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Cristina Martín
Domingo, 11 de octubre 2015, 13:01
A las doce en punto del mediodía, los olmedanos tenían una cita imprescindible en la iglesia de San Miguel, una cita que cada año les permite festejar el día de su patrona, la Virgen de la Soterraña, tal y como se merece.
El templo olmedano, lleno en su interior y con gente esperando en la misma puerta para entrar, conmemoró el 91 aniversario de la coronación canónica de la Soterraña.
Fue con una liturgia muy especial y esperada cada 10 de octubre por los vecinos de este pueblo, cuyo fervor por su patrona se mantiene y se refuerza año tras año.
En la cripta de la Soterraña, que guarda a la Virgen desde hace más de trescientos treinta años, según narra la historia, se dieron cita ayer las autoridades municipales, la reina de las fiestas 2015, Estefanía Juánez y, entre otros, el presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, quien no quiso perderse uno de los actos litúrgicos más importantes y multitudinarios de la Villa del Caballero.
En la misa también estuvieron presentes las camareras de la Virgen, así como las cofradías de la Soterraña y del Pino, acompañadas por el Coro de Villa y Tierra y la Asociación Musical Villa de Olmedo, que llegó en pasacalle junto a los asistentes marcando el inicio de la festividad de la patrona.
Fue una jornada de celebración para recordar a la Virgen de la Soterraña de la mano de todo un pueblo unido por un mismo sentimiento, transmitido de generación en generación por los olmedanos.
Encierro por la tarde
La jornada festiva de ayer, sábado, continuó por la tarde con el tradicional encierro al estilo de la villa, que cada 10 de octubre tiene lugar en Olmedo.
Hace tan solo unos días, el municipio celebraba sus fiestas patronales en honor a San Miguel y San Jerónimo, y ayer volvió a la dehesa para asistir a un nuevo encierro por el campo.
Son, además, declarados de Interés Turístico Regional, por lo que reunió a miles de aficionados a los toros, así como a más de 200 caballistas en un día en el que también acompañó el buen tiempo.
Los cuatro toros que salieron de la dehesa llegaron hasta el histórico coso olmedano, con más de 50 años de historia, permitiendo en su camino disfrutar a caballistas y también a corredores.
Salieron de los corrales bien encaminados hacia la conocida Portera y después se dirigieron al embudo. Sin embargo, uno de ellos se quedó en el campo mientras el resto de la manada iba hacia el mirador del Hontanar, justo antes de entrar a las calles.
Dos de los astados entraron lentamente uno tras otro, y un toro más rezagado permaneció en la zona del embudo, invitando a los olmedanos, y también a muchos aficionados de otros puntos de la región, a realizar innumerables cortes.
Al mismo tiempo, algunos caballistas y corredores se quedaban con ese cuarto toro que había permanecido junto a la dehesa y cerca de la carretera de Matapozuelos, y gracias a la valentía y la destreza de los participantes, lograron encaminar al astado hasta el mirador y finalmente a la plaza de toros, tras más de media hora en el campo.
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