que la ciencia determine cuándo y en qué bar de la calle Paraíso el pensador teutón y tú, barba pelada y bolso bandolera al hombro, os juntasteis para jugaros a los chinos media de anchoas crudas y una ronda de claretes. Conociéndote, doy por seguro que pagó el tedesco incestuoso y apátrida, pero a cambio salió de la taberna con el refrendo empírico del aforismo que acuñó y que ha quedado escrito unas líneas más arriba.

Anastasio, seguramente fue María Eugenia Marcos, mi predecesora en esto de administrar egos en la sección de Opinión, no el tuyo, no lo conocí, no tuve el gusto, según definición de tu colega de páginas Jesús Nieto Jurado, quien escogió, hace más de 20 años, que tus Parameras, tajadas de conocimiento rebozadas en tempura de retranca, se citaran los viernes con los lectores de El Norte, a modo de anuncio de la llegada del fin de semana. Fue un enorme acierto. Tu prosa vitalista, siempre para ser leída con el Always Look On The Bright Side Of Life de los Monty Phyton de fondo, ha contribuido desde entonces a intuir más cercano el soleado descanso semanal, más allá de las brumas laborables. Privilegios del puesto, yo como encargado de ponerla en página, la disfrutaba un día antes, por lo que puedo presumir y te lo debo de haber empezado los fines de semana unas horas antes que el resto de los mortales.

El resto de los mortales... Anastasio, en El Norte le vamos a hacer caso a la etimología de tu nombre y te vamos a guardar siempre el hueco como uno más, uno de los nuestros. Se lo debemos a tu sabiduría, tan generosamente administrada cada semana en 420 palabras, y lo van a hacer posible los más de mil artículos tuyos, un tesoro que revaloriza la hemeroteca del decano de la prensa. Se lo debemos también a tu modélica entrega a la causa, esa entrega que, en estos últimos años, a punto de acabar el parón veraniego, te llevaba a preguntarme impaciente, «Chema, ¿cuándo volvemos?, ¿empiezo a engrasar el banco de la galera?». Esa que has vuelto a demostrar en las últimas semanas, cuando a falta de cosas más importantes por las que preocuparte todo tu desvelo era que supiéramos que no podrías acudir a tu cita del viernes.

Anastasio, tú te vas a quedar siempre con nosotros a través de tus Parameras. Ya verás, será como si no te hubieras ido, aunque te vamos a echar de menos.

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