El 10% de los alumnos del Giner de los Ríos se implican en la solución de conflictos
La Consejería de Educación concede al instituto el Premio a la Convivencia entre el Alumnado
elena rubio aragoneses
Lunes, 1 de junio 2015, 11:40
Sentirse solo en los recreos, pasar por malas etapas o necesitar algún tipo de ayuda por estar triste son solo algunos de los problemas que los adolescentes de institutos padecen en su día a día. Son situaciones que, en la gran mayoría de los casos, se suelen producir lejos de los ojos de los docentes y que los conocen los chavales de su entorno más cercano: sus amigos o sus compañeros de aula. Para atajar esta situación y mejorar la vida de la comunidad educativa, el Instituto de Enseñanza Secundaria Giner de los Ríos puso en marcha en el curso 2010-2011 el Programa de Alumnos Ayudantes. El objetivo principal era mejorar la convivencia en el centro a través de los propios chavales, intentar que ellos mismos ayudaran a otros compañeros de aula, a excepción de los conflictos más importantes que enviarían al equipo de orientación.
Es un trabajo muy importante para estos adolescentes que comenzó hace cinco cursos en el centro. Ha dado sus frutos. «La convivencia es mejor», explica la orientadora del instituto, Esther de Andrés. Y no sólo lo notan los profesores, también los propios alumnos ayudantes. Con su dedicación están haciendo la vida mejor a otros estudiantes. «Me pareció buena idea intentar ayudar a que la clase fuera mejor. Y sí se nota, porque hay problemas que en clase los profesores no se hubieran dado cuenta», apunta Leire Ayastuy, de 15 años, una de las ayudantes.
El esfuerzo ha sido reconocido a nivel regional por la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León. Les ha concedido el Premio a la Convivencia entre el Alumnado, en la categoría de grupos. Solo lo tienen dos institutos de la región, el IES Giner de los Ríos y otro de Burgos. «Se ve reconocida la tarea del grupo de alumnos que a lo largo de los últimos cinco cursos han ido constituyendo el equipo de alumnos ayudantes. Es un premio de los alumnos porque hacen algo muy importante», comenta el Coordinador de Convivencia, Jesús Juárez.
El programa forma parte del Plan de Convivencia del centro. Imprime una serie de valores muy importantes a los chavales, como asentar la cultura de la mediación y tratar los conflictos de manera dialogada y fuera de la violencia. «Además sirve para exportarlo fuera del centro», apunta Juárez. Ha ido creciendo con el paso de los cursos hasta implicar a 75 alumnos del instituto (el 10%) y a 15 profesores. Ha conseguido que «exista en el centro un mejor clima en general y, al salir más cosas, se puede intervenir antes. Es importante la detección», apunta la orientadora Esther de Andrés.
Votaciones
Para ser alumno ayudante hay que pasar un proceso de selección. Los que entran en primero de Secundaria son seleccionados por sus compañeros de clase. Son dos sesiones de tutoría en las que se trabaja con el grupo sobre las cualidades que deben reunir lo para cumplir de forma eficaz esta labor y con los objetivos del programa. «Llegaron un día en tutoría, nos hicieron como unos juegos y pidieron candidatos, y salí por votación», recuerda Héctor Arranz, de 15 años, que comenzó en este programa hace tres años.
De esta manera, los responsables del centro se aseguran de que los alumnos elegidos durante el proceso son los idóneos para cumplir sus funciones, tanto por compatibilidad como por habilidades sociales, porque ayudan mejor a los compañeros. De hecho, que elijan al estudiante que quieren que les ayude es ya un paso importante. Significa que confían en él. Así hicieron los compañeros de Lara Marugán, que salió la más votada en su clase. Cree que es porque «siempre me llevo bien con todos y por eso pensaron que podía ayudarles».
Tras ser seleccionados, los nuevos alumnos ayudantes reciben una formación intensa; se les forma para ejercer su labor de ayuda con «eficacia y responsabilidad», trabajando aspectos importantes para identificar conflictos o situaciones de ayuda, técnicas de escucha activa o cómo analizar conflictos. Las mismas situaciones que alumnos y profesores tratan en reuniones periódicas cada semana o cada quince días, algunas veces en sus horas de recreo. En ellas analizan los conflictos detectados en el aula y su posible tratamiento, e intentan que la ayuda que necesita el estudiante sea horizontal, es decir, que la pueda ejercer el alumno ayudante de su aula.
Las enseñanzas calan, y mucho, en los alumnos. Los chavales «saben distinguir y saben lo que tienen que decir delante del grupo o no», asegura la orientadora del centro. «Al principio, cuando empezó el programa me pareció una tontería. ¿Cómo íbamos a solucionar nosotros los problemas? Pero luego lo contábamos en las reuniones y sí ayudábamos», afirma Marina Velasco, que está ya en primero de Bachillerato.
Además de ofrecer esta ayuda a sus compañeros, estos chavales participaron el año pasado en un encuentro de alumnos ayudantes con los de otros centros de la provincia. Intercambiar experiencias y colaborar activamente en las actividades del equipo de conviviencia a lo largo del curso era el objetivo, como el Día Internacional contra la Violencia de Género, los concursos de poesía o la Jornada por la Diversidad Funcional.
Reconocimiento
Este premio regional consistirá en la entrega de un diploma y una mención en el expediente académico de cada alumno. Aún no tiene fecha fijada en Valladolid. No obstante, el centro está organizando un Macrofestival de Convivencia para celebrar la mañana del próximo 22 de junio el premio que les han concedido a estos chavales. El Giner de los Ríos reunirá a diferentes grupos de música y baile de la ciudad, y aprovechara para entregar los diferentes premios de concursos del centro.
Desde fotografías a papeleras recicladas 2.0
de Alumnos Ayudantes va más allá de las ayudas a otros estudiantes dentro de su aula. También realizan actividades para mejorar el centro. Durante el pasado curso escolar realizaron una sencilla actividad: hacer fotografías sobre aquellos aspectos que les gustaban del instituto y los que no. El trabajo puso de manifiesto el mal estado de algunas zonas del suelo o el deterioro de las papeleras. «Nos habíamos acostumbrado a verlas así», explica la orientadora del centro, Esther de Andrés.
Muchas papeleras las desmontaron, las limpiaron y restauraron arreglando los abollones, y las pintaron en colores mucho más alegres, verdes, amarillos, azules y rojos. Además, limpiaron y pintaron los soportes y las columnas donde estaban ancladas. El resultado fue sorprendente. Una vez arregladas las papeleras, los alumnos se dieron cuenta de que eran necesarias otras nuevas en diferentes zonas del instituto. La situación dio pie a realizar la segunda parte de esta actividad extraescolar, crear nuevas papeleras. «Nos lo pasamos muy bien durante muchas tardes». Con la imaginación en marcha, decidieron hacerlas reciclando monitores de ordenadores viejos, una actividad respetuosa con el medio ambiente al reutilizar estos aparatos que «causó un gran impacto en la comunidad educativa», dice De Andrés.
Los chavales, con la ayuda de los profesores implicados, se enfundaron los monos de trabajo, limpiaron los viejos monitores y los pintaron con sprays de colores para hacer 23 nuevas apeleras que instalaron en diferentes puntos del centro. Pintados de verde, naranja, amarillo o azul, están en los pasillos. Gracias a estas papeleras, incluso hay dos puntos limpios destinados a restos de plástico y papel. El cambio se ve al pasear por el centro, pero también en el tablón de convivencia, donde han puesto fotografías del antes y el después.
Recreos con fundamento
Estas actividades también están en su blog de convivencia, que recoge numerosas fotografías, un flashmob y un vídeo que muestran su trabajo y como los alumnos disfrutaron al realizarlo. «A mi es lo que más me gustó, quedó muy bien», señala la alumna Esther Rincón.
El pasado mes de mayo arrancó otra nueva actividad de convivencia. Es el programa Recreos con fundamento, que propone a los estudiantes diferentes actividades para los recreos «porque hay alumnos que están solos o no les apetece jugar al fútbol», indica la orientadora del Instituto Giner de Los Ríos.
De momento, los chavales han puesto en marcha la denominada Guitarra y Cajón: los que se inscriben pueden tocar estos instrumentos o escuchar a los artistas que estén tocando; la de Juegos de mesa, donde pueden jugar en un lugar habilitado al ajedrez, a las cartas, al parchís o los que ellos mismos puedan llevar, o la otra actividad que ofertan, las manualidades creativas para realizar objetos diversos con materiales curiosos, así como el troquelado de personajes de cómic para reproducirlos a gran tamaño en planchas de poliespán.
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