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Jueves, 27 de octubre 2011, 02:20
Un maestro y poeta de Renedo de Valdavia (Donato Vargas) escribía de la Valdavia: «Hermoso Valle Valdavia / de tierra fértil y hermosa, / ¡Quién pudiera describirte / con esta, mi pluma tosca!». Yo, pluma ya no uso, aunque la conservo, pero dándole a la tecla del ordenador, les cuento que el ahora menguado río Valdavia separa a Villasila de su pedanía Villamelendro. Y que por el camino he visto que sus aguas juegan a las escondidas con la frondosa vegetación de ribera que puebla sus márgenes, las cuales, a la altura del año en la que estamos, ya se pintan con los colores de la otoñada.
Y es que si uno quiere ver como es la provincia de Palencia en esta estación de año, lo mejor que podrá hacer es irse a dar una vuelta por la Valdavia, pues por allí verá sin mucha dificultad como son todos los colores de esta transitoria estación del año. Y si quieren verlo en el monte, pues acérquense hasta el paraje natural poblado de pinos y rebollos de la ermita del Santo Cristo de Santervás, cuya imagen goza de gran devoción por los contornos, por lo que celebran romería con procesión todos los años.
Las iglesias parroquiales de las dos poblaciones también tienen algunas cosas que mostrarnos. La de Villasila se dedica a San Pelayo, y en ella destaca su retablo mayor del siglo XVI, con relieves en el banco, así como ocho pinturas sobre tabla con escenas de la vida y martirio de santo. La de Villamelendro domina en descampado sobre el caserío del pueblo y se dice que en ella intervino el maestro cantero cántabro Juan de la Cuesta.
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